El problema social en la narrativa de Horacio Quiroga
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Colecciones : Tiempo de historia. Año IV, n. 47
Fecha de publicación : 1-oct-1978

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Publié le 01 octobre 1978
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Langue Español
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Extrait

El problellla social
en la narrativa de
Horacio Quiroga
Nelson Martínez Díaz
gido~ dt:1 mundo sl..'n~ibk· Lk' ¡-¡;¡¡aL mundo rioplatense, con tónicos, en la II.-'l:urgaua <k'!.:u
~ la mirada hacia Europa, ración de los interiores, y en la los saJones literarios, sus inte­
gastará también sus aires de ferviente adhesión a los mode­ grantes se lanzaron al asalto
«belle époque .. al iniciarse e l los de comportamiento social de la moral burguesa, e insa­
vigentes en lasgrandcscapita­ tisfechos del 'ambiente de las nuevo siglo. La ilusión de vita­
ciudades rioplatenses ---que lidad y optimismo que carac­ les europeas. Coincidiendo
tildaban de provinciano-, tcrizóaquella eclosión, previa con este volcarse haci a el exte­
a la crisis de 1914, fue (I-ans­ rior de las nuevas burguesías, parecieron tomar como divisa
las paJabras de Darío: « •.. Yo formando sutilmente el estilo hizo irrupción el modernismo
como escuela literaria que en detesto la vida y el tiempo en de vida de las clases acomo­
que me tocó nacen~ . Esta ge­dadas y los alcances de este los Jóvenes de la época lucia
un afán de novedad expresado neración literaria desapegada cambio comenzaron a hacerse
en su agresiva bohemia. Sur- de la realidad, que acusa con visibles en los g ustos arquitec-
118
­

su presencia el cambio de si~ aún otra muerte. Su hija Eglé cuentro, ciertamente deslum­
glo, coincide por una tenden­ también obtaría por el suici­ brador, con el territorio de
cia generalizada a la evasión, dio. Misiones y el descubrimiento
cultivada por un sector de los Durante cierto período de su de la selva, su naturaleza y sus
jóvenes elegantes puesto que existencia, concurre a cenácu­ hombres, como antítesis de la
aportaba el sello de la tradi­ los literarios. Dos de ellos al­ ciudad. En 1903 acompañó
ción parisiense. Es La genera­ canzaron renombre por la ca­ como fotógrafo al poeta ar­de Leopoldo Lugones, AJ­ lidad de sus concurrentes: el gentino con el propósi lO de
fonsina Storni, Herrera y «Consistorio de Gay Saber», realizar un relevamiento del
Reissig, Horado Quiroga y que funda con algunos amigos estado en que se encontraban
muchos más; a lgunos de ellos, las ruinas jesuíticas de San y se corresponde consu etapa
suicidas; otros, de vida breve y Ignacio. A partir de entonces, de escandalosa bohemia mon­
trágica, apurada febrilmente, es muy fuerte su inclinacion a tivideana, período moder­
en puntual correspondencia probarse experimentando la nista y de ostentoso decaden­
con la época. «vida brava», como denomi­tismo en el todavía novel na­
Horacio Quiroga había nacido naba a la existencia en la sel­rrador; el segundo, funcionará
en Salto, al noroeste de la Re­ va. Sin embargo, la radicación en Buenos Aires y lo encuentra
pública Oriental del Uruguay, en tierra misionera se realiza ubicado en una situación vital
en 1878. Perteneció, por con­ por aproximación. Primero más auténtica: es la peña
siguiente, a la generación del lleva a cabo un ensayo como «Anaconda», donde varios jó·
novecientos, que cultivó el plantador de algodón en el venes escritores lo admiran
modernismo en las concurri­ Chaco, que culmina en el fra­como a un maestro. Ya ha pu­
das veladas literarias de Mon~ caso, pero le descubre sus po­blicado entonces sus libros
tevideo. Su existencia parece sibilidades para superar la Cuentos de amor, de loellra y de
transcurrir bajo un signo trá­ dura vida del monte. En 1906, muerte (l917), El salvaje
gico que se hace presente en con un amigo salteno, se di­(1920), y Anaconda (1921). Es
todas las etapas de su vida, en rige a San Ignacio, donde pro­el escritor de la realidad ame­
los familiares y amigos que le yectan fundar una empresa de ricana.
rodean, y que le empuja, fi­ A su amistad con Leopoldo cultivo d~ yel'ba mate, y que
nalmente, al suicidio, acto que Lugones -maestro del mo­ lJevará el nombre de unn de
consuma el 18 de febrero de dernismo de su primera épo­ los ríos de la región: «la Yabe·
1937. Pocos meses después, bid». Nuevo fracaso y regreso ca- adeuda un pri I1lL'" en-
El bl.lngalow. consl,uido po' el aulo, de .. lol desleffado.~. Desde all, dominaba la YIslón det"o Parana. la casa '1 et 110 se describen en ya"os
de sus euentos.
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a la civiliLaóón. Cuando Oui­ hacerle participe del enfren­ cargo de Lugones. los edificios
roga retome a Misiones, en tamiento entre el protago­ estaban ¡o\ladidos por la sel­
1909, lo 'hará para instalarse nista y el medio tropical. sus va. Las fronteras de Paraguay,
definilivamente, con su pri­ enemigos insospechados y su Argentina y Brasil se conjun­
mera esposa. violencia encubierta. Se trata tan allí, creando un territorio
de « ... un país donde el sol, a que, escribía Quiroga: «como Este deslumbramiento de la
más de matar las \'erduras toda región fronteriza, es rica sd\"a parece responder a una
quemando las sencillamente en tipos pintorescoslt (Los des­faceta muy peculiar de su per­
como al contacto de una plan­ terrados). También existían, sonalidad y que le impulsa a
cha, fulmina en tres segundos como en el resto de Hispa­una incesante actividad.
a las hormigas rubias y en noamérica, compañías que se También lo lleva a probarse
veinte a las víboras de casca­ habían establecido para ex­en Misiones realizándolo todo
bel. (Un peón). Es el mismo plotar las riquezas naturales; con sus manos, en una cons­
sol que causará la muerte de algunas de ellas, extranjeras tante tarca artesanal. Cons­
Mr. Jones en el cuento La inso­ -fundamentalmente inglesas truye el .bungalow» donde
lación, y cuyos efectos son y francesas-. Olras, eran em­vivirá, en la tierra que ha ad­
anol ados en Los desterrados presas montadas por capita­quirido en San Ignacio, si­
con una breve frase: «Desde listas locales. La mano de obra tuada en una meseta desde la
las once hasta las dos. el pai­ de la zona era el .mensú. cual posee una magnifica vi­
saje se calcina en un solitario (peón contratado); sobre sus sión del Parami¡ planta pal­ río de fuego_o espaldas se elevaron las gran­meras alrededor de su vivien
des fotunas de los empresada, e incluso, orquídeas, en un El río Paraná, con sus cam­
rios. Su destino era propor­alarde de lucha intensa con la biantes paisa.ics, también se
cionar la fuerza de sus brazos naturaleza exuberante e inva­ asocia a esta agresión del am­
al obraje maderero o yerba te­sora, y abre .picadas» (sende­ biente. Tan pronto se le con­
ro, a la plantación o a la ha­ros) a través del monte, que templa «dormido como un la­
cienda. A la violencia de la debe mantener constante­ go. (El hombre muerto), como
selva, entonces, se sumaba la mente a fuerza de machete. se nos muestra en plena creci­
opresión y la brutalidad gene­da: .EI rio. a flor de ojo casi, La ruptura delinitiva del na­ radas por la explotación. corría \·elozmente con untuo­rrador por su etapa moder­
sidad de aceite. (Los pescado­nista se produce allí, en los li­ En diseño de un universo que
res de vigas). Asimismo, co­mites de la civilización. Se relaciona hombres. natura­noce la tempestad: «Luego, la inaugura, con este período de leza y animales en la selva mi­
fulminante rapidez con que se su actividad literaria. un sionera y sus aledaños, en forman las olas a contraco­nuevo sendero en la narrativa perpetuo acoso "sico, que
rriente en un rio que no da del continente. La naturaleza desgasta la voluntad y aco­fondo allí a sesenta brazas. En de América. esbozada hasta mete la realidad hasta un lí­
un solo minuto el Paraná se entonces con perfiles idílicos, mite donde no se la distingue había transformado en un adquirió con Horacio Ouiroga de lo fantástico, ha sido reali­
mar huracanado, y nosotros, una nueva perspectiva: la de zado por Horado Quiroga en dos náufragos •. (El yaciya­una realidad agresiva y dura desde la vida misma. El plan­
teré). Es el mismo cauce flu­que circunda al hombre. obli­ teamiento de la cuestión so­vial, cuyo paisaje, de sombría gándole a una lucha sin tregua cial en sus cuentos está mon­
belleza en algunos parajes, para sobrevivir. no sólo a la tado sobre la suma de los ele­
hace contrapunto a la agonía sel"a y sus peligros, sino tam­ mentos que tornan más exi­del .mensÚ. que yace en el bién a la soledad y sus ace­ gente la lucha por la supervi­
fondo de la canoa mordido por c

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