¿Hasta cuándo durará esa rabieta?: Cómo calmarlos sin ponerse nervioso , livre ebook

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No hay niños sin rabietas. Pero los padres, si pudieran, prescindirían de ellas encantados. Sin embargo, son imprescindibles y constituyen una etapa importante en el desarrollo de los niños. Este libro analiza todo lo que se debe saber para calmar las rabietas y los caprichos, y responde a todos los interrogantes sobre este tema: - ¿Para qué sirven las rabietas?; - ¿Por qué nos afectan tanto?; - ¿Cómo se diferencia una rabieta de una gran pena?; - ¿Cómo reaccionar ante las rabietas en público?; - ¿Qué actitudes hay que evitar?; - ¿Cómo dominar una rabieta?; - ¿Cuáles son las rabietas que no podremos evitar?; - ¿Cómo anticiparse a las rabietas?
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Publié par

Date de parution

17 novembre 2017

Nombre de lectures

0

EAN13

9781683255307

Langue

Español

Christine Brunet
Nadia Benlakhel




¿HASTA CUÁNDO DURARÁ ESA RABIETA?
Cómo calmarlos sin ponerse nervioso





EDITORIAL DE VECCHI
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
Colección dirigida por Bernadette Costa-Prades.
Traducción de Montserrat Foz Casals.
Diseño gráfico de la cubierta de Bruno Douin.
Ilustración de la cubierta de Jesús Gracia Sánchez.
Título original: C’est pas bientôt fini ce caprice?
© Éditions Albin Michel, S. A. - París 2005
© Editorial De Vecchi, S. A. 2017
© [2017] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-530-7
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
Índice
Introducción
Capítulo 1 Mala reputación
■   Un comportamiento explosivo
■   Adiestrar para educar
■   Avances mal interpretados
■   ¿Rabietas auténticas o falsas?
■   ¿Es grave, doctor?
Lo esencial
Capítulo 2 Etapas clave
■   Paso a paso hacia su autonomía
■   Empieza a hablar
■   La entrada en preescolar
■   Enamorada de papá, enamorado de mamá
■   Su identidad sexual se expresa
■   Retorno a la calma
Lo esencial
Capítulo 3 ¿Por qué todas estas escenas?
■   Distintos ante las rabietas
■   Se siente omnipotente
■   Se siente frustrado
■   Busca referentes
■   «Papá, mamá, ¡existo!»
■   Se «venga» o no ve otra salida
■   Miedos, antojo s y pudor
■   Está agotado o tiene alguna pena
Lo esencial
Capítulo 4 Entre hermanos y hermanas
■   Cada cual tiene su sitio
■   No es fácil ser el mayor
■   El mediano: ni pequeño ni grande
■   El último: el «mimado» de la familia
Lo esencial
Capítulo 5 Influencias por parte de los padres
■   Historias familiares
■   Bajo la mirada de los demás
Lo esencial
Capítulo 6 Trampas que hay que evitar
■   Pegar
■   Ceder
■   Amenazas y chantajes
■   Buenos o malos castig os
■   Indiferencia y desdén
■   Frases que no arreglan nada
Lo esencial
Capítulo 7 Dominar las rabietas sin reprimirlas
■   Comportamientos adaptados
■   Rabietas inevitables
■   ¿Qué responder a sus reproches y a sus comentarios?■  
■   Plantearse las preguntas adecuadas
■   Ases en la manga
Lo esencial
Capítulo 8 Prevenir las rabietas
■   Anticipar los enfados
■   Intercambiar ideas y dialogar
■   El juego como aliado
■   Anime al máximo a su hijo
Lo esencial
Co nclusión
Bibliografía
Introducción
Nerviosos, alterados, sorprendidos, excedidos, indiferentes, culpabilizados, incómodos, avergonzados... La variedad de sentimientos que podemos sentir ante los caprichos de nuestros hijos es enorme. Ponen mala cara, gritan, lloran, se tiran por el suelo, luchan si intentamos detenerlos. A veces, incluso, llegan a morder o a dar patadas. Cegados por su ira, son como fuegos artificiales de gritos y de agresividad. Sin embargo, este «caos» de emociones en bruto del que usted prescindiría con mucho gusto es indispensable para el despertar de su personalidad. Ningún niño es igual a otro. Del mismo modo, ningún capricho es idéntico a otro. A veces, puede parecerle que su hijo repite la rabieta de ayer o la de hace tres meses, pero el contexto es distinto. Evoluciona, como los elementos de un decorado ambulante. Usted no es la misma madre o mujer, el mismo padre u hombre, la misma pareja, según los momentos de su vida. Las rabietas de su hijo siempre son únicas. Para afrontarlas sin perder el respeto hacia su hijo, es importante comprender las etapas que atraviesa durante su primera infancia, los mecanismos de su lógica y las interacciones de su historia familiar y afectiva sobre sus propios comportamientos. Así evitará perderse en una espiral de reacciones ineficaces que no conseguirán calmar la situación. Mejor aún: si consigue «domesticar» sus rabietas sin reprimir su expresión, enriquecerá la relación con su hijo aportándole una complicidad y una confianza mutua que le serán de gran ayuda a lo largo de toda la vida.
Capítulo 1 Mala reputación
Las rabietas, normalmente ruidosas, desconcertantes y exasperantes, están lejos de ser moco de pavo para los padres. Su mala reputación viene de lejos. Hay que ir con cuidado, porque en ocasiones avanzan enmascaradas...
■   Un comportamiento explosivo
Parecía que el día había empezado bien. Esta mañana, cuando le ha dejado en la escuela, estaba de buen humor. Le ha hecho muchos mimos y usted se ha sentido orgullosa de aquel hombrecito que le sonreía.
Pero por la noche, al ir a sentarse en la mesa para cenar, se ha puesto a gritar y a dar patadas porque usted no le ha dado un caramelo, y no soporta que no le den lo que pide.
Los padres prescindirían con mucho gusto de estas escenas penosas y ruidosas que tienen el increíble poder de llevarlos al borde de un ataque de nervios. «Insoportable», «mal educado», «mimado», «malcriado»..., los niños caprichosos no gozan de buena reputación. Siempre es como si quisieran imponer su voluntad, de forma repentina e imprevisible, como si momentáneamente hubieran perdido el sentido de la medida y de la razón. Los caprichos, desconcertantes, suelen producirse por sorpresa, sin avisar. A veces impresionantes por su violencia, hacen perder la calma a los padres, y con razón. Además de gritos y lloros, las rabietas pueden ir acompañadas de golpes, quejas e insultos. Como presos de un furor ciego, algunos niños llegan a pegar, morder, arañar a sus padres, tirar objetos, romper el camión de su hermano o, directamente, pisar a su hermana pequeña.
Sin embargo, el niño que quiere un capricho no siempre se expresa de forma tan espectacular. Algunos no hacen ruido: se limitan a enfurruñar. Saben muy bien cómo expresar su despecho y su mal humor a sus padres. Estos enfurruñamientos pueden poner tan a prueba su sangre fría como una rabieta. Con menor frecuencia, algunos niños pueden tener una reacción muy espectacular, conocida como «espasmo del sollozo». Bajo el efecto de la cólera, el niño pierde la respiración, se pone morado o muy pálido y puede llegar a perder el conocimiento durante un instante. Deja de respirar y no controla lo que le pasa. En la inmensa mayoría de los casos, el episodio termina por sí solo cuando el niño recupera la tranquilidad y su seguridad interna.
■   Adiestrar para educar
A nadie le sorprende que las rabietas se hayan considerado desde siempre como una mala hierba que se debe evitar que germine cueste lo que cueste. Sinónimo de desobediencia y de falta de respeto, ponían en peligro la propia autoridad paterna. En el siglo XIX , y hasta la década de 1960, educar a un niño consistía en echar sermones y en «adiestrar». La represión se practicaba con la mejor de las intenciones, por el bien del niño. En aquella época existía la convicción de que el niño tenía que ser educado para convertirse en un individuo fuerte que no mostrara sus emociones. Los castigos destinados a reprimir las rabietas solían ser humillantes y consistían a menudo en castigos corporales, a saber, zurras o latigazos. Se predicaba la mentira para obtener la verdad y se intentaba hacer caer al niño en la trampa: «Estás mintiendo, lo sé porque se te está alargando la nariz».
Esta educación, en la que el autoritarismo era la ley, desarrollaba en el niño un temor hacia el padre en detrimento del valor de las caricias y de los mimos, reconocidos actualmente como beneficiosos. Ser un poco cariñoso podía ser considerado, incluso, como una debilidad de los padres... El adulto ten&

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