Mi destino: Mi Tormento: Libro 3
217 pages
Español

Vous pourrez modifier la taille du texte de cet ouvrage

Découvre YouScribe en t'inscrivant gratuitement

Je m'inscris

Mi destino: Mi Tormento: Libro 3 , livre ebook

-

Découvre YouScribe en t'inscrivant gratuitement

Je m'inscris
Obtenez un accès à la bibliothèque pour le consulter en ligne
En savoir plus
217 pages
Español

Vous pourrez modifier la taille du texte de cet ouvrage

Obtenez un accès à la bibliothèque pour le consulter en ligne
En savoir plus

Description

El destino nos hizo enemigos. Yo conseguí que fuéramos amantes.



En un mundo distinto, estaríamos hechos el uno para el otro.



Pero este no es ese mundo.



Nota: Para mayor disfrute, te recomendamos leer la trilogía Secuestrada antes de empezar este libro.

Informations

Publié par
Date de parution 09 février 2021
Nombre de lectures 3
EAN13 9781631426056
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0022€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

Mi destino
Mi Tormento: Libro 3


Anna Zaires

♠ Mozaika Publications ♠
Esta es una obra de ficción. Los nombres, los personajes, los lugares y los acontecimientos son producto de la imaginación del autor o se usan de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, establecimientos comerciales, eventos o sitios es pura coincidencia.
 
Copyright © 2020 Anna Zaires
www.annazaires.com/book-series/espanol/
 
Reservados todos los derechos.
 
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión sin la autorización previa y por escrito del titular del copyright, salvo para su uso en reseñas.
 
Publicado por Mozaika Publications, de Mozaika LLC.
www.mozaikallc.com
Traducción de Scheherezade Surià


 
Diseño de cuberta de Najla Qamber Designs
najlaqamberdesigns.com
ISBN: 978-1-63142-605-6
Print ISBN: 978-1-63142-606-3
Índice




Parte I


Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18


Parte II


Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24


Parte III


Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Capítulo 37

Capítulo 38

Capítulo 39


Parte IV


Capítulo 40

Capítulo 41

Capítulo 42

Capítulo 43

Capítulo 44

Capítulo 45

Capítulo 46

Capítulo 47

Capítulo 48

Capítulo 49

Capítulo 50

Capítulo 51

Capítulo 52

Capítulo 53

Capítulo 54

Capítulo 55

Capítulo 56

Capítulo 57

Capítulo 58

Capítulo 59

Capítulo 60

Capítulo 61

Capítulo 62

Capítulo 63

Capítulo 64

Capítulo 65

Capítulo 66

Capítulo 67

Capítulo 68

Epílogo


Extracto de Secuestrada

Extracto de Atrápame

Sobre la autora
Parte I
1

S ara
Unos labios cálidos me presionan la mejilla con un beso tierno y suave, incluso a pesar de que la barba incipiente de un día me raspa la mandíbula.
—Despierta, ptichka —me murmura una voz familiar con un ligero acento en el oído mientras mascullo una protesta soñolienta y me acurruco aún más en torno a la almohada—. Es hora de irnos.
—Mmm. —Mantengo los ojos cerrados, reacia a alejarme del sueño. Por una vez era agradable. Incluía un lago en un día soleado, un par de perros divirtiéndose y Peter jugando al ajedrez con mi padre. Los detalles comienzan a desvanecerse de mi mente, pero los sentimientos de satisfacción y euforia permanecen, incluso cuando la realidad, junto a la consciencia amarga de la imposibilidad de esa fantasía, empieza a hacerse paso.
—Vamos, mi amor. —Me deposita un beso tierno en el lóbulo de la oreja, provocándome un escalofrío de placer—. El avión nos está esperando. Puedes dormir de camino a casa.
Los residuos del sueño desaparecen y me giro sobre la espalda mientras reprimo una mueca ante el dolor persistente en el hombro izquierdo. Abro los ojos y me encuentro con la mirada cálida y plateada de mi captor. Está inclinado sobre mí con una sonrisa tierna en los labios esculpidos y, por un segundo, la satisfacción eufórica se intensifica.
Estamos vivos. Está aquí conmigo. Puedo tocarlo, besarlo, sentirlo. Tiene el rostro más delgado, demacrado por el estrés y la falta de sueño, pero la pérdida de peso aumenta la férrea belleza masculina, agudizando la pendiente de esos pómulos exóticos y angulados y resaltando la línea dura de la mandíbula.
Este asesino enamorado de mí es perfecto.
El homicida de mi marido, el que nunca me dejará libre.
Se me encoge el pecho, la alegría se tiñe de una sensación conocida de culpa y odio hacia mí misma. Quizás algún día deje de encontrarme en esta encrucijada, deje de sufrir el malestar de necesitar al hombre que me mira como si fuera su mundo, pero, por ahora, no puedo olvidarme de quién es y de lo que ha hecho.
No consigo ignorar la vergüenza de saber que me estoy enamorando de mi torturador.
La sonrisa de Peter se desvanece y noto que se ha percatado de mis pensamientos, de la culpabilidad y la tensión que refleja mi rostro. Durante las últimas dos semanas, desde que desperté en la clínica, he estado evitando pensar en el futuro y en lo que provocó el accidente. Necesitaba demasiado a Peter como para alejarlo de mí y él también me necesitaba. No obstante, esta mañana, cuando volvamos al refugio de Japón, no podré seguir metiendo la cabeza bajo tierra.
No podré fingir que el hombre al que me he aferrado como si fuera un salvavidas no tiene intenciones de mantenerme cautiva para siempre.
—No lo hagas, Sara —dice con voz profunda y suave, aunque la plata cálida de la mirada se le enfría hasta convertirse en acero helado—. No sigas por ahí.
Parpadeo y dulcifico la expresión. Tiene razón: ahora no es el momento. Me incorporo sobre el codo derecho y comento en tono neutro:
—Debería vestirme. Si me lo permites…
Se incorpora y me deja espacio para sentarme. Agradecida por llevar la bata del hospital, me escabullo de la cama y me apresuro hacia el baño antes de que cambie de opinión y decida, a pesar de todo, tratar el tema. Tenemos que hablar sobre lo que ocurrió (de hecho, hace tiempo que debíamos habernos enfrentado a eso), pero aún no estoy preparada. Durante las dos semanas últimas, hemos intimado más que nunca y no quiero estropearlo.
No quiero volver al momento en el que veía a Peter como a un adversario.
Mientras me lavo los dientes, observo la cicatriz diagonal de la frente, donde un fragmento de cristal me produjo una larga brecha. Los cirujanos plásticos de la clínica han hecho un buen trabajo arreglando lo que se habría transformado en una deformación y, sin los puntos, la cicatriz parece menos agresiva. En pocas semanas, se convertirá en una fina línea blanca y, en un par de años, apenas se notará, igual que los moretones descoloridos de la cara.
Cuando el hijo que Peter quiere obligarme a tener sea lo bastante mayor para darse cuenta y preguntar, no debería quedar ninguna huella del desastroso intento de huida.
Respiro hondo ante ese pensamiento y presiono la mano contra el estómago mientras cuento los días con un temor creciente. Han pasado dos semanas y media desde que practicamos sexo sin protección durante mi período potencialmente fértil, lo que significa que debería haberme bajado la regla hace unos días. Entre las operaciones y los fármacos, no he prestado demasiada atención al calendario, pero ahora que he hecho los cálculos, me he dado cuenta de que tengo un retraso. Aunque no es lo bastante tarde como para ponerme paranoica, sí lo es para preocuparme de verdad. Quizás esté embarazada.
Siento el impulso de correr hacia la enfermera que se encuentre más cerca y pedirle que me haga un análisis de sangre. Estoy segura de que me hicieron la prueba de embarazo hace dos semanas, cuando me trajeron a la clínica tras el accidente, pero las primeras muestras de hCG en sangre aparecen de siete a doce días después de la concepción. Sin duda, di negativo y no han encontrado razones para hacerme la prueba otra vez. Ninguna excepto que ahora tengo un retraso.
Me detengo cuando estoy a punto de girar el pomo de la puerta. En cuanto me haga un análisis de sangre, Peter lo sabrá. Tendrá acceso a los resultados antes que yo y algo en mi interior retrocede ante ese pensamiento. Hasta el momento, no tengo elección ni control sobre nuestra relación y necesito sentir que, al menos en este caso,

  • Univers Univers
  • Ebooks Ebooks
  • Livres audio Livres audio
  • Presse Presse
  • Podcasts Podcasts
  • BD BD
  • Documents Documents