Trois apports des données longitudinales à l analyse de la pauvreté - article ; n°1 ; vol.383, pg 245-282
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Economie et statistique - Année 2005 - Volume 383 - Numéro 1 - Pages 245-282
Volet 1 Erreurs de mesure et entrées-sorties de pauvreté Le manque de ressources sur une courte période ne suffit pas pour définir la pauvreté, qui doit s'apprécier sur une période de quelques années. Les erreurs d'observation sont responsables d'évolutions qui font croire, à tort, à une importante volatilité du phénomène. Un apurement statistique permet de corriger partiellement les défauts d'observation, mais d'une façon sensible aux hypothèses retenues. Réduire les facteurs parasites diminue des deux tiers les sorties de pauvreté. La corrélation entre les diverses formes de pauvreté reste faible : leur non-coïncidence n'est pas un artefact. Volet 2 Dynamique de la pauvreté D'autres échelles que les pauvretés monétaire, de conditions de vie et « subjective » peuvent compléter l'analyse multidimensionnelle de la pauvreté, par exemple la faiblesse des ressources en matière de santé, ou de capital social. Les populations présentant les divers manques ne se recouvrent que partiellement et les symptômes de pauvreté n'apparaissent pas en même temps. La pauvreté subjective semble être un indicateur avancé, les privations matérielles arrivant aussi assez tôt dans la trajectoire d'appauvrissement. Les problèmes de santé semblent davantage cause que conséquence de la pauvreté. Volet 3 Pauvreté absolue et relative Foster a proposé une mesure mixte, avec un seuil de pauvreté moyenne géométrique d'un seuil absolu et d'un seuil relatif, avec une élasticité à déterminer entre 0, correspondant à l'approche absolue, et 1, correspondant à l'approche relative. Pour la France de la fin des années 1990, la valeur est proche de 1, mais significativement inférieure : les représentations sont davantage en phase avec les concepts relatifs qu'avec l'approche absolue, mais ne font apparaître qu'une indexation partielle, les normes n'entérinant que progressivement et de façon sélective les évolutions des modes de vie.
ÉCONOMIE ET STATISTIQUE N° 383-384-385, 2005 Tres aportaciones de los datos longitudinales al análisis de la pobreza
y Daniel Aspecto 1 Errores de medición y entradas-salidas de pobreza
Medir las entradas-salidas de pobreza con una mera comparación de los recursos anuales registrados a través de unas encuestas llevadas a cabo acerca de los hogares acarrea unas cuantas dificultades conceptuales y empíricas. La carencia de recursos en un periodo corto no basta para definir una situación de pobreza. Esta debe más bien valorarse en un promedio sobre varios años (cinco son los que parecen ser una duración pertinente). Los errores de observación son responsables de evoluciones de un año a otro que nos llevan a creer de modo erróneo en una fuerte volatilidad del fenómeno. Los métodos estadísticos de corrección basados en unos tratamientos econométricos permiten corregir parcialmente los fallos de observación, pero de manera poco firme y, sobre todo, sensible a las hipótesis retenidas. La amplitud de las correcciones llevadas a cabo de esta manera es fuerte: reducir los factores que resultan ser parásitos disminuye en unos dos tercios las salidas de pobreza. La correlación entre las diversas formas de la pobreza, monetaria, en condiciones de vida y subjetiva, es un poco más fuerte pero sigue siendo tenue: la no coincidencia de las formas de pobreza no es un artefacto.
Aspecto 2 Dinámica de la pobreza: ¿ es posible desenredar la maraña de las causalidades?
Que la pobreza sea un fenómeno multiforme ya es una idea casi consensual. Pero se sigue discutiendo el número de las dimensiones por considerar y, por tanto, el grado de agregación por retener como indicadores sintéticos. Aunque sean tres las formas de pobreza que más a menudo llaman la atención, o sea la pobreza monetaria, la pobreza en términos de condiciones de vida y la llamada pobreza «subjetiva» elaborada a partir de las dificultades por conseguir un presupuesto equilibrado, otras escalas parciales podrían completar el análisis: la debilidad de los recursos en materia de salud o de capital social, una mala inserción en el mercado laboral, o el hecho de cobrar ayudas dirigidas institucionalmente a las poblaciones desfavorecidas. Las poblaciones caracterizadas por esas carencias no son las mismas aunque a veces se cubran parcialmente. Sobre todo, los diferentes síntomas de pobreza no aparecen al mismo tiempo. Un proceso temporal coherente parece desdibujarse sin embargo, el cual sugiere la existencia de unas relaciones de causalidad entre las diferentes formas de pobreza. La pobreza subjetiva parece ser un indicador avanzado de la totalidad de las dificultades, pues las privaciones materiales llegan en la trayectoria de empobrecimiento antes que las ayudas institucionales, las cuales llegan casi al final del proceso. Las dificultades de salud parecen desempeñar un papel importante, son causa antes que consecuencia de los fenómenos de pobreza.
Aspecto 3 Pobreza absoluta y relativa: unos cuantos elementos de reflexión y una tentativa de cuantificación
Si bien la mayor parte de los enfoques de la pobreza remiten al conjunto de las mediciones absolutas o al de las mediciones relativas, cada cual con sus propias ventajas e inconvenientes, unas cuantas tentativas de definición de mediciones mixtas han aparecido hace poco. Al tratar de instrumentalizar el concepto de «elasticidad de la renta del umbral de pobreza» descrito por Gordon Fisher, Foster ha imaginado un umbral de pobreza definido como la media geométrica de un umbral absoluto y de un umbral relativo, con una elasticidad que se pueda determinar entre el valor 0, que corresponde al enfoque estrictamente absoluto, y 1, que corresponde al enfoque relativo. Debiendo reflejar dicha medición unas aserciones normativas, más o menos implícitas, de la sociedad estudiada, el valor de esta elasticidad debe inferirse de la observación de los comportamientos reales y no elegirse de manera arbitraria. Realizada a partir de unos datos franceses sobre finales de la década del noventa, la estimación nos proporciona un valor cercano pero sí inferior al 1 (lo cual ya es más de lo que se obtiene para Estados Unidos): las representaciones espontáneas están más en fase con los conceptos relativos retenidos para la medición estadística del fenómeno que el enfoque alternativo en términos absolutos, pero sólo dan cuenta de una indización parcial, pues las normas sólo confirman de forma paulatina y selectiva las evoluciones de los modos de vida.
Longitudinaldaten: drei Beiträge zur Analyse der Armut
Teil 1 Messfehler und Eintritt in die Armut/ Austritt aus der Armut
Die Messung des Eintritts in die Armut und des Austritts aus der Armut durch bloßen Vergleich der jährlichen Einkommen, die mittels Erhebungen bei Haushalten erfasst werden, bringt konzeptuelle und empirische Schwierigkeiten mit sich. Der Mangel an Ressourcen innerhalb eines kurzen Zeitraums reicht nicht aus, um eine Situation der Armut zu definieren. Diese muss eher in einem durchschnittlichen Zeitraum von einigen Jahren (fünf Jahre werden oftmals als relevante Dauer erachtet) bewertet werden. Beobachtungsfehler sind für Jahresentwicklungen verantwortlich, die fälschlicherweise auf eine hohe Volatilität dieses Phänomens schließen lassen. Die statistischen Bereinigungsmethoden, die ökonometrischen Analysen zugrunde liegen, ermöglichen eine partielle Korrektur der Beobachtungsfehler, die allerdings nur wenig stabil ist und insbesondere von den herangezogenen Hypothesen abhängt. Die auf diese Weise vorgenommenen Korrekturen sind umfangreich: Die Reduzierung der Faktoren, die als Parasiten betrachtet werden, mindert die Fälle des Austritts aus der Armut um ca. zwei Drittel. Die Korrelation zwischen den einzelnen Formen der Armut •monetäre Armut, Armut bezüglich der Lebensbedingungen und subjektive Armut •wird dadurch geringfügig gestärkt, bleibt aber gering; denn die Unterschiedlichkeit der Formen der Armut ist kein Artefakt.
Teil 2 Dynamik der Armut: kann das Gemenge der Kausalitäten entflochten werden?
Dass es sich bei der Armut um ein vielschichtiges Phänomen handelt, hierüber herrscht heute nahezu Einvernehmen. Gegenstand von Diskussionen ist aber immer noch die Anzahl der zu berücksichtigenden Dimensionen und mithin der zu wählende Grad der Aggregation für die synthetischen Indikatoren. Auch wenn drei Formen der Armut •monetäre Armut, Armut bezüglich der Lebensbedingungen und so genannte •subjektive“ Armut wegen der Schwierigkeiten, das Budget auszugleichen •in der Regel das Interesse gilt, könnten andere partielle Skalen die Analyse ergänzen: geringe Ressourcen im Hinblick auf die Gesundheit oder des Gesellschaftskapitals, schlechte Eingliederung in den Arbeitsmarkt oder auch Gewährung gezielter institutioneller Beihilfen für die benachteiligten Bevölkerungsgruppen. Die Bevölkerungsgruppen, die durch die diversen Mängel gekennzeichnet sind, unterscheiden sich, auch wenn sie teilweise gleiche Merkmale aufweisen. Insbesondere treten die verschiedenen Armutssymptome nicht zeitgleich auf. Allerdings scheint sich ein kohärenter zeitlicher Prozess abzuzeichnen, der auf das Vorhandensein von Kausalitätsbeziehungen zwischen den einzelnen Armutsformen schließen lässt. Die subjektive Armut ist offenbar ein Frühindikator für sämtliche Schwierigkeiten und materiellen Entbehrungen, die beim Verarmungsprozess recht früh auftreten im Gegensatz zu den institutionellen Hilfen, die viel später gezahlt werden. Gesundheitliche Schwierigkeiten scheinen eine zentrale Rolle zu spielen und sind eher Ursache oder Folge der Armut.
Teil 3 Absolute und relative Armut: einige Überlegungsansätze und ein Quantifizierungsversuch
Die meisten Ansätze zur Messung der Armut berücksichtigen entweder alle absoluten Messungen oder alle relativen Messungen, wobei jeder Ansatz Vor-und Nachteile aufweist; in jüngster Zeit wurden aber einige
Three contributions from longitudinal data to the analysis of poverty
Part 1 Measurement errors and poverty entries and exits
There are conceptual and empirical problems involved when measuring entries into and exits from poverty simply by comparing annual resources taken from household surveys. A lack of resources over a short period of time cannot be said to define a situation of poverty. Poverty needs to be assessed on average over a period of some years (with five years often being taken as a pertinent time period). Observation errors induce changes from one year to the next, which mistakenly suggest that the phenomenon is highly volatile. Statistical reconciliation methods using econometric treatments can partially correct the observation errors,
38 pages
Source : Persée ; Ministère de la jeunesse, de l’éducation nationale et de la recherche, Direction de l’enseignement supérieur, Sous-direction des bibliothèques et de la documentation.

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Publié le 01 janvier 2005
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Langue Français

Extrait

PAUVRET
Trois apports des données longitudinales à l’analyse de la pauvreté Stéfan Lollivier, Daniel Verger*
u’aucune définition, aucune statistique ne soit actuellement en mesure d’appréhender l’ensem-ble des facettes de la pauvreté semble désormais une opinion largement admise. Au caractère intrinsèquement polymorphe du phénomène se superpose la multiplicité des présupposés éthiques qui sous-tendent les approches et les choix méthodologiques mis en œuvre. Extraites de deux publi-cations récentes, trois citations symptomatiques peuvent venir en illustration de ce point, largement développé dans l’article introductif à ce numéro. «pauvreté, comme la beauté, réside dans les yeux du spectateur. La pauvreté est un jugement deLa valeur ; ce n’est pas quelque chose que l’on peut vérifier ou démontrer, même avec une marge d’erreur, excepté par déduction et suggestion. Dire qui est pauvre revient à porter toute sorte de jugements de valeur »(Mollie Orshansky, 1969, cité en exergue d’un chapitre de la thèse de Josiane Vero, 2002). «C’est bien sur le terrain de l’économie normative que porte désormais le débat sur le concept de pauvreté, mais sans espoir jamais d’être tranché. »(Vero, 2002). «La notion de pauvreté et d’exclusion renvoie à des contenus représentatifs différents : On peut considérer que “pauvreté” et “exclusion” renvoient à des représentations différentes, qui du reste peuvent entretenir entre elles des rapports de complémentarité comme d’opposition. ... Ainsi la pauvreté et l’exclusion semblent se rattacher à deux univers de significations différents. La pau-vreté renvoie davantage à la déprivation économique, à l’insuffisance du revenu. La notion continue à se rattacher à une problématique de lecture de la réalité sociale en termes d’inégalités, la pauvreté constituant le dernier échelon de cette stratification. Mais, en même temps, elle s’en détache, mar-quant déjà une rupture dans le continuum des inégalités. Le terme d’exclusion radicalise cette vision. Il désigne des situations qui sont, cette fois, exprimées comme des situations de rupture... À une notion de pauvreté située dans un référentiel économique et monétaire, s’oppose une notion d’exclu-sion davantage référée à des explications politiques sur le fonctionnement de la Société. À vrai dire, il ne s’agit pas vraiment d’une opposition, mais plutôt de deux visions qui se chevauchent, se com-plètent, se renvoient l’une à l’autre, comme pour tenter de rendre compte de la complexité du réel ; ... Gardons-nous, cependant de toute simplification qui radicaliserait ces deux visions. En fait, elles demeurent très mélangées. L’exclusion, par exemple, est également liée à des systèmes d’explica-tions très centrés sur les trajectoires individuelles ou les caractéristiques des personnes... On a plutôt ici deux strates de représentations qui se recouvrent, se répondent, s’interrogent l’une l’autre et créent ainsi un vaste univers discursif» (Autès, 2002). Chaque contribution à ce dossier confirme que les foyers aux ressources instantanées les plus modes-tes, les foyers vivant dans les conditions de vie les plus inconfortables, ceux ayant le plus de mal à
* Stéfan Lollivier est directeur des Statistiques démographiques et sociales à l’Insee ; Daniel Verger est chef de l’unité Méthodes statistiques à l’Insee. Les noms et dates entre parenthèses renvoient à la bibliographie en fin d’article.
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équilibrer leur budget ne sont pas systématiquement les mêmes ; quand on considère ceux qui se plai-gnent le plus de leurs revenus ou de leur condition, ou ceux qui perçoivent les ressources d’assistance prévues par la société pour venir en aide à ses membres les plus démunis, le constat est identique (Lollivier et Verger 1997 ; cf. aussi Verger, article introductif à ce numéro). La population de ceux qui sont en bas de toutes les échelles est même très réduite (moins de 1 %) ; certes les diverses formes de difficultés sont positivement corrélées, mais moins fortement qu’on aurait pu le supposera priori. Si le phénomène est aggravé par les erreurs de mesure qui émaillent les sources statistiques, il ne s’y réduit pas comme nous allons le prouver dans le premier volet de ce triptyque (1).
Approcher la pauvreté sous plusieurs angles, puis synthétiser en un petit nombre d’indicateurs (voire un seul ?) est la démarche qui semble bien s’imposer. Mais combien d’approches retenir ? Le débat reste entier et le nombre de trois qui s’est imposé dans ce dossier est plus un minimum qu’un opti-mum. Comme suggéré à la fin du texte méthodologique introductif, il serait plus satisfaisant d’aug-menter le nombre des éclairages retenus et permettre un cumul partiel que d’imposer le cumul exhaustif d’un ensemble plus réduit d’indicateurs : on aurait vraisemblablement ainsi une mesure plus robuste, à la fois aux erreurs de mesure et aux différences dans les goûts personnels, et une meilleure quantification de la population de ceux qui, cumulant un grand nombre de difficultés et d’insuffisances de ressources, auraient toutes les caractéristiques du « pauvre emblématique. »
Le débat sur la largeur de la fenêtre temporelle à retenir pour l’observation n’est pas clos non plus : existe-t-il un juste milieu entre des périodes comme le mois, voire l’année civile, manifestement trop courtes même si elles sont retenues dans la plupart des approches actuelles, et le cycle de vie cher aux économistes théoriciens mais notoirement trop long compte tenu, entre autres, des imperfections des marchés financiers et des problèmes liés à l’incertain ? Le débat théorique étant vraisemblablement sans issue, nous explorons ici quelques solutions alternatives, de nature toute empirique, basées sur divers types de lissage ou d’estimations économétriques de trajectoire. Nous avons néanmoins été contraints par la longueur de la période couverte par le panel européen, qui nous a conduits à estimer des trajectoires avec un lissage sur trois ans, soit sur une période légèrement inférieure à la période de quatre ou cinq ans souvent considérée comme optimale par maints experts du sujet (2).
Le deuxième volet souligne, au travers de ses résultats, l’importance de la question de la réévaluation des seuils au cours du temps, sauf en ce qui concerne l’approche totalement relative de la pauvreté monétaire. La pauvreté en conditions de vie, non réévaluée, présente une évolution difficilement interprétable, à cause d’une dérive mécanique impossible à négliger, même sur une période relative-ment courte de l’ordre de cinq ou six ans. De par sa construction, la pauvreté « subjective » est par-tiellement réévaluée automatiquement, par l’intermédiaire de l’item relatif au niveau du revenu estimé nécessaire pour survivre.
Le troisième volet explore cette voie en s’intéressant au comportement de ce seul indicateur élémen-taire, isolé des autres éléments. Il permet de voir dans quelle mesure le seuil d’insuffisance du revenu tel qu’il est ressenti suit les hausses générales du niveau de vie, la réponse étant d’ailleurs « oui, pour l’essentiel ». Pour ce type d’études, l’approche panel est incontournable, puisqu’il s’agit de suivre l’individu lui-même, afin de tenir compte de toutes ses caractéristiques, qu’elles soient observables ou non.
La présente contribution commence à explorer ces trois voies, profitant de la dimension panel des données : les huit vagues du panel européen sont en effet désormais disponibles pour la France, ce qui permet d’avoir des trajectoires couvrant la période 1993-2001 (3) pour un ensemble d’environ 4 375 individus. L’interruption inopinée de ce panel ne nous permettra hélas pas de donner des résul-tats couvrant la période récente. La nature même des données nous contraindra aussi dans le nombre
1. Ce premier volet reprend largement une contribution au séminaire Recherche de l’Insee du 13 juin 2002. 2. F. Bourguignon, en particulier, a défendu cette position à plusieurs reprises dans des discussions en colloques ou séminair es. L’écart par rapport aux bonnes pratiques n’est cependant pas rédhibitoire car les résultats prouvent (cf. infra) que la longueur de la période de lissage n’est pas critique. De toute façon, des panels collectés par entretien direct auprès des ménages et durant plus de neuf ans sont difficilement envisageables en Europe, en France en particulier. Il faudrait pour obtenir des panels beaucoup plus longs, se tou rner vers la mobilisation de sources administratives. 3. Lors de la première vague, on a demandé des informations rétrospectives sur 1993.
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des éclairages que nous pourrons développer et dans la pertinence des indicateurs que nous pourrons construire. Pour riches qu’elles soient, les données disponibles ont leurs limites : on a déjà à plusieurs reprises signalé que les items de privation recensés étaient trop peu nombreux pour que l’on puisse construire un indicateur synthétique de conditions de vie satisfaisant – nous verrons que ceci est par-ticulièrement contraignant quand on explore la dimension longitudinale des phénomènes – ; nous ferons face aux mêmes limitations quand il va s’agir de construire un indicateur d’isolement relation-nel ou de mauvais état de santé. Malgré cela, le dossier met en relief un certain nombre de résultats inédits, parmi lesquels : - Le revenu annuel, tel qu’il est déclaré par les ménages, présente une forte instabilité sur le court   terme, qui rend illusoire le calcul d’indicateurs comme les entrées-sorties annuelles de pauvreté. Pour progresser sur ce sujet, l’approche purement statistique ne suffit pas, et un retour sur le plan concep-tuel est indispensable ; il faut en particulier préciser comment traiter les instabilités qui ne sont pas toutes des erreurs de mesure, mais aussi mieux déterminer l’intervalle de temps auquel il convient de faire référence pour définir la notion même de pauvreté. - La pauvreté revêt plusieurs aspects, plus ou moins monétaires, qui font référence à des domaines spécifiques, conditions de vie, mais aussi santé ou sociabilité. Dans chacun de ces domaines, on peut construire un indicateur de pauvreté, par exemple en construisant un score à partir d’items. On sait que ces indicateurs partiels ne mettent pas en évidence les mêmes sous-populations, même s’il existe un noyau dur de pauvreté multidimensionnelle. Mais surtout ces indicateurs partiels ne sont pas tem-porellement synchrones ; le suivi longitudinal montre que certaines difficultés apparaissant précoce-ment, font office de symptômes précurseurs et suggère l’existence de liens de causalité entre certains d’entre eux. En particulier, la pauvreté monétaire, phénomène assez tardif, serait plutôt en aval de la chaîne des causalités, contrairement aux difficultés de santé qui semblent plutôt se situer en amont. Ce constat remet en cause l’idée même de construction d’un indicateur synthétique de pauvreté qui couvrirait tous les domaines. - Au moins en Europe, il est d’usage de considérer la pauvreté comme une notion relative, le seuil de pauvreté étant indexé sur l’évolution générale des niveaux de vie. Cette convention s’oppose à celle d’une pauvreté absolue, fondée sur l’accès à un panier de biens jugés essentiels, sinon fixe du moins évoluant lentement. L’examen des ressources jugées minimales par les ménages conforte la thèse d’une approche relative, même si pour un ménage donné, l’indexation à l’évolution générale n’est que partielle : un ménage donné dont le revenu croît comme le revenu moyen réévalue parallè-lement son estimation du minimum de vie, mais dans des proportions moindres, suggérant une indexation nettement inférieure à l’unité. Son utilité croît moins vite que son revenu.
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