L I B RAFLYOF THEUNIVER.5ITYOr ILLINOIS869.3R147d1US return to the library from which k was withdrawnon or before the Latest Date stamped belowTheft, mutilation, and undertining of books ara ma»». .». - .-UNIVERSITV OF ,aims LIBRARY AT URBANA-TM........•^W 2m.¿L161—O-1096Cristina Ramos MexiaMaríaDe laSombra á la LuzBUENOS AIRES—1906i--'^^í ^•í.. r^^-s^^V:^^ii^^f'tjS--ÍNDICEPRIMERA PARTEPÁGINAI—Valentina 3Capítulo" II—La Marquesa Aurora de Alcibiani , . 9III-El 16baileIV—Enriqueta 22" 30V—Desengaño.41VI—Angustias49VII—La Boda" 63VIII- El suplicio69IX-üjTardeü?X—Edmundo Enriquetay 72" XI—¡Buenas nuevas! 78XII—¡A. Roma! 90XIII—¡Paz en su tumba! 95" XIV—El Castillo de los Manantiales. . . 99XV—La carta 106" 108XVI- -Rafael en V'enecia" mis pasos. , . 118XVII—La Providencia guíe" XVIII-La Sibila 1^7« XIX—El alma Enriqueta 152de:*"r7'í'í*iKp:;'IV índicePÁGINACapítuloXX—Libres 139XXI—Aurora Yolanda 144y" Perdida!XXII-i 150" XXIII—¡Adiós Venecia! 164" XXIV—Ei esposo abandonado 167SEGUNDA PARTECapítulo I—Regeneración 172" II—Arrepentimiento 178III—Reconciliación 185IV— . . 190V—El relato 195VI—¡Salvada! 203VII—Sola 209Edmundo deVIII— Miramar 211" IX—A las puertas del Paraíso 215X—Cielo sin nubes 222Las Nupcias 230XI—XII—Conclusión 233'^F^B^- »fr--DE LA SOMBRA Á LA LUZ-CAPÍTULO I ;_ValentinaLa señorita Valentina Evoli pertenecía á una de lasfamilias más distinguidas de la ciudad de Venecia.edad seis habíaHasía ...
L I B RAFLY
OF THE
UNIVER.5ITY
Or ILLINOIS
869.3
R147d1
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Theft, mutilation, and undertining of books ara ma»». .». - .-
UNIVERSITV OF ,aims LIBRARY AT URBANA-TM........
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L161—O-1096Cristina Ramos MexiaMaría
De laSombra á la Luz
BUENOS AIRES—1906
i--'^^í ^•í.. r^^-s
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f't
jS--ÍNDICE
PRIMERA PARTE
PÁGINA
I—Valentina 3Capítulo
" II—La Marquesa Aurora de Alcibiani , . 9
III-El 16baile
IV—Enriqueta 22
" 30V—Desengaño.
41VI—Angustias
49VII—La Boda
" 63VIII- El suplicio
69IX-üjTardeü?
X—Edmundo Enriquetay 72
" XI—¡Buenas nuevas! 78
XII—¡A. Roma! 90
XIII—¡Paz en su tumba! 95
" XIV—El Castillo de los Manantiales. . . 99
XV—La carta 106
" 108XVI- -Rafael en V'enecia
" mis pasos. , . 118XVII—La Providencia guíe
" XVIII-La Sibila 1^7
« XIX—El alma Enriqueta 152de:*"r7'í'í*iKp:;'
IV índice
PÁGINA
CapítuloXX—Libres 139
XXI—Aurora Yolanda 144y
" Perdida!XXII-i 150
" XXIII—¡Adiós Venecia! 164
" XXIV—Ei esposo abandonado 167
SEGUNDA PARTE
Capítulo I—Regeneración 172
" II—Arrepentimiento 178
III—Reconciliación 185
IV— . . 190
V—El relato 195
VI—¡Salvada! 203
VII—Sola 209
Edmundo deVIII— Miramar 211
" IX—A las puertas del Paraíso 215
X—Cielo sin nubes 222
Las Nupcias 230XI—
XII—Conclusión 233'^F^B^- »fr--
DE LA SOMBRA Á LA LUZ
-CAPÍTULO I ;_
Valentina
La señorita Valentina Evoli pertenecía á una de las
familias más distinguidas de la ciudad de Venecia.
edad seis habíaHasía la de diez y años estado en un
Colegio Pío, recibiendo la esmerada educación que co-'
rrespondía á su clase fortuna.y
En la época que voy á presentarla en mi verídico re-
lato, acababa Valentina de abandonar el colegio, para
ocupar el hogar sus padres el puesto que leen de co-
rrespondía.
La incomparable belleza de esta joven, no tardó en
llamar la atención entre el vasto círculo de los amigos
de sus padres, se mentaba hasta en el Palacio Ducal,y
llegando á ser proverbial en toda la ciudad de Venecia.
Hija única del señor Leonardo Evoli de la bellay
Leonor Foscarini, era adorada de sus padres, quienes
cifraban ellaen todo su amor sus esperanzas.y
La vuelta al hogar de la señorita de Evoli fué cele-
brada con una suntuosa fiesta.
El día fijado para ésta, amaneció apacible hermoso,y
desde muy temprano comenzaban á llegar los convidados
atraídos por la amable acojida que siempre les dispen-
saban los dueños de casa.
El palacio Evoli una espléndida mansión situadaera
en las afueras de la ciudad; allí pasaba la familia los
veranos. En el bien cultivado jardín había dos inmensasSOMBRA Á LA LUZDE LA4
las que impedían pe-glorietas tapizadas de enredaderas,
netraran los rayos del sol, al mismo tiempo manteníany
el ambiente fresco perfumado. Dentro de aquellasy
mesitas, cargadasglorietas se habían colocado pequeñas
dulces, frutas refrigerios de todas clases.de y
embal-El puro ambiente de la mañana, deliciosamente
las lilas otrassamado por el perfume de las rosas, y
flores, el armonioso las avecillas lo ameno delcanto de y
lugar excitaba la alegría de todos los invitados.
En medio de la mayor animación, las horas se pasaban
soplo.como un
Después del almuerzo, que fué servido al aire libre,
los unos se dedicaron á la pesca, otros á la lectura losy
la música.más á
Al caer de la tarde, cuando ya el sol había moderadoy
el ardor de sus rayos, embarcáronse en góndolas que
graciosas, laesperaban balanceándose coquetas inva-y
sión de aquella alegre bulliciosa juventud. Más dey
cuarenta personas tomaron parte en la excursión re-y
corrieron los más pintorescos alegres canales de lay
ciudad.
Algunas de las jóvenes que iban en las barcas tocaban
el laúd, mientras un coro de encantadoras voces, ento-
armoniosas sentidas barcarolas.naba y
Ya la noche iba enseñoreándose del espacio la lunay
pálida melancólica, iluminaba con su plateada luz ely
cuadro encantador que formaban aquellas jóvenes con
sus claros vistosos ropajes.y
De regreso al sitio de partida, al momento de de-y
sembocar las góndolas en el gran canal, apareció silen-
ciosa suavemente impelida por los remos unay pequeña
gondolilla ocupada por un hermoso caballero su gondo-y
AI pasarlero. rosando la quilla de la barca donde iba
Valentina, las miradas del joven se fijaron con insistencia
en ésta, cual si hubiera deseado ardientemente cono-
cerla.
Fué sin duda el viejo gondolero quien hizo saber al
"hermosajoven cual era la Veneciana" como acostum-
braban llamarla habitualmente.
La pequeña góndola pasó tan silenciosamente éntreteun LA SOMBRA Á LA LUZ ,5
de Valentina la margen del canal, que nadiebarca y
(exceptuando á ésta) había reparado en aquella apari-
Ambos jóvenes seción. miraron en mirada sey
el primer eslabón de una cadena, que pudiendoformó
ser de flores, fué de amargos pesares disgustos.y
apuesto mancebo queEl Valentina viera aquel día, era
que ella llegara á sospecharlo,sin el hijo del poderoso
Dux de Venecia,, Enrique Dándolo.
Honda impresión causó en el ánimo de la señorita de
vista del gallardoEvoli la hermoso caballero, cuandoy y
se halló en su casa, no podía (aunque lo hubiera deseado)
apartar de su mente la imagen de aquel á quien ya no
había de olvidar jamás, que tanta influencia tendría eny
su porvenir.
Aquella noche, cuando sus amigas se entregaban al
placer de la danza, nuestra joven se acercó á un balcón
abierto para dejar penetrar en el salón la brisa perfu-
mada del jardín. Un hermoso rosal trepaba por la pared
hasta el balcón sus aromados botones que empezabany
á entreabrirse, ensolvían á la joven en su suave per-
fume.
Tomó ésta, con temblorosa mano un pimpollo, el más
hermoso lo prendió en su corpino de baile.y
Te guardaré toda mi vida—se dijo—como recuerdo de
este día; si lo que sueño en mi fantasía, llegara algún
día á realizarse, me será grato contemplarte en años ve-
nideros, traer á la memoria la impresión de este dulcey
sentimiento que hoy embarga mi alma; si no le Vuelvo á
ver
madre laSintió en aquel instante la voz de su que
llamaba, corrió á su encuentro.y
Al día siguiente de la fiesta, cuando ya todos los in-
vitados se habían retirado á sus respectivas moradas,
Valentina se dirigió á un delicioso bosquecillo de lilas,
situado junto á la margen del canal que pasaba por de-
lante del palacio.
La joven acostumbraba desde muy pequeña, saludar á
sus padres por la mañana, llevándoles un fresco floridoy
ramo.
formarlo, cuandoPúsose pues á cortar flores para y^.-2
6 Á I.A LUZDE lyA SOMBRA
más abstraída estaba en su tarea, sintió á lo lejos el ruido
que producen los remos al chocar con el agua, pocosy
momentos después aparecía ante su vista la misma gón-
aquel dueñodola que ocupaba el día anterior mancebo,
ya de todos sus pensamientos; pero ¡oh! desilución, solo
iba en ella el gondolero, el sitio del joven estaba de-
sierto.
Todas las mañanas la góndola aquella aparecía del
mismo lado pasaba silenciosamente frente al bosquecilloy
de lilas eradonde seguro hallar á Valentina.
Transcurrió una semana durante la cual ella no vio al
apuesto caballero que ocupaba su imaginación.
Era á principio del La señoritacaluroso mes de Julio.
de Evoli se paseaba por la margen del canal, bajo una
tupida bóveda de verdura; un largo traje de muselina
blanca la envolvía en sus pliegues; llevaba entre sus
manos un precioso ramo de rosas rojas, caminaba eny
dirección á su casa, pues la mañana estaba nublada y
amenazaba lluvia.
Había llegado á la mitad de su camino, cuando de
|
pronto apareció ante su vista la consabida góndola, pero í
esta vez ¡oh felicidad! iba en ella el objeto de sus caros
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ensueños.
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Creyó ella ver al viejo gondolero, no fué poca suy
:sorpresa al encontrarse con la hermosa simpática fazy
de Rafael Dándolo, de quien Valentina ignoraba aún el I
nombre. Respondió con una inclinación de cabeza á la
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profunda reverencia del joven prosiguieron su paseo 1;y
en sentido opuesto.
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Rafael Dándolo había oído ponderar con entusiasmóla
hermosura de la señorita de Evoli, pero nunca creyó que
bella comofuera tan la contempló aquella mañana, fres-
ca lozana como las rosas brillantes de rocío que lle-y
vaba en sus manos.
la imagenDesde aquel día de Valentina quedó eter-
namente grabada en la mente del caballero.
Resuelto á buscar los medios de acercarse á la que ya
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