El collar de estrellas : comedia en cuatro actos, en prosa
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JACINTO BENAVENTEEl collai de csliellasCOMEDIAeri eua^ro ao-tos, en proaa, orlslrtoiiSEGfVKDi EDinÓNCopyrÍ£:ht, by Jacinto Benavente, 1915SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLESCalle del núm. 24PradOfiei5EL ^COLl AR DE ESTRELLASobra propiedad de suEFte es autor, y nadie po-drA, Bln su permiso, reimprimirla ni representarla enfispaña ni en los países con los cuales se hayan ce^ebrado, ó se celebren en adelante, tratados Intemacio.nales de propiedad literaria.El reserva el derecho deautor ae traducción.Los comisionados representantes de la Sociedady deAutores Españoles son los encargados exclusivamentede negar el permiso de representaciónconceder ó ydel cobro de los derechos de propiedad.Droits do representation, de traduction et de repro-duction reserves povr tous les pays, y comprls la Sué-Hóllande,de, la Norvége et laQtteda hecho el depósito que marca I9 ley*nCOUAR DE ESTREIUSELCONIEDIA^r» cuatro aotos, ©r» prosaORIGINAL DETACINTO BENAVENTEEstrenada en el TEATRO DE LA PRINCESA la noche del4 de Marzo de 1915SEGUNDA EDICIÓNMADRIDTELjLCOO, IVP., UAaQCBS 08 8¿srTA AHA, 11 DVrTeléfono número 5511»15REPARTOPERSONAJES ACTORESSea. Gukeeero.JUANAISABEL Salvados.LA SEÑORA MAYOR Seta. Cancio.Ladeón dk Guevaea.ASUNCIÓNRuiz Moragas.TERESAGALA Sea. Torres.Díaz de Mendoza (F.vDON PABLO Se.DON FÉLIX Thuillieb.MANOLO DÍAZ DE Mendoza (M.)Mancha.PEPEVALENTÍN Cabsí.DONFILIBERTO Cibera.JOSÉ MANUEL Medbano.MIGUEL Codina..>4l^i^^<»>* ...

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JACINTO BENAVENTE El collai de csliellas COMEDIA eri eua^ro ao-tos, en proaa, orlslrtoii SEGfVKDi EDinÓN CopyrÍ£:ht, by Jacinto Benavente, 1915 SOCIEDAD DE AUTORES ESPAÑOLES Calle del núm. 24PradOf iei5 EL ^COLl AR DE ESTRELLAS obra propiedad de suEFte es autor, y nadie po- drA, Bln su permiso, reimprimirla ni representarla en fispaña ni en los países con los cuales se hayan ce^e brado, ó se celebren en adelante, tratados Intemacio. nales de propiedad literaria. El reserva el derecho deautor ae traducción. Los comisionados representantes de la Sociedady de Autores Españoles son los encargados exclusivamente de negar el permiso de representaciónconceder ó y del cobro de los derechos de propiedad. Droits do representation, de traduction et de repro- duction reserves povr tous les pays, y comprls la Sué- Hóllande,de, la Norvége et la Qtteda hecho el depósito que marca I9 ley* n COUAR DE ESTREIUSEL CONIEDIA ^r» cuatro aotos, ©r» prosa ORIGINAL DE TACINTO BENAVENTE Estrenada en el TEATRO DE LA PRINCESA la noche del 4 de Marzo de 1915 SEGUNDA EDICIÓN MADRID TELjLCOO, IVP., UAaQCBS 08 8¿srTA AHA, 11 DVr Teléfono número 551 1»15 REPARTO PERSONAJES ACTORES Sea. Gukeeero.JUANA ISABEL Salvados. LA SEÑORA MAYOR Seta. Cancio. Ladeón dk Guevaea.ASUNCIÓN Ruiz Moragas.TERESA GALA Sea. Torres. Díaz de Mendoza (F.vDON PABLO Se. DON FÉLIX Thuillieb. MANOLO DÍAZ DE Mendoza (M.) Mancha.PEPE VALENTÍN Cabsí.DON FILIBERTO Cibera. JOSÉ MANUEL Medbano. MIGUEL Codina. .>4l^i^^<»>*. fflSSBJBbJDSgPBiffi^v^^g^ fA&j^j\síj&j^^jXfj)Sj^j ACTO prime;ro Gabinete en casa de don Pablo ESCENA PRIMERA DON PABLO, después, JUANAy, D Pab. ¿Qaifí'n es? ¿Quién llama? (oeutro.) Don Pablo,Juana señor don Pablo. D. Pab. ¿Quién es? Juana §oy yo: ¿no me conoce? La Juana, la de casa de los señoritos. no¿Ya se acuerda? D. Pab. Ah, sí, abre; entra, mujer. Juana Con su permiso. Muy buenas noches, señor don Pablo. D. Pab. xMuy buenas noches, Juana. ¡Válgame Dios!Juana D. Pab. ¿De qué te admiras? Juana De todo, señor. De este aire tan rico, de esta hermosura del cielo, aquí.visto desde ¡Jesús, Señor! ¿Cómo no lia de verse tan bien ve ¡Mie-el cielo, si casi no se la tierra? do da de ascmarse! ¡Jesús, Jesús, se me anda la cabeza! No volveré a asomarme. En cambio, si se mira allá arriba, es una gloria. miPuede creerme, señor, desde que salí de pueblo, fué, no había vueltoque bien moza Ena mirar para el cielo como esta noche. rui-Madrid, tan alto, aquélcon el caserío y para andar-do de gente por las calles, no es GO'7886 — se mirando al cielo. Pero aquí todo el ruido (jLie llega, es como ei rodaran algo allá aba- jóte, muy lejos. D. Pab. Sí, dices bien. El mundo rueda allá abajo, muy lejos, desde aquí parece comoy si uno hubiera logrado escaparse de él. qué bueno está u.^ted, mi señorJuana ¡Y don Pa- l)lo! ¡Qué buen semblantel Va para muchos que no teníaaños el gUí»to de verle. Desde que murió el señor, su hermano don Julio, J)io9 tenga en gloria, ya se ve, era la única j^.ersona que usted quería en la casa. D. Pab. No es verdad; yo los quiero a todos. los quiere usted; no diré otraJuana Sí, yo cosa, probado está. Pero los quiere usted de le- jos. Ahora no dirás que están lejos de mí. BienD. Pab. cerca estamos, aquí, en la misma casa. ¡Quién lo diría! En su casa de usted.Juana Por usted tienen casa. ¡Ay, don Pablo, usted no amargos parasabe qué días tan mi señora! Aquella casa, que su hermano de usted mi señor don Julio, dejó al morir tan llena de rica fuerte, en añostodo, tan y tan pocosy todo desbaratado, sin saber cómo, sin luci- miento, hasta llegar a la vergüenza de ver entrar a la justicia llevárselo todo. Si noy hubiera sido usted, yo quisiera que hu- la señora cuandobiera usted oído a recibió su carta llegó su administrador de ustedy para traernos aquí a todos, a su casa de us- un santo ella siem-ted: «Mi hermano es — pre le ha llamado a usted hermano en muy bueno, muy bueno, si yo hubiera acu- dido a él cuando era tiempo, él hubiera podido salvar esta casa salvarnos a to-y dos.» Es difícil salvar a quien no quiere salvarseD. Pab. de ningún modo. Peio es más difícil salvar sólo salvarse a medias. Y esoa quien quiere es lo que ellos hubieran querido. Para ellos la salvación era cuestión de hacienda. Pero yo, ¿de qué podía yo servirles? Yo tal vez les hubiera dicho, como Jesús al joven de fe, que disponía a seguirle desistiópoca se y bien pronto: «Deja tu hacienda sigúeme».y _ -~7 haciendaY la de una ca.«a, nuestra hacien da, no es solo el dinero, es mucha vanidad, liga pegajosa que nos traba a la tierra, y una vez trabados con ella las alas de luz de nue&tro espíritu, el querubín aprisionado en la jaula -de nuestra carne, no valen más para alzarnos del suelo que las alillas del pardal ligado, que al ver ya inútiles sus alas, sólo ve su defensa en pegarse tanto a la tierra con eus alas, que de tierra parece, con su mismo color a la tierra pegado. Juana ¡Bendito sea Dios! ¡Qué cosas dice mi don yablo! Pab. Tienes razón, mi pobreD. Juana. Pero tú ha- brás oído tantas veces que don Pablo está loco, loco tranquilo, pero muy loco, ¿no es verdad? Üe pasarme los días sin hablar, cuando hablo no pienso si me entienden. Es como si pensara en alta voz. Hasta que advierto que me miran asustados los que me escuchan, como tú me miras ahora. No, señor donJuana Pablo, no le miro asustada. Y no piense que no le he entendido. Las palabras, yo no sabría decirlas como salie- ron de su boca, pero lo que quiso decir bien lo he entendido. Que abajo, en aquella familia, hay mucha vanidad, que ninguno de ellos se entiende, que lo menos es el haber arruinado la hacienda, que hay algo más que poner en orden. ¿No es esto lo que quiso decir? EsoD. Pab. es, Juana, eso es. Y ahora te pido yo perdón por haber dudado. La costumbre de no ser entendido por gente de mucho entendimiento, me hizo dudar de tu santa ignorancia. Juana ¿Si u^ted supiera, señor, lo que yo le tengo predicado a la señora, a los señoritosy tam- bién? Después de la casa de mis padres, no he comido más pan que el de su casa. Diez seis añosy llevo en ella, señor. La señora mayor mi señoray doña Isabel, yo bien sé que me quieren. De los señoritos, unos sé que me quieren ya no po-también, otros, dré decir otro tanto. Yo no sé, yo a todos los quiero lo ¡Vaya, lo mismo no!mismo. —— 8 ¿Para qué voy a decir otra cosa? No puede una querer lo mismo a t-ido el mundo. A la señorita Asunción la quiero más que a na- die en la ca-a. La he conocido más chica que a ninguno, la pobrey es la que sin enl- de nada ha venido a pasar todo loaja malo, que cuando empezaba a darse cuenta, la casa ya no era ni sombra de lo que había sido. Y para ella no ha habido regalos, ni vestidos, ni juguetes, como para sus herma- nos, que se han criado como príncipes. Así ectán ellos de mal acostumbrados. La seño- rita Teresa, no; esa todo lo lleva por Dios, todo lo echa en devociones. Pero con tan-y to rigor, que a todos quiere acongojarnos. Y a su madre a su hermana, en particular,j las tiene siempre entristecidas. Sus herma- nos, en c ambio, se burlan de ella. Y le di- cen atrocidades, que tampoco está bien, porque ella nada malo hace. Ella quisiera entrarse monja o hermana de la Caridad, y por la señora la señora mayor, ya hubieray entrado. Pero sus hermanos, no quiera usted saber: no les falta más que pegarla. Y ellos ¿tienenD. Pab. alguna vocación que valga la de su hermana? Juana lulos, ni saben lo que quieren. Ni sabe una si malos si buenos.son o son Ellos de todo se burlan todo les parece mal. El Pepitoy quería sentar plaza. Su hermano empezó a darle voces: que la milicia era.., lo¡qué sé yo que dijol ¡Que la guerra era una barbari. dad, nadie irque debía a la guerra!y D. Pero ¿es que ellos viven en paz? ¿Qué lesPab. asusta de la guerra? ¿La muerte? Esos seres egoístas de vida inútil, ni de su muerte (quieren que se aproveche nadie. Juana Miedo no es, no, señor. Que el señorito Ma- nolo, si usted le oye, siempre está hablando de andar a tiros. Pero dice que en la guerra no, que laen revolución; que eso es lo que hace falta, una buena revolución. D. Pab. Sin disparar un solo tiro pudiera él hacer unrv muy prov2chosa; la suya. En fin, que la casa, la casa de mi pobre hermana, es una desdicha.
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