Tras Copenhague. El cruce de caminos
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Publié le 01 janvier 2010
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Langue Español

Extrait

TRAS COPENHAGUE,
EL CRUCE DE CAMINOS
1Miquel Ortega Cerdà
Observatori del Deute en la Globalització i
Ent, medi ambient i gestió
El sábado 19 de diciembre de 2009 a media mañana finalizó la cumbre de cambio
climático de Copenhague organizada por Naciones Unidas.
La cumbre debía ser un punto y aparte en la lucha contra el cambio climático, el
momento álgido de dos años de negociación iniciados en Bali el año 2007 en el marco
de la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas. La expectación
levantada no tenía precedentes: se había confirmado la presencia de más de 115
presidentes y primeros ministros, y más de 45.000 personas de todo el mundo estaban
acreditadas para entrar en la cumbre oficial, incluyendo a más de 5.000 periodistas y
22.300 observadores. Por otra parte en la misma Copenhague tenía lugar un encuentro
paralelo gestionado por centenares de grupos ecologistas (Klimaforum) en el que
participaron miles de participantes, y la ciudad entera estaba volcada con la organización
del evento. En el fin de semana intermedio de las negociaciones más de 100.000
personas salieron a la calle en una manifestación pacífica para exigir a los negociadores
que se consiguiera un buen acuerdo.
Desgraciadamente los resultados obtenidos fueron decepcionantes para la inmensa
2mayoría de los participantes . Por una parte, se adquirió el compromiso de que los
grupos de negociación que llevan trabajando dos años continúen un año más hasta el
siguiente encuentro general en México el próximo noviembre, y, por otra parte, se
redactó un texto denominado “El acuerdo de Copenhague” que fue preparado y adoptado
en el último minuto entre unos pocos países, no encontró el consenso entre los asistentes
– y por lo tanto no fue adoptado formalmente en el proceso de Naciones Unidas -y está
–tal como reconocen los mismos firmantes- muy lejos del acuerdo necesario para
establecer un marco global suficiente para la lucha contra el cambio climático. Sus
carencias son básicamente tres:
1. Tras más de dos años de negociaciones, con el conocimiento adquirido de casi
dos décadas de estudios sobre el cambio climático, y ante una problemática ecológica
1 mortega@ent.cat y http://miquelortega.cat
2 En un gesto poco usual incluso la Comisión Europea ha acabado reconociendo su decepción:
http://europa.eu/rapid/pressReleasesAction.do?reference=MEMO/10/41&format=HTML&aged=0&language=EN
&guiLanguage=en
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Revista de Economía Crítica, nº9 , primer semestre 2010, ISSN: 2013-5254Tras Copenhague, el cruce de caminos
Miquel Ortega Cerdà
y social reconocida y cada vez más acentuada, para la mayoría de los actores
presentes en el encuentro era imprescindible un acuerdo de obligado cumplimiento
que prolongase y reforzara el actual Protocolo de Kioto. Pero el Acuerdo de
Copenhague es una declaración política sin validez legal vinculante, ni con
previsiones para que lo acabe siendo.
2. Los contenidos del texto no son lo suficiente ambiciosos ni concretos. El núcleo
de cualquier acuerdo sobre cambio climático debe ser la reducción de las emisiones
de gases de efecto invernadero. El acuerdo propuesto no asegura las reducciones
necesarias que según el Panel Internacional de Cambio Climático se requieren para
garantizar el objetivo propuesto en el mismo texto de no superar los 2 grados
centígrados de incremento de la temperatura atmosférica respecto a los niveles
pre-industriales. El acuerdo fijaba para el último día de enero la fecha límite para
que los países enviaran sus compromisos de reducción voluntarios, pero una vez
superada la fecha sólo 55 países han comunicado sus intenciones futuras (eso sí
suponen un 78% de las emisiones globales actuales e incluyen algunos de los países
más contaminantes como China e India, que en el Protocolo de Kioto no habían
asumido ningún compromiso en el ámbito de la mitigación). Aproximadamente
cincuenta países más han dicho que apoyan el acuerdo pero no han enviado ningún
plan de reducción. Según los estudios existentes hasta el momento la suma de
reducciones propuestas es insuficiente para el cumplimiento del objetivo de 2 grados
establecido en el propio acuerdo, siendo lo más posible que el aumento de
temperatura previsible se encuentre entre 3 y 3,5 grados centígrados. Lo cierto es
que el texto de Copenhague no plantea ningún compromiso global de reducción ni
cuando las emisiones globales deben empezar a reducirse (“peaking year”). Tampoco
define un sistema de verificación de los niveles de reducción logrados suficiente y
fiable para los países en desarrollo. Sin hitos intermedios, ni sistemas adecuados de
evaluación, el acuerdo deja demasiados flecos abiertos y, según el parecer de
muchos de los negociadores con más experiencia, carece de la fuerza suficiente para
ser el instrumento que lidere en los próximos años la lucha contra el cambio climático
en el ámbito internacional.
3. La financiación está mal definida, y resta incierta. Si bien el acuerdo establece
importantes flujos financieros de los países desarrollados a los países más pobres y
especialmente afectados por el cambio climático, tanto a corto como largo plazo el
acuerdo tiene importantes carencias en este capítulo. Especialmente conflictivo es
que la financiación a largo plazo, si bien se establece un objetivo de transferencia
anual de 100.000 millones en el año 2020, no marca un compromiso en firme sino
sólo la voluntad de conseguir los recursos, tampoco señala qué parte serían recursos
públicos, privados o nuevos “sistemas de financiación”, ni en qué modalidad sería
esta financiación (donaciones, préstamos o mixto), ni qué parte será gestionada por
Naciones Unidas y qué parte será gestionada por bancos multilaterales.
Los resultados fueron tan exiguos que se anuló la típica fotografía de jefes de estado
y presidentes características de estas reuniones y en la mayoría de casos volvieron a su
país sin tan siquiera hacer declaraciones públicas.
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Revista de Economía Crítica, nº9, primer semestre 2010, ISSN: 2013-5254Tras Copenhague, el cruce de caminos
Miquel Ortega Cerdà
Las dudas generadas
Tras el fracaso del encuentro de Copenhague nos encontramos en una situación
compleja, en un cruce de caminos ante el cual todos los actores vinculados, de diferentes
maneras, a la definición de políticas públicas internacionales relacionadas con el cambio
climático deberán tomar decisiones importantes en un plazo relativamente corto de
tiempo si se quiere evitar el riesgo de bloqueo del proceso.
Cuanto menos se plantean tres interrogantes con varias posibles respuestas.
Primer cruce de caminos: Diversos países, algunos más abiertamente y otros entre
bastidores, plantean serias dudas sobre la viabilidad de la continuación del modelo de
gobernanza actual de la lucha contra el cambio climático. Por ello cada vez más se oyen
voces cuestionando ¿Dónde deben definirse las políticas internacionales de cambio
climático? ¿Sigue siendo la UNFCCC el marco idóneo de negociación?
Segundo cruce de caminos: La problemática del cambio climático es tremendamente
compleja, lo que hace difícil que el conjunto de medidas que se deben tomar avancen en
paralelo al mismo ritmo. No obstante por ahora en el ámbito internacional los diferentes
aspectos se negocian conjuntamente. ¿Hemos llegado al momento de pasar de una
negociación global sobre cambio climático a un conjunto de negociaciones con diferentes
ritmos de acuerdo?
Tercer cruce de caminos: Hasta el momento las negociaciones internacionales se
han basado en esquemas cap&trade (o de comercio de permisos de emisión), pero
existen diversos motivos para pensar que esta orientación ha llegado a sus límites, o
directamente ha sido parcialmente equivocada. ¿Cuáles son los límites actuales del
sistema cap&trade? ¿Estamos a tiempo para cambiar la dinámica pese a los intereses ya
creados?
A continuación trataremos de analizarlos brevemente y definir las posibles
alternativas previsibles.
gobernanza de Las poLíticas de cambio cLimático en eL
ámbito internacionaL
En el ámbito de la gobernanza en las políticas ambientales globales se plantean
cuanto menos tres grandes modelos que también pueden ser aplicados para analizar la
lucha contra el cambio climático (Lidskog y Elander, 2010) y nos pueden ayudar a
comprender la situación actual: la gobernanza basada en un gobierno mundial, en
regímenes internacionales, y en una democracia cosmopolita.
La situación hasta la actualidad se caracterizaba en el ámbito internaciona

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