El "cine de catástrofes" norteamericano: Ficciones para una crisis histórica
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Colecciones : Tiempo de historia. Año IV, n. 40
Fecha de publicación : 1-mar-1978

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Publié le 01 mars 1978
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Langue Español
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Extrait

El «cine de catástrofes» norteamericano
FiccioIles para una
crisis histórica
Ignacio I~amonet
de la sociedad que lo produce; socie-' AS cualidades de indicador
dad de la que es, repetimos, uno de sociológico del cine están hoy L generalmente admitidas: el ' los reveladores sociales privilegia­
análisis fílmico, la observación de la ,dos (1).
estructura de una película, de su re­
lato, de su forma o de su economía,
(1 ) Tres IUfOS confirman bril/wlleme"re es/a aflrmado/I:
De Callgarl a Hitler. P(}/, S. Kracaller: Cine y sociedad m o­nos permite distinguir con bastante
derna.po r A. Coldll/tw; y Analysl.' de films,ana lyse d e soclé·
precisión las tendencias implícitas téa, por M . Ferro.
el Mcl"e de eatastroleSM norteamericano es una II .. Slraclon ,ngenua y prlmiwl. de la crisis hlstotle. ql'e ho~ 11'1.''0''1.'58 Estados Unidos y. '"8'
ampliamente. el mundo occidental. Sobre esta. lineas. loto'lrama de une de 'a. pehcula$t,plcaa de e.te genero: "Terremoto". de Mark Rotl.on.
84

Como expretlón de la
Inditpenlable ~unldad de
lugar~, el _elne de
cal'strolas~ posea uno.
eteenario. privilegiado.:
tos medio. de Iranlporte.
He aqul un ejemplo: el
dirigible .Hlndenburg_,
cuya deslrucclón narra al
lilm del ml.mo 1111,110 de
Robert Wlse.
Atla~ Corporation. del grupo Margan, pasan a rII0S pcnodu~ de ltu .. 'r!c intl'n~idad LunHiL­
c.:ontmlar la~ ocho compañías más importan· ~ l¡va (las crisis) s~sci la~ sic mpr~ !le,dones
c!)pcclfkas que reneJan (directa o tndll'ccl3- tes de Hollywood y se hacen dueñas de los
mente, de modo latente O manifiesto) la:; destinos del cinc norteamericano.
Pero el éxito de las películas de Hollywood en grandes angustias y las pcrspccti\'as de una
este pedodo de austeridad y de desesperación sociedad descorazonada.
también atrae la atención de ciertas organiza· Holl"wood siempre ha sabido sacar pro\'echo
ciones pu ritanas (como la Legión de la Deeen· de ¡as crisis mediante la elaboración de fil.:cio­
eia), que consideran indecorosa la rascinación
nes adecuadas, capaces a la veL de mantcne;.'r la
que siente el público por el cine y exigen la inquietud y de alejan::1 desaliento. Su actitud
elaboración de un «Código del Pudor». Se es·
con respecto a la gran dt!prcsión de J 929 C!>
tablece entonces el Código Hays, verdadera
muy significativa. Recordemos.
cen~ura que, bajo pretexto de proteger la mo·
Cuando. el jueves 29 de octubl'c de 1929. la ralidad, se proponía sobre todo vigilar el tra­
cconoml3 dd palS capitalista más poclcro!'>o se tamiento en la pantalla de los problemas polí.
\c quebrantada por la terrible quiebra de la tico~ v sociales tan importantes en esta época.
bolsa de NUC\'3 York, Hollywood se encuentra Así p~es, desde el principio de esa crisis que
en pleno desarrollo, en completa euforia. ¿La lanLa por los caminos de Nortcamérica a mi·
razón de tal alborozo? Una re::volución consi· lIones de desempleados y que permite, des·
derablt: acaba de producirse en los estudios: pues de die? años de desmantelamiento, el
las imagenes hasta entonces mudas se han vigoroso resurgir de los sindicatOs progresis­
put:S10 a hablar. Las «pehculas cantantes» tas, toda la producción nImica de Hollywood
primero, y luego las pt:hculas «habladas al se encuentra controlada, económicamente,
cien por ckn », rascinan a un público contu· por los banqueros y, pohlicamenle. por los
sionado por la cl"Ísis económica que acude consenadorcs pUl; lanas. Este doble control
cada vez mas a refugiarse t.'n las salas o~curas explica porqué las películas norteamericanas,
para olvidar sus problemas. Hollywood, que en particula¡- las del período más negro de la
ha descubierto, pues, un antldolo psicológico crisis (que coincide con los años del gobierno
contra el pesimismo que amena!...a a todo el Hoover, 1929· J 933), no hayan abordado dircc·
pals, se considen\ protegido contra las quiL'· tamente los problemas de la sociedad y del
bras que se suceden como reguero de pólvora a hom brc a mericanos. Más que nunca, Holly­
lo largo de:: los Estados Unidos. wood dcbl3 ser una fábl-ica de ensueños, una
E~[a situación privilegiada atrae la atención rorja de esperanzas_
A la sombra de la c¡;sis, sin embargo, va a de:: los banqueros, y en poco tiempo la ehasc
non~ccr un génerocinematográllco nuevo en el National Bank, del grupo Rockefelk'r, 't la
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empleados para describir el impacto de la de­
presión sobre el pueblo norteamericano eran
estupefacción, desvarío, pánico, miedo. ele ... )
y sobre todo porque concit:rne al espectador al
nhd de sus fantasías y de lo que podría mos
llamar sus afectos fundamentales (angusti as
de abandono, de desintegración, de castra­
ción, de disolución ... ), la película de terror
aparece como una ficción de crisis privilegia­
da.
En 1931 James Whale rueda el primer Fran­
kenstein, con Boris Karloff en e l papel de
monstmo. Su éxito es impresionante; toda
Norteamérica corre a exorcizarse en los cines.
Tod Browning realiza, el mismo año, Drácula.
con Bela Lugosi en el papel del vampiro.
Luego vendrán los extraordinarios éxitos pú­
la cO".,Iaclon anl.e peflodo. de c., ... '1 c.ne de le"o, quedo blicos de Dr. Jeklll y Mr. Hyde (1932), King
au!icienlemenle demo.lrada en 101 ano. I,elnla. cuando a' ~erack _
Kong (1932) y La isla de las almas perdidas de Wan SIra el en 1929 .ueadló al ,elnado de _mon.truo._ eomo
e.l. erlatura del doelor F'ankenllein que eneam .. e Bo,l. Kanof!. (1932) (2).
Todas las obsesiones de las pesadillas infanti­que la depresión se grabará «en hueco ». en el
les se vierten a granel en las pantallas; y el relato. de manera evidente. Pensemos, por
Código Hays descuida su censura , ignorando ejemplo, en el «cine negro », las "películas de
que esas ficciones representan mejor que gangsters», género realista que presentará en
cualquier epelícula social» el imaginario tela de fondo algunos aspectos deprimentes de
atemorizado de un país aquejado por una neula sociedad noneamericana. Recordemos, en
rosis de angust ia . Esas películas responden, panicular, Pequeño César (e Little Caesar.),
histerizándolos, a los miedos de la época; 1930, de Mervyn LeRoy, y. sobre todo, Soy un
constituyen verdaderos ritos de desposes ión Fugitivo, 1932 , del mismo realizador.
en los que participan los espectadores para
Pero nuestro propósito no es el de estudiar esa
liberarse de sus obsesiones cotidianas: traba­
categoría de películas (ni las de su subgénero:
jo, dinero, subsistencia ... De mercaderes de
el ci ne de penitenciarios, como BJg House.
sueños, los productores hollywoodienses se
1930. de George R. Hill). cuya relación con la
convierten en negociantes de pesadillas; yello
crisis nos parece demasiado evidentc. Otro
es rentable, pues e l capitalis mo norte­
género, nacido también de la crisis. es el que americano, que la crítica marxista describe
quisiéramos recordar; más neurótico, conce­
como un sistema que lleva hasta la caricatura
bido para dirigirse a esos norteamericanos el fetichismo de la mercancía. del dinero y de l
que, habiendo atravesado eufóricos ,dos ale­ ..:apital. propone precisamente, para mejor
gres años veinte», convencidos de que nada atravesar la crisis, nuevos fetiches. más primi­
podría frenar la irresistible pros~ridad de los tivos, cuyos nombres son: Frankenstein , Drá­
Estados Unidos, se habían visto precipitados cula. King Kong, La Mo mia, etc ... Todo ocurre
brutalmente en la más tremenda de las depre­ como si en el proceso de fetichización, la in­
siones y habían asistido, a terrados, a l pánico y dustria sociocultural (en nuestro caso, el cine)
la confusión instalarse en sus hogal'es; ese gé­ tomase el relcvo dd sistema económico desfa­
nero que reflejará mejor que ningún otro esa lleciente,
psicología de la crisis es eel cine de terror». La crisis actual, sin ser menos amplia que la de
Mediante una retórica bmtal. y sin embargo 1929. no posee los mismos aspectos, pues el
poética. las películas «de miedo» van a provo­ sistema económico es hoy día menos anar­
car la angustia, la van a canalizal' dejandola quico que a l fina l de los años veinte. Pero es
estallar en gritos de ten'or, y van finalmente a precisamente ese sistema" moderno », .. racio­
domarla gracias al inevitable . final feliz .. y a nal ,., cienufico», apoyado en todos los recur­
l

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