El soplón
40 pages
Español

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Description

Luego de que su ex mejor amigo, Scott, lo delatara, Josh tuvo que mudarse a un hogar comunitario. Ahora se ha mudado con su hermano y su autoritaria cuñada, y tiene que tomar una clase para manejar su ira. Cuando un enemigo de su pasado comienza a presionarlo de nuevo y parece que Scott va a volver a las andadas, Josh lucha por controlarse. Acusado de un crimen que no cometió, va a tener que hacer uso de su nueva fortaleza para mantener la calma...y su libertad.



Josh had been living in a group home after being ratted out by Scott, his one-time best friend. Now he has moved in with his brother and overbearing sister-in-law and has been sent to a class designed to teach him to deal with his anger. When an old enemy continues to push his buttons and Scott appears to be up to his old tricks, Josh struggles to control his temper. Framed for a crime he didnít commit, it will take all of his new-found strength to keep his cool and his freedom.

Sujets

Informations

Publié par
Date de parution 01 mai 2010
Nombre de lectures 4
EAN13 9781554694648
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0470€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

El sopl n
El sopl n
Norah McClintock
Traducido por Queta Fernandez
O rca s o unding
ORCA BOOK PUBLISHERS
Copyright 2005 Norah McClintock
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording or by any information storage and retrieval system now known or to be invented, withoutpermission in writing from the publisher.
Library and Archives Canada Cataloguing in Publication
McClintock, Norah [Snitch. Spanish] El sopl n / Norah McClintock.
(Orca soundings) Translation of: Snitch. ISBN 978-1-55469-315-3
1. Dogs--Training--Juvenile fiction. I. Title. II. Title: Snitch. Spanish. III. Series: Orca soundings PS8575.C62S6318 2010 JC813 .54 C2010-901818-4
First published in the United States, 2010 Library of Congress Control Number : 2010924226
Summary: After his best friend snitches on him, Josh must learn to control his anger.

Orca Book Publishers is dedicated to preserving the environment and has printed this book on paper certified by the Forest Stewardship Council.
Orca Book Publishers gratefully acknowledges the support for its publishing programs provided by the following agencies: the Government of Canada through the Canada Book Fund and the Canada Council for the Arts, and the Province of British Columbia through the BC Arts Council and the Book Publishing Tax Credit.
Cover design by John van der Woude Cover photography by Firstlight.ca ORCA BOOK PUBLISHERS ORCA BOOK PUBLISHERS PO Box 5626, Stn. B PO Box 468 Victoria, BC Canada Custer, WA USA V 8 R 6 S 4 98240-0468
www.orcabook.com Printed and bound in Canada.
13 12 11 10 4 3 2 1
A los perros que corren libres.
contenido
Cap tulo uno
Cap tulo dos
Cap tulo tres
Cap tulo cuatro
Cap tulo cinco
Cap tulo seis
Cap tulo siete
Cap tulo ocho
Cap tulo nueve
Cap tulo diez
Cap tulo once
Cap tulo doce
Cap tulo trece
Cap tulo catorce
T tulos en la serie en espa ol
Cap tulo uno
Se supon a que fuera algo f cil. Me dijeron que pod a escoger: Puedes ir al programa de control de ira que, b sicamente, consiste en sentarse entre un grupo de fracasados una vez a la semana y hablar de las cosas que te hacen perder el control, decir lo que has hecho para controlarte y evitar darle golpes a la pared o a otra persona; o puedes participar en un programa especial donde te ense an a entrenar perros . Bueno, d jenme pensar, puerta n mero uno o puerta n mero dos?
Opt por entrenar perros. Ten a que ser mejor que sentarse frente a un mont n de desquiciados agresivos, verdad? Adem s, qu ciencia pod a tener?
La se ora de la recepci n me dijo que fuera al cuarto de entrenamiento. All estaba Scott parado en el mismo medio, con otros chicos. Volte al abrirse la puerta. Sonri al verme como si nada hubiera sucedido, como si todav a fu ramos amigos. Sonri de medio lado, con esa sonrisa que lo hace lucir idiota. No le devolv la sonrisa. Mis manos se contrajeron en dos pu os.
-Hola, Josh -dijo alguien a mis espaldas.
Gir , pensando que era otro conocido de mi vida pasada. No tendr a nada de particular. Ya con Scott ten a bastante, as que no importaba si empeoraba la situaci n.
Era el se or Ll mame Brian Weller, encargado del programa. Nos encontramos una vez, justo despu s de inscribirme. Antes de ser aceptado, te hacen una entrevista. Las preguntas son, mayormente, sobre tu experiencia con animales: si has tenido una mascota, si te gustan los animales, o qu piensas de la gente que les hace da o. Les dije que nunca hab a tenido uno y que no estaba seguro de si en realidad me gustaban. Con eso, pens que no me aceptar an y me mandar an a otro programa. Pero no fue as .
El se or Weller me sonri .
- Lograste encontrar el lugar sin dificultad? -me pregunt .
-Mi hermano me trajo -dije.
Vivo con Andrew, mi hermano mayor, su esposa Miranda y su beb Digby (no me hagan preguntas sobre ese est pido nombre) de nueve meses.
-Qu bueno es tener un hermano mayor tan cooperativo -dijo el se or Weller.
En realidad, Andrew estaba contento de que yo fuera al programa, porque eso me tendr a alejado del apartamento un par de horas. Ya llevo casi un mes viviendo con l y su esposa Miranda, despu s de que sal de la casa de acogida. Miranda no se neg a que fuera a vivir con ellos, pero yo notaba que no era algo que la entusiasmara. El apartamento era muy peque o. Andrew y Miranda ten an la cuna de Digby en el nico cuarto. Yo dorm a en el sof de la sala comedor. Adem s de esas dos piezas, el apartamento ten a una cocina y un ba o. Andrew dijo que yo pod a vivir con ellos mientras no volviera a tener problemas y, que una vez terminado el programa, tendr a que buscarme un trabajo y mudarme; y si pod a ser antes, mejor. Algo que resultar a dif cil, porque yo iba a la escuela en la ma ana para revalidar por lo menos dos de las asignaturas que hab a suspendido el a o anterior, y la profesora asignaba montones de tarea. Andrew dijo que tendr a que trabajar todo el verano y luego media jornada cuando empezaran las clases, para contribuir a los gastos de la casa; y que en cuanto probara que pod a mantenerme en el trabajo, l buscar a un lugar m s grande donde mudarnos.
Volv a mirar a Scott. Parec a sentirse muy a gusto entre los otros tipos. El se or Weller tambi n lo mir .
-Scott y t se conocen, cierto? -dijo en forma de pregunta, pero yo sab a que l hab a le do mi expediente y ya sab a la respuesta-. No te preocupes, Josh. Si el hecho de que Scott est aqu representa un problema para ti, podemos resolverlo.
Ni que yo necesitara que alguien me resolviera los problemas. Volv a mirar a Scott y dije:
- Por qu ha de ser un problema?
El se or Weller se me qued mirando por un momento y entonces hizo un gesto con la mano indic ndome que pasara.
Hab a tres hileras de asientos con ocho sillas cada una. Éramos catorce personas en total, contando al se or Weller. Hab a una sola chica, que fue directamente a saludar al se or Weller en cuanto lleg . Pens que ser a una de las ayudantes. Era bonita.
Scott se le acerc y le dijo algo. Ella se ri . Scott pod a ser encantador, es decir, sa era la impresi n que quer a causar. Pero yo no me tragaba esa p ldora. Luego mir hacia atr s, en direcci n a donde yo estaba y me sonri otra vez. Lo mir con cara seria, con expresi n de no me importa nada , pero por dentro sab a que s me importaba. Me iba a vengar de l, aunque fuera lo ltimo que hiciera en la vida.
Cap tulo dos
El se or Weller nos pidi que tom ramos asiento. S lo doce personas lo hicieron. Pens que la chica se iba a parar al frente junto al se or Weller y que Scott se sentar a con el resto del grupo. Estaba listo para decirle que se fuera al diablo si se le ocurr a sentarse cerca de m . Pero no lo hizo. Scott se qued junto al se or Weller y la chica se sent con nosotros. Una se ora de mediana edad, con aspecto de maestra o bibliotecaria entr en la habitaci n.
-Todos me conocen -dijo el se or Weller.
Repiti que pod amos llamarle Brian. Nos dijo que aprendiendo a entrenar perros, aprender amos mucho sobre nosotros mismos y que los perros eran como ni os: reaccionan bien ante la paciencia y la bondad y mal ante la ira. Luego, nos present a la se ora.
-Ll menme Maggie -dijo.
Maggie era la entrenadora de perros. No se me ocurr a qu podr a estar haciendo all Scott.
Lo mir fijo. Nos miraba a todos con altaner a, como si el papel de asistente de la entrenadora de perros le diera un rango especial. Es posible que alguien del grupo lo pensara, pero seguro que no lo conoc an como yo. No sab an lo que l hab a hecho.
-En unos minutos -dijo Maggie- les presentaremos a sus animales, pero antes deben entender cu l ser su responsabilidad.
Dos o tres personas rezongaron cuando escucharon la palabra responsabilidad. A veces parece que es la nica palabra que los adultos conocen. Andrew la utiliza constantemente. Josh, yo tengo muchas responsabilidades dir a, o alg n d a ser s responsable de alguien m s que de ti mismo y entonces sabr s lo que significa, Josh . De la manera que lo dice parecer a que la responsabilidad es un gorila furioso que hay que llevar a cuestas para siempre.
Seg n Maggie, ramos responsables de lo que le ocurriera a los perros durante el entrenamiento. Dijo que los animales ten an problemas serios de comportamiento y que por esa raz n los refugios no pod an darlos en adopci n. Nosotros bamos a ayudarlos a superar ese problema. Si lo logr bamos, los animales podr an encontrar un hogar. Si fall bamos levant los hombros, sonri y dijo que estaba segura de que si ten amos paciencia y trabaj bamos duro, no fallar amos.
Cuando termin de hablar nos pregunt si ten amos alguna pregunta.
Nadie levant la mano. Nadie dijo nada.
Si Maggie se desalent porque nadie hizo preguntas, no lo aparent . Nos dijo que los animales del programa no eran agresivos y que no deber amos tenerles miedo. Nos explic c mo saludar a un perro desconocido: no lo miren directamente a los ojos (puede tomarlo como una amenaza); no sonr an (los perros toman como amenaza que les muestren los dientes); no se le acerquen r pidamente (forma de amenaza, tambi n); no le den palmaditas en la cabeza Dese haber optado por un programa regular. Sab a lo que era la gente con problemas, pero no sab a absolutamente nada de perros y no me gustaba lo que escuchaba.
Maggie le hizo una se al a Scott con la cabeza y l sali de la habitaci n. Con l regresaron otras tres personas, cada una con cuatro perros en sus arreos. La mayor a de los perros ladraban, gru an o saltaban. Dos de ellos tiraban en direcciones contrarias como si quisieran salir de all .
Los c

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