Revista Cultural (Ávila, Segovia, Salamanca). Dirigida y editada por Pilar Coomonte y Nicolás Gless. Nº. 50, Octubre 2003.

Description

Sumario:
Portada: El Alcázar de Segovia desde el Pinarillo, dibujo de Nicolás Gless.
4. La Huella de Santa Teresa de Jesús en Segovia (I), por Pilar Coomonte.
8. Entrevista con Silvia Clemente, Consejera de Cultura, por Nicolás Gless.
12. Las Edades del Hombre 2003.
14. Sobre el Convento de Santo Domingo y San Pablo, por Álvaro Mateo López.
15. La Ética de la Memoria, por Antonio Linaje.
18. Inauguración de la placa homenaje a los represaliados del franquismo, por Santiago Vega Sombría.
20. Aproximación a la historia de la fotografía abulense desde la perspectiva del lugar de los Cuatro Postes. 100 años de fotografía e imagen (1860-1960) (II), por Jesús Mª. J. Sanchidrián Gallego.
23. Naturaleza y Salud: Drosera, por Pilar Coomonte.
24. Tres torreones en Segovia para los Arias Dávila (II), por Mariano Gómez de Caso.
28. Rincón de los Versos: Jaime Siles.
32. El poeta Jaime Siles obtiene el premio Santa Teresa de Ávila.
34. Escapada a San Pelayo de Guareña y al despoblado de Mazán, por José Antonio Bonilla.
37. Brigadas internacionales, imágenes recuperadas, por Luis Artigue.
38. Presentación de Segovia Pintoresca de José Mª Avrial y Flores.
40. Los Cronistas de España en Ávila, por Antonio Linaje.
42. San Francisco, por Aurelio Sánchez Tadeo.
43. Cuando cantaban los búhos (I), por Alfonso Domingo.
46. Seminario Interdisciplinar sobre el Fenómeno Místico.
48. Panorama monumental de la Ciencia en la Corona de Castilla, por Nicolás Miñambres.
50. Música: Soziedad Alkoholika, por Alfredo Arias Horas.
52. Guerra y Literatura, una relación peligrosa, por Juan Manuel González.
53. Muelle de Madrid o la visión de la ciudad de 23 escritores.
54. Cuerpo de blasfemia y otros relatos, por Adolfo Yáñez. Catálogo Metódico de las Aves Observadas y Noticia del establecimiento y uso del cementerio extramuros de San Ildefonso.
55. La Corneja: El Amante Mimético, Relato Postal, por Moncho Alpuente.

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Nº.50 Octubre 2003 Ejemplar gratuito

Revista dirigida y editada por Pilar Coomonte y Nicolás Gless

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Ilustraciones: Alberto Baruffl

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Pilar Coomonte

Revista Cultural de Ávila, Segovia y Salamanca

LA HUELLA DE SANTA TERESA DE JESUS EN SEGOVIA (I)

an pasado ya 429 años desde aquel 18 de marzo de 1574 en que Santa Ávi H la: “Yo os digo que mañana que es fiesta Teresa de Jesús dijera a Juan de de Nuestro Padre y Señor San José, el Monasterio de Segovia quedará fundado”. Pero antes de comenzar la historia de su fundación nos parece necesario describir algunos aspectos de Santa Teresa que como escribió J. L. Aranguren: “quien aparte de su santidad, es una personalidad humana tan egregia que honra a toda la humani dad”. Santa Teresa de Jesús nació en Ávila y vivió en ella de niña y de joven y siempre el espíritu abulense se manifestó encarnado y vivo en ella. Fue su padre Don Alonso Sánchez de Cepeda, cristiano nuevo, oriundo de Toledo. Don Alonso contrajo un primer matrimonio en 1505 con Dña. Catalina del Peso, de dis tinguida familia abulense, del que quedó viudo muy pronto. De su segundo matrimo nio celebrado en Gotarrendura en 1509 con Dña. Beatriz Dávila Ahumada nació Santa Teresa el 28 de Marzo de 1515,siendo bauti zada en la Iglesia de San Juan, parroquia a la que pertenecía la casa que la familia tenía en Ávila, el día 4 de Abril de 1515.Aún hoy puede contemplarse en el templo...”una pila bautismal agallonada y muy antigua forra da en su interior con una gran vasija metá lica.”. Este venerable baptisterio está prote gido por una verja de hierro del swiglo XVII en cuya parte superior se lee la siguiente inscripción: “En esta pila fue bautizada Santa Teresa de Jesús”. La casa señorial de la familia de los Cepeda junto al espléndido Palacio plateresco de Blasco Nuñez Vela, fue donde vivió durante sus prime ros veinte años y se supone que el huerto del con vento es lo único que de ella se conserva, refi riéndose Santa Teresa en su libro “Vida”, que allí jugaba a hacer “monasterios” y que “éramos como monjas”, siendo su alma “la posada de Dios”. Esta casa señorial de la familia es hoy el con vento de Carmelitas Descalzos que se conoce con el nombre de “La Santa”. En la capilla del Carmen, donde naciera Santa Teresa, hay una lápida que dice: “En esta capilla consagrada a la Madre de Dios, estuvo en otro tiempo la feliz mansión en que la esclarecida Virgen Santa Teresa de Jesús, carísima esposa suya, nació con ventura y fue educada piadosa mente. Madre Augusta, fundadora y doctora del Carmelo Reformado”. Una de las historias más comentadas de la niñez de la Santa, ocurrió cuando tenía siete años. Después de haber escuchado la lectura de libros sobre la vida de Jesucristo, mártires, san tos y vírgenes, Santa Teresa “viendo que compra ban muy barato el ir a gozar de Dios” sintió en lo más profundo de su ser que ella también deseaba “mucho morir así”, convenciendo a su hermano Rodrigo para ir a buscar martirio a tierra de moros. Los dos hermanos se pusieron a andar en dirección a la puerta de Adaja, alcanzados por su tío Francisco Álvarez de Cepeda, quien los devol vió a su casa. Teresa escribe en el “Libro de su Vida” sus recuerdos sobre su padre y su madre. De su padre dice: “Era mi padre aficionado a leer buenos libros, y así los tenía de romance para que los

Convento de las Descalzas. Segovia

leyeran sus hijos”. De su madre recuerda que era muy hermosa, muy buena y que pasó muchas enfermedades. Murió cuando Teresa tenía doce años. Su padre decidió su educación internándo la en el convento de Agustinas de Santa María de Gracia, de régimen muy duro, donde permaneció hasta 1532 en que enfermó y salió para curarse, aunque ya tenía tomada la decisión de hacerse monja ingresando en el Convento de las Carmelitas Descalzas de la Encarnación el día 2 de Noviembre de 1535. El día tres de noviembre de 1537, dos años des pués de la toma del hábito, Santa Teresa hizo la profesión solemne. Unos días antes había acudido su padre al monasterio para hacer efectiva la dote que consistía: “en dar o doscientos ducados o veinticinco fanegas de pan de renta “, inclinán dose por esto último. Al poco tiempo de ingresar, su salud comienza a deteriorarse y el sufrimiento se presentó con una fuerza alarmante según escribe: “Comenzaronme a crecer los desmayos y dióme un mal de corazón tan grandísimo que ponía espanto a quien lo vea y otros muchos males jun tos y ansí pasé el primer año con harto mala salud”. Vistiendo el hábito del Carmen y conside rando que la disciplina de la Orden era “blanda” con demasiadas libertades y el convento no era “tan verdadero lugar de consagración a Dios” nació en ella la idea de la reforma, lográndolo, no sin gran esfuerzo, sufriendo grandes persecucio nes, estar “muy malquista”, “porque quería hacer monasterio más encerrado” y con ello “se enfrentaba y también afrentaba” a sus compañe ras, teniendo que sufrir luchas y oposiciones a la reforma saliendo triunfante y prosiguiendo con gran perseverancia y ardor el proyecto que había

trazado, luchando siempre contra tanta difi cultad, dejándonos escrito...”de que no sabía queme hacer ... me apareció San Josef mi verdadero padre y señor, y me dio a entender que no me faltarían los recursos necesa rios...” Muere su padre el 24 de Diciembre de 1543, siendo enterrado en San Juan de Ávila. La enorme tarea emprendida por Santa Teresa en la segunda mitad del siglo XVI, la reforma de toda una orden religiosa para que volviera a la pureza cristiana primitiva es una labor que demuestra su gran fe en Dios, su carácter enérgico, siempre dispues ta a vencer los mayores problemas y las más difíciles y arriesgadas vicisitudes. En este Monasterio de la Encarnación encontró a una religiosa natural de Segovia Dña. María Suarez, manteniendo con ella una gran amistad. Esta religiosa le relataba la vida y virtudes de los segovianos, cono ciendo por ella la piedad y nobleza de esta ciudad castellana. El mes de septiembre de 1560 Santa Teresa y otras monjas del Monasterio de la Encarnación entre ellas su sobrina pensa ban en cómo hacer “monasterios a manera de ermitaños como los primitivos” parecién doles una quimera, pero pronto se hizo reali dad, pues ya contaban con Dña. Guiomar de Ulloa, ilustre y rica viuda de Ávila, Dña. Aldonza de Guzman, Dña. Luisa de la Cerda, la Duquesa de Gandía entre otras poderosas damas y Felipe II que la ayuda prestándole su apoyo. El Papa Pío IV les envió una Bula para que pudieran fundar la nueva orden naciendo “el con ventillo de San José”. Tuvo Santa Teresa que con vencer al Obispo, don Álvaro de Mendoza y al concejo de la ciudad de Ávila. Hacia mediados de agosto de 1960 llegó a Ávila fray Pedro de Alcántara, un firme e incondicional apoyo, de gran consuelo en su labor reformadora. Todas las personas a quien habló de la reforma apoyaron la idea con entusiasmo, fray Pedro de Alcántara y hasta el padre Gregorio, entonces Provincial de la Orden, le dio permiso para tra bajar por la nueva fundación. En 1556, Santa Teresa tiene el primer arroba miento y poco después experimenta la transver beración. Santa Teresa con su tesón, su espíritu, su gran determinación y oración, logró que en la mañana del 24 de Agosto de 1562, ante la Madre reforma dora, Julián de Ávila, Francisco Salcedo y el Maestro Gaspar Daza, comisionado por el Obispo Don Álvaro de Mendoza, tomaran el hábito cua tro carmelitas descalzas: Ursula de los Santos, Antonia del Espíritu Santo, María de la Cruz y María de San José, anunciando con la campana el nuevo monasterio, comenzando así la Reforma de Santa Teresa de Jesús, hoy extendida por todo el mundo y fue fundando sucesivamente los conven tos de Medina del Campo, Malago (Ciudad Real), Durango, Valladolid, Toledo, Pastrana(bajo el patrocinio de la princesa de Éboli), Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Burgos,... hasta fundar 32 conventos en distintos puntos de España. Santa Teresa de Jesús dejó su huella en Segovia, como en todas partes a donde llegó esta gran mujer que se “movía entre pucheros”, alcan zaba desde las mayores cotas místicas hasta la

Revista Cultural de Ávila, Segovia y Salamanca

resolución de los más complicados problemas de sus fundaciones, logrando el triunfo de la reforma carmelita y que sea venerada hoy en todo el mundo. Estuvo en Segovia cuatro veces y como escribió en su “Libro de las Fundaciones”, que estando en oración le fue dicho por Nuestro Señor que viniese a fundar en Segovia: “A mi me pareció cosa imposible, porque yo no había de ir sin que me lo man dasen y tenía entendido del padre comisario apostólico, el maestro fray Pedro Fernández, que no había gana que fundase más, y tam bién ví que no siendo acabados los tres años que había de estar en la Encarnación que tenía gran razón en no lo querer. Estando pen sando esto, díjome el Señor, se lo dijese, que El lo haría... Bien parece que lo quería su Magestad, porque luego dijo que se fundase y me dió licencia, pero yo me espanté harto, según lo que había entendido de él en este caso”. Sale Santa Teresa desde el Monasterio de la Encarnación, donde era entonces priora, al Monasterio de San José para Segovia, acom pañada de Dña. Quiteria de Dávila, Isabel de Jesús y Mariana de Jesús, de Segovia, Guiomar de Jesús, Isabel de San Pablo, su sobrina, fray Juan de la Cruz, su vicario y confesor a quien ella tanto apreciaba, el cléri go Juan de Ávila y Don Antonio Gaitan, caba llero de Alba de Tormes. Cinco monjas, dos capellanes, el caballero Gaitan, algunos “mozos y arrieros” era toda la comitiva que par tieron de Ávila una fría mañana del jueves 18 de marzo de 1574 para realizar la fundación en Segovia. Santa Teresa confesó de este viaje: “Mas porque no hubiese fundación sin algún trabajo, deja do el ir yo allí con harta calentura y hastío y males interiores de sequedades y oscuridad en el alma grandisima y males de muchas maneras corporales, que lo recio me duraría tres meses y medio año que estuve allí siempre fui mala”. Estuvo en Segovia enferma de cuartanas, del estómago y de los ojos, pero no por ello dejó de rezar, escribir, ayudar a las monjas enfermas, atendiendo a todos los menesteres de la funda ción, a los pleitos de las casas, haciendo peniten cias, tomando disciplinas, con ese espíritu fuerte y firme que siempre la caracterizaba. De sus peni tencias recoge la madre Ana de la Encarnación: “Ví a nuestra Santa en Segovia, enferma de calen turas muy recias y ví que se levantaba de la cama de noche, y se vestía el hábito y se acostaba en un corcho, y a la mañana se volvía a la cama porque el doctor la hallase en ella”. Ya muy próximos a Segovia el capellán Juan de Ávila le pidió a Santa Teresa la Licencia escri ta del Obispo, a lo que le respondió que sólo la tenía de palabra, por lo que el Provisor, al no estar el Obispo en Segovia, iba a crearles problemas. La Santa le contestó: “Pues yo os digo que mañana que es el Señor San Josef ha de salir fundado el Monasterio”. Llegó Santa Teresa a Segovia la noche del 18 de Marzo de 1574 a fundar el Convento de Carmelitas Descalzas de San José del Carmen, y como dejó escrito; “No quise entrar sino la víspera, secretamente de noche”. Según se recoge en el libro “Segovia: una fecha con dos Santos”: “Atraviesan el barrio del mercado hasta el de Santa Eulalia, por lo que hoy es calle de José Zorrilla, pasan el río Clamores, entonces descu bierto,... Suben por la breve y empinada cuesta de la calle de Muerte y Vida, hasta llegar a la de San Francisco. Atraviesan la plazuela del mismo nombre y dejando a la derecha el famoso conven to de franciscanos, hoy transformado en Academia de Artillería, se detienen ya muy cerca del Acueducto, en el Mesón del Aceite. Este mesón es de cierta importancia pues en él se des

Casa de López Losa, actual Colegio de Arquitectos de Segovia, donde celebró por pri mera vez misa en Segovia San Juan de la Cruz.

Abajo: Teresa de Jesús, anónimo. Academia de la Lengua. Madrid

carga todo el aceite que llega a la ciudad; su pro pietario Don Antonio de Zamora, es mercader en paños y cambista, acaudalado sin duda pues sus tres oficios son muy rentables”. Poco tiempo después de llegar al Mesón del Aceite, en el azoguejo segoviano, Santa Teresa mandó llamar a Dña. Ana de Ximena, viuda de Don Francisco Barros de Bracamonte, caballero que profesó más tarde en el convento con su hija Dña. María, para decirle que ya “testaban pres tas” para acudir a la casa o “palomarcico” que junto con su primo Don Andrés de Ximena, industrial segoviano de paños y telares y otros amigos habían buscado una casa alquilada de la

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calle Almuzara Vieja, según recoge Juan de Vera en su libro “Casas Blasonadas de Segovia”: “ ... Cuenta la leyenda que en esta casona cedida por los Mercado y Losa, de quien era en aquel tiempo, celebró por pri mera vez misa en Segovia San Juan de la Cruz, un día del año del Señor de 1574, y en ella fundó la nómada Teresa de Jesús el Convento de Carmelitas Descalzas, de donde pasó al poco tiempo al edificio, casi frontero que hoy ocupa...” Posteriormente la casa perteneció a los condes de Velarde, herede ros de los Bayón. En 1981 la casa se vendió al Colegio de Arquitectos. En esta casa se con servó el torno hasta la reforma como sede de dicho colegio. Santa Teresa vino acompañada de Isabel de Jesús, de la familia Ximena, que había nacido en Segovia, quien encontrándose como novicia en Salamanca, cantó: “Véante mis ojos / dulce Jesús bueno: / véante mis ojos / muerame yo luego...” La emoción que sintió Santa Teresa fue muy grande, como escribe Isabel de Jesús: “Estando cantando mi copla se quedó nues tra Madre arrobada entre las demás religio sas; y habiendo esperado un rato, como no volvía en sí, la llevaron tres o cuatro a su celda en peso; que lo que allí pasó no lo sé, solo que la ví salir al otro día, después de comer, de su celda, y parece que todavía estaba absorta y como fuera de sí”. Santa Teresa y sus acompañantes fueron esa misma noche a ver la casa alquilada, que sería convento. En la casa de la Almuzara todo estaba prepa rado ya para decir la misa. Julián de Ávila dio la primera misa, y después fue oficiada otra por Fray Juan de la Cruz, quedando así realizada la fundación. En estos momentos acertó a pasar por allí el canónigo Juan de Orozco y Covarrubias, que al ver “aquel portalico tan limpio y tan asea do, le entraron deseos de celebrar en él...” “Yendo a mi iglesia”, escribió cuando ya era obispo, “ vi cerca de ella una cruz sobre una puerta y pregun tando lo que era, me dijeron que era el nuevo monasterio de Carmelitas Descalzas que habían venido de fuera y aquella mañana habían tomado posesión en aquella casa y dicho muy de mañana misa; y entrando dentro vi un altar con una cruz y sin hacer más averiguación en adorando la cruz y hecha oración, envié un paje a preguntar si podría decir misa. Dijéronme que sí y que reci birían merced en ello. Dicha la misa me llegué donde pude hablar con la Madre Teresa de Jesús... y en compañía de la Madre Isabel de Santo Domingo (la confunde con la Madre Isabel de Jesús) me dijo estas palabras: sepa vuestra merced señor prior que Dios le ha traído a esta casa y que tiene obligación de hacerme merced, porque aunque yo no me precio de las noblezas del mundo, no dejo de estimar lo que es razón; y sepa que la señora Dña. María de Tapia, su tía, es mi prima; más lo principal es la caridad con que nos ha de acudir a esta casa”. En esta fundación de Segovia como en otras, Santa Teresa de Jesús tuvo que luchar contra la incomprensión, la envidia, la maldad, con las que chocaba, a pesar de sus grandes condiciones diplomáticas y su gran bondad y personalidad. ¿Cómo le iba a resultar tan fácil, sin lucha, la fun dación de Segovia?. La licencia para la fundación la tenía Andrés de Ximena del obispo Cobarrubias, pero era verbal, autorizándose tam bién por el Concejo de la ciudad, y en el cabildo se tomó este acuerdo el día 23 de Marzo: “Diose noti cia en este Ayuntamiento cómo han venido de la Orden de las Descalzas a poner y hacer casa en este lugar; y ansí que de parte de la ciudad sería bien irles a visitar y dar el para bien venidas. Y ansí se acordó que los señores Antonio de la Hoz