Sancho IV y la Primera Crónica General de España: su importancia y aportación al castellano medieval desde la perspectiva de la expresión concesiva. - article ; n°1 ; vol.18, pg 185-218
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Sancho IV y la Primera Crónica General de España: su importancia y aportación al castellano medieval desde la perspectiva de la expresión concesiva. - article ; n°1 ; vol.18, pg 185-218

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Cahiers de linguistique hispanique médiévale - Année 1993 - Volume 18 - Numéro 1 - Pages 185-218
34 pages
Source : Persée ; Ministère de la jeunesse, de l’éducation nationale et de la recherche, Direction de l’enseignement supérieur, Sous-direction des bibliothèques et de la documentation.

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Publié le 01 janvier 1993
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Langue Español
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Extrait

Emilio Montero Cartelle
Sancho IV y la Primera Crónica General de España: su
importancia y aportación al castellano medieval desde la
perspectiva de la expresión concesiva.
In: Cahiers de linguistique hispanique médiévale. N°18-19, 1993. pp. 185-218.
Citer ce document / Cite this document :
Montero Cartelle Emilio. Sancho IV y la Primera Crónica General de España: su importancia y aportación al castellano medieval
desde la perspectiva de la expresión concesiva. In: Cahiers de linguistique hispanique médiévale. N°18-19, 1993. pp. 185-218.
doi : 10.3406/cehm.1993.1087
http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/cehm_0396-9045_1993_num_18_1_1087SANCHO IV Y LA PRIMERA CRÓNICA
GENERAL DE ESPAÑA: SU IMPORTANCIA
Y APORTACIÓN AL CASTELLANO MEDIEVAL
DESDE LA PERSPECTIVA DE LA EXPRESIÓN
CONCESIVA
1. Introducción
No es frecuente que la crítica textual utilice rasgos sintácticos
para solucionar o, por lo menos, arrojar luz sobre los múltiples
problemas con los que se enfrenta habitualmente. Los manuscritos,
las fuentes y los datos históricos suelen ser, entre otros, los medios
de que se sirve para, elaborado el stemma, acceder al texto original,
datarlo y proponer su autoría o, por el contrario, percibir en el
mismo la impronta de distintas manos.
Por mi parte, he intentado en una ocasión servirme de la rica
información que ofrecen los esquemas condicionales con el fin de
aportar nuevos elementos de juicio sobre la época de composición
del Libro de Alexandre y su autoría. En realidad, más que llegar a
descubrir quién lo había escrito, me interesaba intervenir en el
problema concreto de si Gonzalo de Berceo había sido o no su
creador. Contaba para ello con una doble ventaja, la que deriva, por
una parte, de la amplia producción literaria de Berceo y, por otra,
la que subyace al fenómeno sintáctico objeto de estudio.
No se trataba sin más de analizar los esquemas condicionales,
sino de, por su mediación, acceder al rico y complejo sistema verbal
del siglo XIII, que, según todos los indicios, estaba experimentando
una profunda transformación, que, si se confirmaba, permitiría EMILIO MONTERO CARTELLE 186
situar un texto antes o después de la misma. La obra de Berceo se
había, por otra parte, prolongado en el tiempo lo suficiente como
para que se proyectase sobre la misma la línea divisoria que marcaba
un antes y un después de, por ejemplo, la temporalización de las
formas compuestas.
Con este y otros datos del sistema verbal se podía avanzar que
el Libro de Alexandre nunca podría interpretarse ni como una obra
de juventud de Gonzalo de Berceo, ni, aunque se negase dicha atr
ibución, como un texto que fue escrito muy al inicio del siglo XIII \
Habría que concluir, por el contrario, que debió ser escrito con poste
rioridad a 1236, por ser más moderno que San Millón y Santo
Domingo, y anterior a 1250, pues conoció y utilizó el Poema de Fernán
González 2.
En esta ocasión, pretendo servirme de una estructura sintáctica
rica y compleja en matices, cual es la expresión de la concesivi-
dad, para acercarme a la Primera Crónica General de España 3 en
búsqueda de algunas respuestas no tanto a interrogantes planteados
cuanto a cuestiones habitualmente asumidas, como la falta de unifo
rmidad interna de la misma y su posible coautoría entre Alfonso X
y Sancho IV. De hecho, así como la importancia de la Crónica reside
en su carácter representativo de un momento en que el castellano
se consolidaba orno lengua literaria y fijaba sus rasgos a todos los
niveles, su individualidad radica en las más que razonables dudas
de que toda ella fuese compuesta, como indica su Prólogo 4, o, si se
prefiere, supervisada directamente por Alfonso X.
En este sentido, las investigaciones de Menéndez Pidal (1955) y
de Diego Catalán (1962) son bastante concluyentes sobre la existencia
1) Willis lo sitúa en 1204 (1934, 6 y 73-74), aunque, después, rectificase y los
pospusiese a San Millán y a Santo Domingo, cuyas influencias percibe
(1957-1958), Ware, en 1204 (1965, 225), Nelson, en 1202 (1979). También Rico
insiste en que «el Libro ha de ser anterior a los más tempranos textos de Berceo»
(1985, 11, n. 30), cuya paternidad rechaza tajantemente. Gier acepta también
que, de atribuirse a Berceo, debería ser de sus tiempos de estudiante en
Palencia (1981).
2) Todos los datos y la base argumentai, que conducen a esta y otras conclusiones,
están ampliamente desarrolladas en Montero Cartelle (1989 a).
3) Desde ahora, me referiré a ella como Crónica.
4) «Nos don Alfonso [ . . . ] mandamos ayuntar quantos libros pudimos aver de isto-
rias en que alguna cosa contassen de los fechos dEspâna [. . .] et compusiemos
este libro» (p. 4a: 21-44). SANCHO IV Y LA PRIMERA CRÓNICA GENERAL 1 87
de dos partes en la misma, al igual que también lo son sobre el papel
que desempeñó Alfonso X en su redacción:
«Antes de la muerte de Alfonso, 1284, únicamente se escribió en
redacción definitiva el tomo I de la versión regia, que trata desde los
orígenes de España hasta la invasión sarracena. El tomo II, historia
de la Reconquista, sólo recibió su última forma cuando ya reinaba
Sancho IV, en 1289, o muy poco después» (Menéndez Pidal, 1955, 870).
Ni uno ni otro cierran, sin embargo, con esta división la posibi
lidad de individualizar otras partes; todo lo contrario, insisten en
que «el trabajo de la Crónica no fue una labor uniforme de la corte
castellana. Tuvo diversas épocas y diversos redactores dentro de la
cámara regia» (Menéndez Pidal, 1955, 858). De esa afirmación a conce
derle entidad propia al prólogo y a los 108 capítulos primeros tan
sólo media el mayor arcaísmo del lenguaje que caracteriza a los
mismos en relación con el resto de la Crónica (Menéndez Pidal, 1955,
858-860); de igual manera que el gradual empobrecimiento compilat
orio que se percibe al final de la misma induce a hablar de «un
cambio de criterio muy visible para los 170 últimos capítulos de la
obra», desde el capítulo 965 (Menéndez Pidal, 1955, 858; cf. también
lap. 870) 5.
Por mi parte, he aprovechado la importancia de la Crónica en
el marco de una época de grandes avances en la consolidación y fij
ación de la lengua para analizar la expresión de la concesividad en
la misma y, por su mediación, en el castellano medieval (Montero
Cartelle, 1993). Ahora quisiera utilizar su falta de uniformidad
interna, la constancia de que, en la misma, intervinieron distintos
autores y, obviamente, las diferencias cronológicas entre la primera
y última parte, para acercarme, desde la misma perspectiva, a su
división en cuatro partes, a la intervención de distintos redactores
y, sobre todo, a la figura de Sancho IV y su importancia en la lengua
y literatura del siglo XIII.
5) Vallejo (1925, 76-77, cf. sobre todo el esquema de la p. 77) y Luquet (1988,
183-184) han confirmado esta cuádruple división tomando como referencia,
respectivamente, las construcciones adversativas y la evolución de la forma
verbal en -ra en las condicionales. EMILIO MONTERO CARTELLE 188
2. La expresión concesiva en la Crónica
y en el castellano medieval
En la primera aproximación que realicé a la Crónica pude
comprobar que ésta reproduce con bastante fidelidad las caracte
rísticas propias de la concesividad en el castellano medieval y, más
concretamente, en la etapa alfonsí. Como en éste, sobresale, en
primer lugar, el número y la variedad de conjunciones utilizadas con
valor concesivo. Relacionaba este rasgo con la ruptura que se había
producido a este nivel entre las lenguas romances y la latina, cuyos
signos de expresión de la concesividad no habían tenido continuidad
en aquéllas 6. Ante esta falta de tradición respondió como lo había
hecho aquélla. A excepción de maguer (qué) 7, no creó nuevos signos,
sino que recurrió a la marca universal de subordinación que y, proba
blemente, aunque (Montero Cartelle, 1993, § 1.2.2.5.), y, sobre todo,
a las similitudes sintácticas, lógicas y de contenido de las concesivas
con otras estructuras sintácticas: las 'adversativas', de las que tomó
pero, casi siempre bajo la variante pero que 8, mas, habitualmente
reforzada (mas que), las 'condicionales', de donde el uso concesivo
de si, de las 'causales', de las que proceden porque, pues que y
por . . . que, las 'disyuntivas', presentes en siquier, y los 'indefinidos
generalizadores', cuyo exponente más significativo fue sin duda
comoquier

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