IMPRIMIR - Fundación Telefónica - Telefonica
12 pages
Español

IMPRIMIR - Fundación Telefónica - Telefonica

Le téléchargement nécessite un accès à la bibliothèque YouScribe
Tout savoir sur nos offres
12 pages
Español
Le téléchargement nécessite un accès à la bibliothèque YouScribe
Tout savoir sur nos offres

Description

22 | 23. Jorge Schwartz. FUNDacIóN De BUeNoS aIreS: La MIraDa De horacIo coPPoLa. “Con ardor visual salí a la calle”. Horacio Coppola el ingreso a la ...

Sujets

Informations

Publié par
Nombre de lectures 87
Langue Español
Poids de l'ouvrage 1 Mo

Extrait

<1>“El siglo de Horacio Coppola”, en Horacio Coppola: Buenos Aires años treinta, Buenos Aires, Galera Jorge Mara-La Ruche, 2005, p. 5. Estamos aqu obligados a disentir con Martin Parr cuando afirma, en su monumental trabajo sobre libros de fotografa que Coppola, al volver a Buenos Aires, “se convirti en el fotgrafo más destacado de Buenos Aires y en un apasionado difusor de la Nueva Visin del modernismo que haba encontrado en Europa”, en Martin Parr y Gerry Badger, The Photobook : AHistory, vol. ii, Londres, Phaidon, 2006, p. 97. (véase p. 71 del presente catálogo). <2>Sara Facio, neitan , aLotofafgr ealan rg A desde 1840 hasta nuestros das, Buenos Aires, La Azotea, 1995, p. 65. <3>en ibdem, dice que la primeraSara Facio, noticia del daguerrotipo en Buenos Aires es de 1840, o sea, dos meses después de su descubrimiento (p. 5). Para fotografas de Buenos Aires de las primeras dos décadas del siglo xx, véase AA.VV., imágenes de Buenos Aires 1915-1940, Buenos Aires, Fundacin Antorchas, 1998, y Margarita Gutman (ed.), Buenos Aires 1910: memoria del porvenir, Buenos Aires, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, 1999. La seleccin de imágenes de ambos libros es responsabilidad de Luis Priamo. <4>En una reseña realizada con ocasin de una retrospectiva de Armando Coppola en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires se registra la siguiente observacin de Luis Priamo: “Las vistas de Buenos Aires [de Armando Coppola], que no son muchas, también se pueden describir y fechar en forma aproximada. Más problemáticas en este sentido son las de tema abstracto o carentes de contexto (bodegones, flores, paisajes, un desnudo). La cuestin no es menor, pues los primeros trabajos de Horacio, donde compone con la luz y fragmenta el espacio y los objetos de un modo no convencional, muestran una moderna voluntad de abstraccin; véase “Armando Coppola, hermano y maestro de Horacio Coppola, en Suplemento Cultura Nacin, 1 de septiembre de 2006 [la cursiva es nuestra].
Jorge Schwartz FUNDacIóN De BUeNoS aIreS: La MIraDa De horacIo coPPoLa
“Con ardor visual sal a la calle”. Horacio Coppola el ingreso a la modernidad Horacio Coppola repite en varios testimonios que antes de sus dos viajes a Europa, en 1930 y 1931, su mirada como fotgrafo ya se dena hacia lo moderno. La exposicin Horacio Coppola. Fotografa que hoy presentamos en Fundacin Telefnica de Madrid intenta justamente mostrar una lnea de absoluta coherencia en la percepcin visual de un fotgrafo que, hacia finales de los años veinte, nace moderno. Gran parte de los artistas consagrados del perodo de las van -guardias hace un recorrido que se inicia en lo figurativo para culminar en la abstraccin o en la geometra. En Coppola ocurre un fenmeno poco menos que extraordinario: esta lnea “evolutiva” no tiene lugar. La tesis de un Coppola moderno anterior a la Bauhaus, además de ser reivindica -da por el propio artista, es raticada por los crticos. En el artculo del catálogo Horacio Coppo-la, Juan Manuel Bonet afirma que “ya antes de los años veinte, Horacio Coppola haba asimilado a distancia, fragmentariamente, el idioma de la modernidad europea, de la Neue Sachlichkeit o Nueva Objetividad, de una Nueva Visin en su caso ya compatible con la vida diaria de la ‘mis -teriosa Buenos Aires’”1.  ¿Cuáles son las condiciones que le permiten, hacia finales de los veinte, la intuicin directa y precoz de lo moderno? ¿Cmo es que la modernidad impregna el imaginario de un adolescente porteño en las primeras décadas del siglo xx? Sara Facio nos revela que Coppola “comenz a tomar fotos a los trece años”2(Si consideramos que la primera foto de, esto es, en 1919. Nicéphore Niépce es de 1823, nos damos cuenta del salto vertiginoso dado por la nueva tecno -loga y la temprana difusin que la fotografa ha tenido en una ciudad como Buenos Aires3). Su primera escuela fue, sin duda, su hermano Armando Coppola (1886-1957), veinte años mayor, quien lo introduce en el mundo de la fotografa. La marca fraterna es tan fuerte que, hasta hoy, Coppola se emociona al ver los retratos de este hermano. Quizá en la historia de la fotografa se recuerde más a Armando por su relacin con Horacio Coppola, pero su labor pionera como fo -tgrafo amateur qued registrada en más de quinientas tomas. Una lectura retrospectiva de las relaciones visuales entre los dos hermanos muestra que Horacio empieza a desarrollar hacia finales de los años veinte fotos experimentales de objetos, abstractos y geométricos, revelando una primera voluntad de abstraccin que ya plasmaba la fotografa de Armando Coppola4.
El primer impacto de las resonancias y contaminaciones con “la nueva sensibilidad” sera la magnfica revista de vanguardia Martn Fierro (1924-1927). El inicio oficial de la produccin fotográfica de Coppola coincide cronolgicamente con el último año de esta publicacin, que modific el panorama cultural de Buenos Aires y de la Argentina. Coppola recuerda esos mo -mentos, cuando tena apenas veinte años:
Los Martinfierristas. El peridico más o menos semanal que compraba en un kiosko al salir del [colegio secundario Mariano] Moreno. Dos fotografas documentan ese tumulto cultural imposible de vivir para las generaciones posteriores. N.º 1: Cuarenta y cuatro personas rodeando a Marinetti, el creador del futurismo. Estuve en su presentacin en el Saln La Argentina. N.º 2: La esta de Don Segundo Sombra. Treinta y tres incluyendo 
22 | 23
<5>Véase Apéndice iV, p. 320 de este catálogo. Fotografas de los grupos publicadas en Martn Fierro, n.os30-31 y 36, del 8 de julio y del 12 de diciembre de 1926, respectivamente. <6>Véase el texto de Adrián Gorelik en el presente catálogo (pp. 49-59). Lamentablemente, las sucesivas reediciones de EvaristoCarriego excluyen este importante material iconográfico. <7>Véase la “Cronologa” preparada por Patricia Artundo para esta edicin, pp. 298-313. <8>eDe  desonon siAer,sE idic fotografa, Bue La Llanura, 1980, p. 17. En este folleto, la única fotografa reproducida es justamente Mundo propio (p. 247).
aperturaHoracio Coppola, Obelisco, 1936
a Ricardo Güiraldes. Todo o casi todo el mundo de los que eran o iban a ser nuestros mejores. Mi felicidad: ser su joven contemporáneo5.
Es poco probable que Coppola fuera indiferente a los nuevos lenguajes visuales, poéticos y ar -quitectnicos internacionales importados por Martn Fierro, la más multifacética y polémica de todas las publicaciones de las vanguardias histricas latinoamericanas de los años veinte. Al contrario. Junto a los nuevos repertorios modernizantes y a las consignas importadas de Europa (entre otros, Marinetti, Ramn Gmez de la Serna, Supervielle y Apollinaire), desfilan por esta re -vista las iconografas de Pedro Figari, Emilio Pettoruti y xul Solar, fundadores de las vanguardias pictricas sudamericanas. Debido a la falta de atencin hacia los Estados Unidos, que algunos años más tarde s tendra Sur, la revista deja de considerar a la fotografa como género artstico. Sin embargo es prdiga en aguerridos textos de Alberto Prebisch a favor de la nueva arquitectu -ra. Lector de L’EspritNouveau (dirigida por Le Corbusier y Amédée Ozenfant), Prebisch emprende una verdadera batalla contra los cánones decorativos en favor de una arquitectura geométrica y funcional. Galpones, hangares, silos, bañaderas y mingitorios son resemantizados en objetos de arte (en un proyecto que difiere del readymade de Marcel Duchamp). Son los mismos silos tubu -lares, monumentales en su geometra volumétrica, que aparecen en la pintura de los años veinte de Alfredo Guttero, también amigo de Coppola y fundamental en la formacin de su mirada.
Otro de los personajes clave para la construccin de la “modernidad periférica”, o del “criollis -mo urbano de vanguardia” (en términos de Beatriz Sarlo) es Borges. De regreso de su extenso viaje por Europa (1914-1921), lleva adelante el proyecto literario de una “fundacin mitolgica de Buenos Aires”. En el primer poemario de Borges es sorprendente la ausencia de seres hu -manos: es una fundacin a través de calles despobladas y detenidas en el tiempo. Los escasos nombres propios que surgen en la poesa pertenecen a héroes del pasado y a su construccin de la historia. De modo similar, en el paisaje urbano de Horacio Coppola, tanto en el centro mo -dernizante como en las orillas que confunden horizonte y cielo, el gran personaje es, sin duda, la propia ciudad. Las personas entran como figuras de un gran escenario, jamás como individuos. Son las multitudes, las instantáneas de los cuerpos, los movimientos de los transeúntes, los que dejan un registro del tiempo a través de los signos de la moda. Es una ciudad que, fotografiada desde sus diversos grupos sociales y registros arquitectnicos, se impone en su visin de totali -dad al registro individual de los que se acaban convirtiendo en sus propios personajes. Coppola recuerda a Borges como el compañero de infatigables caminatas por la ciudad, y la prueba más cabal de este diálogo está en las dos imágenes de Buenos Aires reproducidas en la primera edicin de Evaristo Carriego, tomadas en 1929. Borges, que fundara en Madrid y junto a Rafael Cansinos-Assens el ultrasmo español, vuelve a fundarlo en Buenos Aires, pero lo sostiene por poco tiempo. Con ocasin de su primer libro de poesa, Fervor de Buenos Aires (1923), Borges le da la espalda a la retrica modernlatra de las vanguardias, pero mantiene no obstante una poesa de recorte moderno, donde deja clara su visin de Buenos Aires, en cierto modo compar -tida por Coppola. Como es sabido, Borges decide homenajear al poeta Evaristo Carriego y, junto a él, al barrio de Palermo. Sorprende, por tanto, el reciente hallazgo de Adrián Gorelik: las dos fotos reproducidas en el Carriego están más prximas al barrio de Once que a Palermo. Esto re -vela que la mirada de Coppola, como la de Borges, supera el recorte de lo particular para llegar
horacIo coPPoLaRGFAOFOT íA
abajo propio, 1927Horacio Coppola, Mundo
a una especie de arquetipo urbano, donde la tradicin y lo moderno conviven en el diseño de las casas de barrio6. Es fácil imaginar la interlocucin intensa durante las caminatas, y los recuer -dos todava frescos en Borges de una Europa donde haba entrado en contacto con el expresio -nismo alemán, con el cubo-futurismo italiano y francés y con el ultrasmo español.
Otro de los elementos fundamentales que ayudan a Coppola, fundador del primer cine club de Buenos Aires en 1929, a fijar la mirada moderna es sin duda su vnculo con el cine7. Es tam-bién curioso que, desde el punto de vista de una actividad institucional en Buenos Aires, los intereses de Coppola están vinculados primero al cine y después a la fotografa.  En este perodo de formacin, durante la segunda mitad de los años veinte, es cuando Coppola realiza la fotografa más temprana de esta exposicin, Mundo propio, de 1927, de cuando tena veintiún años. La foto de una cmoda con cuatro cajones, el último de ellos abierto, se des -taca por la temprana mirada geométrica y verticalizante, por los detalles que se multiplican en serie y por el efecto de mise en abyme tan Bauhaus y tan Nueva Visin. Con la intervencin del fotgrafo más allá del encuadre, la inclinacin de la cmoda desafa la ley de la gravedad. Seis décadas más tarde, Coppola se proyecta en la distancia en una memoria, describiéndose y redescubriéndose en segunda persona. De los muchos textos tericos escritos por Coppola, slo en uno, creo, se detiene retrospectivamente y en detalle en una fotografa suya, y elige precisamente Mundo propio. Esta imagen, atrapada en el tiempo, se constituye en la promesa por excelencia de la mirada moderna de Coppola8:
Sentado frente a tu escritorio, un libro en las manos, tus ojos abandonan la lectura. A tu derecha ha quedado abierto el cuarto cajn, el último: has olvidado el porqué. Ahora tu mirada desciende, vertical, recorre las tres manijas de los cajones superiores, cerra -dos. Se te ocurre: “muro de tres pisos”. Y te sorprende, vista aérea, el espacio rectangular abierto como “un patio”. Y en el fondo: “¡El antifaz negro! ¡Mi escuadra del 5º grado B! La regla de ébano del abuelo...”. S, “patio de los recuerdos.. ” Al retirar tu silla y alejarte, . . ese “vaco” en perspectiva “encierra” un tiempo de tu vida. La luz cae de lleno y, rasante, ilumina el frente de los cajones, las manijas labradas. Ves molduras, la gracia de la madera, sus vetas, el orden geométrico, elementos de la arquitectura del mueble; un re -flejo blanco sube desde el “patio de los recuerdos”, trepa por el frente del penúltimo ca -jn... “recuerdos”... reconoces parte de ti mismo, ese algo que es tu mundo propio: llega a  tus ojos, lo real iluminado, sustancia ptica: tu nueva lectura. imagema transcrita por tu cámara esa noche de 1927 y que conservas: FOTOGRAF íA, testimonio vivido, documento. Ya el ttulo de la imagen, Mundo propio, es revelador de la subjetividad del fotgrafo, corrobo-rada de forma explcita con su nombre y apellido manuscritos sobre la escuadra y la “persona” de la máscara. Una especie de firma, de un yo que contiene su propio yo en un discurso foto -gráfico ostensiblemente autorreferencial. Coppola se redescubre a s mismo en los vestigios de un pasado reciente, en la mirada de un joven que reencuentra su infancia en la geometra de un mueble (en 5º grado, Coppola tendra unos diez u once años de edad). Es un espacio construido y transformado en tiempo.
Jorge SchwartzFUNDACióN DE BUENOS AiRES: LA MiRADA DE HORACiO COPPOLA
24 | 25
arribaE gue  elanoitcnarF ed Bibliothèque Nas ,9152 .aPr,s Geselobs,inar P enèegtAR ,td eu abajoArchiv, Akademie der Künste, Archiv, Berln Walter Benjamin  Pars, s/f.Germaine Krull, Pasaje,
coppola y la revista Sur Después de Martn Fierro, la internacionalizacin del campo cultural argentino se ampla más aún con el inicio de la publicacin de Sur, de Victoria Ocampo, e imprime a una de las revistas culturales latinoamericanas más importantes de los años treinta y cuarenta un fuerte perfil americanista9. Y si a Coppola se le puede vincular a algún grupo, sin duda él se identificara con éste, al cual estuvo asociado desde su gestacin. El primer número de Sur, publicado en  el verano de 1931, fue poco menos que revelador. En 1929 Coppola, que tres años antes haba estado en la presentacin de Marinetti y asisti en Amigos del Arte al famoso ciclo de diez conferencias de Le Corbusier sobre Buenos Aires, rememora: “[su] análisis de Buenos Aires, [fue la] base de mis futuras fotografas” (véase Apéndice iV, p. 321). El arquitecto francés aparece mencionado en dos momentos importantes del número inicial de Sur, en el artculo de Alberto Prebisch, “Precisiones de Le Corbusier”, y en el artculo de Victoria Ocampo, “La aven -tura del mueble”. En este ensayo, ella habla también con efusivo entusiasmo de la visita hecha meses antes a Alfred Stieglitz, en su última galera, An American Place, ubicada en Nueva York, en el 509 de la avenida Madison: “Nunca olvidaré esas extraordinarias obras de arte (las foto -grafas que vi en Pars y Berln no pueden ser comparadas). Nunca olvidaré las cosas que Stie -glitz deca respecto a su minucioso trabajo”10. Tres años más tarde, en 1934, Victoria Ocampo escribe sobre este memorable encuentro. Ella conoci a Stieglitz a través de Waldo Frank (su interlocutor más importante en el momento de la fundacin de Sur). El director de Camera Work le regal dos fotografas que, por la descripcin y la fecha, deban de pertenecer a la famosa serie de los “Equivalentes”, a la cual volveremos más adelante. En el tercer número de Sur (invierno de 1931), Lewis Mumford escribe sobre “El arte en los Estados Unidos”, y al refe -rirse a Stieglitz de la manera más entusiasta le define como el gran fotgrafo norteamericano, y lo compara con la arquitectura de Frank Lloyd Wright. Es como si lo moderno en Sur tuviese preeminencia a través de la fotografa y de la arquitectura, y no slo de la literatura11. En el quinto número (verano de 1932), Coppola introduce la geometra pura en una foto emblemática como Calle California, barrio de La Boca (véase p. 173), y busca puntos de fuga en Cornisas, tema de varias de las fotos all reproducidas.
a través de la ventana De las varias definiciones que Coppola eligi para la fotografa, “imagema” es el concepto que mejor la representa: “Desde mi ventana –viendo con ansia y maravilla– miro lo real iluminado: encuentro desde un punto de vista dado una imagen, por as decirlo, de mi mundo propio [las cursivas son de Horacio Coppola (véase Apéndice V, p. 325)]. La alusin a la ventana puede tener el sentido más literal del término, pero en el sentido figurativo representara su mirada y su encuentro con el mundo, subjetivo a través de la lente de la cámara fotográfica. Esta misma mirada puede también traspasar, desde dentro, el cristal de una ventana o de una puerta. Lo vemos, por ejemplo, en la magnfica fotografa del Hipdromo de La Plata (véase p. 291), prácticamente inédita, con la elegante pareja que frecuenta el hipdromo de espaldas, vistiendo los signos de la clase acaudalada de una época que reproduce la moda europea, mirando hacia fuera del gran vidrio. La divisin del ventanal convierte este fotograma en un transparente trptico vertical. Este mismo movimiento, de dentro hacia fuera, se repite en las luces de la ciudad tomadas desde interiores en otras fotos de Coppola.
horacIo coPPoLaíGFOAARF TO
<9>Entre otros, formaron parte del prestigioso grupo Sur de Buenos Aires, Victoria y Silvina  Ocampo, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Guillermo de Torre y Oliverio Girondo. <10>“Testimonio”, San isidro, julio de 1934, en Victoria Ocampo (Eduardo Paz Leston, ed.), Testimonios, Buenos Aires, Sudamericana, 1999, pp. 53-57. Véase también el excelente artculo de Rubén Biselli, “El lugar de la fotografa en la revista Sur durante la década del 30, en La trama de la comunicacin, vol. Vii, Universidad Nacional de Rosario. Agradezco a Patricia Artundo la indicacin de este ensayo, reproducido electrnicamente en http://biblioteca.puntoedu.edu.ar/dspace/ bitstream/2133/727/1/Tecnologias+ comunicacionales+y+procesos+culturales+ modernizadores.pdf <11>Para consultar los artculos completos de los primeros números de Sur, véase http:// www.cervantesvirtual.com/servlet/ indiceTomosNumeros?portal=0&Ref=8434 Los primeros seis números de lujo de Sur son una verdadera rareza. Slo se han impreso cien ejemplares, donde aparecen las fotografas, insertadas dentro del artculo de apertura de Alfonso Reyes, “Rumbo a Goethe”. Agradezco a Gonzalo Aguilar y a Martn Gaspar la obtencin de estas imágenes. <12>Utilizo la traduccin brasileña de Walter Benjamin, Passagens, São Paulo-Belo Horizonte, imesp-Ufmg, 2007, pp. 715-716. Benjamin cita por Nadar, Quand jétais photographe, Pars, 1900, pp. 127-129.
abajoHoracio Coppola, Avenida Daz Vélez, 1936
 Un movimiento contrario, o sea, la mirada hacia dentro de la ventana, se produce con la secuencia del escaparate, cuyo valor ideolgico fue magistralmente estudiado por Walter Benjamin, al analizar los pasajes de Pars a finales del siglo xix. Los escaparates de Coppola de alguna manera dan continuidad a los de Eugène Atget o a los de Germaine Krull. El consa -grado fotgrafo francés posiblemente los viera más como registro y testimonio de una ciudad que sucumba en los albores del siglo xx a los llamados de la modernidad. Descubiertos en los años veinte por los surrealistas y por una joven Berenice Abbot, son ellos los que rescatan sus imágenes del mero papel de una cartografa de Pars para otorgarle un sentido poético que los surrealistas, por iniciativa de Man Ray, imprimieron a su revista (La Révolution Su-rréaliste, 1926). El maniqu, flâneur inmvil y habitante por excelencia de los escaparates, es el emblema de una modernidad reificada. Su gran poder simblico abarca desde la mera mercadera pétrea y muda, hasta una funcin poética que la imagen eterniza y se plasma en el papel. Estos seres inanimados rellenan un vaco en el Pars de Atget y Krull como en el Buenos Aires de Coppola. En el libro pstumo sobre los Pasajes, Walter Benjamin registra la siguiente observacin de Félix Nadar, extrada de un texto autobiográfico de 1900: “Sera difcil obtener de un ser humano una inmovilidad absoluta, inorgánica, durante los dieciocho minutos de ex -posicin. Busqué salvar la dificultad con los maniques, que vest como obreros y los posicioné en aquel escenario del modo menos extraño posible”12. Más que de una intencin, Nadar nos habla de los maniques como de una posibilidad técnica, como sucedáneos de los humanos. Es de esta manera como vemos los bustos coppolianos de mujeres en Pars, Berln y Londres, entre 1933 y 1934. El cuerpo fragmentado será uno de los temas predilectos de la mirada de la Bauhaus. Esta especie de “júbilo del objeto”, o apologa del fragmento, palpita en los maniques como seres humanos, as como en los seres humanos representados por muñecos
Jorge SchwartzFUNDACióN DE BUENOS AiRES: LA MiRADA DE HORACiO COPPOLA
26 | 27
  • Univers Univers
  • Ebooks Ebooks
  • Livres audio Livres audio
  • Presse Presse
  • Podcasts Podcasts
  • BD BD
  • Documents Documents