Ni un dia más : (Kicked Out)
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Ni un dia más : (Kicked Out) , livre ebook

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Description

Dime tiene 15 años y siempre está enojada. Sus padres no la comprenden y su hermano quedó paralizado por un accidente. Cuando las peleas y las acusaciones la sobrepasan, Dime se muda con su hermano. Pero los problemas la siguen. Si Dime no entiende que debe comenzar a responsabilizarse de sus actos, nada va a cambiar.


Dime is fifteen and always angry. Her parents don't understand her, and her brother was paralyzed in an accident. When the fights and accusations become too much, Dime moves in with her brother. But her troubles follow her. Until she realizes that she has to start taking some responsibility, nothing will change.

Sujets

Informations

Publié par
Date de parution 01 mai 2009
Nombre de lectures 1
EAN13 9781554695133
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0470€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

Ni un d a m s
Ni un d a m s
Beth Goobie
Traducido por Queta Fernandez
orca soundings
ORCA BOOK PUBLISHERS
Copyright 2009 Beth Goobie
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording or by any information storage and retrieval system now known or to be invented, without permission in writing from the publisher.
Library and Archives Canada Cataloguing in Publication
Goobie, Beth, 1959- [Kicked out. Spanish] Ni un d a m s / Beth Goobie; translated by Queta Fernandez.
(Spanish soundings) Translation of Kicked out. Summary: Dime can t get along with her parents. When she moves in with her older brother, she finds that if she starts believing in herself, other people will too. Cf. Our choice, 2003. Reading grade level: 6. Interest age level: 12-15. ISBN 978-1-55469-137-1
1. Brothers and sisters--Juvenile fiction. 2. Problem youth--Juvenile fiction. 3. Self-acceptance--Juvenile fiction. 4. First loves--Juvenile fiction. 5. Quadriplegics--Juvenile fiction. 6. Responsibility--Juvenile fiction. I. Fern ndez, Queta II. Title. III. Series: Spanish soundings
PS8563.O8326K5318 2009 jC813 .54 C2009-901582-X
First published in the United States, 2009 Library of Congress Control Number : 2009924517
Orca Book Publishers gratefully acknowledges the support for its publishing programs provided by the following agencies: the Government of Canada through the Book Publishing Industry Development Program and the Canada Council for the Arts, and the Province of British Columbia through the BC Arts Council and the Book Publishing Tax Credit.
Cover design by Christine Toller Cover photography by Eyewire Orca Book Publishers Orca Book Publishers PO Box 5626, Stn. B PO Box 468 Victoria, BC Canada Custer, WA USA V8R 6S4 98240-0468
www.orcabook.com Printed and bound in Canada.
Printed on 100% PCW recycled paper.
12 11 10 09 4 3 2 1
Contenido
Dedication
Cap tulo uno
Cap tulo dos
Cap tulo tres
Cap tulo cuatro
Cap tulo cinco
Cap tulo seis
Cap tulo siete
Cap tulo ocho
Cap tulo nueve
Cap tulo diez
Para Claude
Cap tulo uno
Una vez m s me las ten a que ver con ellos. Los gritos de los padres hacen que la m sica heavy metal suene como la de un cuento de hadas. Respir profundamente, me baj de la motocicleta de detr s de Gabriel y me quit el casco. Se lo devolv y lo enganch en la moto, una Kawasaki Ninja. Me alegr de que la dejara encendida. Era pasada la media noche y quer a que todo Winnipeg la viera. All estaba yo, regresando a casa de una cita con Gabriel Jordan, el chico m s guapo de todo el oeste de Winnipeg. Al fin se hab a peleado con su antigua novia y me hab a escogido a m . Ten a la esperanza de que mis padres estuvieran espiando detr s de las cortinas, para que lo miraran bien.
Rompimos el r cord del beso m s largo y luego Gabriel me dijo al o do:
-Ll mame ma ana, Diana.
Me qued mirando c mo rug a calle abajo. Ahora, todo el mundo en el vecindario estar a al tanto de mi vida amorosa. Ma ana por la ma ana las l neas telef nicas se congestionar an por la cantidad de llamadas con el chisme. Mi madre se morir a de la verg enza, y yo sonre s lo de pensarlo. Al mismo tiempo se me hizo un nudo en el est mago. Dese estar al tim n de la Ninja de Gabriel, alej ndome para siempre. Pero no, Gabriel ten a que marcharse, y yo ten a que entrar a casa y v rmelas con un monstruo de dos cabezas: mis padres.
Primero, me quit el arete de la nariz. Mi madre piensa que solamente los traficantes de droga los usan. La ltima vez que me vio con uno me dijo que estar a castigada hasta que alcanzara la mayor a de edad. En realidad, nunca le he prestado mucha atenci n a eso de los castigos; no puedo perder el tiempo miserablemente mirando las paredes. Lo que s hice fue dejar de usar el arete en la nariz cuando estuviera en casa. La vida es mucho m s f cil si tus padres no se paran en la puerta cuando vas a salir, bloque ndote el paso.
Mientras sub a los primeros escalones de la entrada, me prepar para lo que me ven a encima. Puse cara de aburrimiento y torc la boca en una mueca. Era buena para esas cosas; me pasaba horas practicando frente al espejo. Parecer aburrida era mi mejor arma. Volv a locos a mis padres, que renunciaban a cualquier discusi n.
Lentamente, abr la puerta. All estaba mi madre con los brazos cruzados en medio del pasillo y con cara de Terminator.
- D nde estabas? -pregunt .
-Por ah -dije.
Me quit la chaqueta y la colgu .
Nuestra casa era una batalla campal estilo Duro de matar III , s lo que nuestra arma era la lengua. Mi padre apareci detr s de mi madre para averiguar qu pasaba.
- Por ah ? -pregunt .
Me quit las botas y quise pasarles por al lado. Mi padre me agarr por los hombros con ambas manos, no muy fuerte, pero asegur ndose de que no podr a ir a ninguna parte. Entonces grit :
- No sabes que tienes que llegar a las nueve?
- Llamaste a la polic a? -le pregunt .
Con quince a os ten a que estar en casa a las nueve. Qu rid culo. Y para empeorar las cosas, si llegaba tarde, mi padre comenzaba a dar gritos. Si pon a cara de superaburrida, gritaba a n m s alto. Algunas veces me sacaba de quicio, mi defensa se desvanec a y perd a el control. Odiaba cuando les gritaba, aunque muchas veces terminaba haci ndolo.
-Diana, sta es nuestra casa y nosotros ponemos las reglas. Si te decimos que tienes que estar de regreso a las nueve, sa es la hora de entrar por la puerta! No hay nada m s que hablar -grit .
Su casa, no la m a, pens . Por un momento me ardieron los ojos y pens que iba a llorar, pero logr controlarme, sonre y dije bajito mir ndolo a los ojos:
-Trata de obligarme.
Me mir como a punto de golpearme y vocifer :
- No tienes respeto por nadie! No respetas ni a tus padres! Trabajamos muy duro para darte de comer y t andas por ah destruy ndote con las drogas, perdiendo el tiempo en la escuela y vestida como si pertenecieras a una banda de delincuentes. M rate ese pelo. Y ahora andas con un chico que te dobla la edad.
Gabriel tiene solamente diecisiete a os. Mis padres necesitan revisar los hechos antes de hablar. Respir profundamente.
- Tengo casi diecis is a os! Ustedes me tratan como si tuviera doce. Los viernes, mis amigas no tienen que estar en sus casas antes de la medianoche -dije todav a tratando de mantener la calma.
- Ay, eras una ni a tan dulce! C mo es que te has vuelto tan problem tica?
-gimi mi madre.
-No lo s , a lo mejor son todas esas drogas que ustedes dicen que yo consumo
-dije levantando los brazos.
En realidad, nunca he probado drogas, pero a veces ellos me hacen pensar en hacerlo.
-Tu hermano jam s nos hizo una cosa as -dijo mi padre.
-Si te parecieras a l, qu diferente ser a todo -dijo mi madre.
Eso era el colmo. Si no me iba de all en ese momento, comenzar a tambi n a gritar y terminar a llorando frente a ellos. No pod a permit rmelo, no pod a permitirles que me enojaran.
Con un empuj n, les pas por al lado y corr hasta mi habitaci n. Di un portazo y cerr por dentro. Esa costumbre de dar portazos comenz cuando ten a nueve a os. Me met en la cama y hund la cara en mi conejo de peluche. Los o dos me retumbaban y comenc a contar los latidos de mi coraz n. Poco a poco se hicieron m s lentos, se estabilizaron y pude o r en la distancia las voces de mis padres que se confund an con las voces del televisor.
Sent complejo de culpa por la cara que ten a mi madre. ltimamente siempre era as . Parec a que en cuanto me miraba, empezaba a sufrir y yo no quer a eso. Quer a que mi madre me mirara y sonriera, algo que no suced a. Todo era gritos y ofensas. Deb meterme en el basurero m s cercano en lugar de regresar a casa. Ése era el lugar que me correspond a, con la basura de todo el mundo. Pensando as me qued dormida.
Cuando me despert a la ma ana siguiente, ya era tarde. Todav a llevaba el pul ver de Metallica de la noche anterior y mi pelo parec a un escobill n. Me puse unos vaqueros llenos de huecos y baj , arrastr ndome, a desayunar. Ni siquiera me lav la cara. Sabr an que sus palabras no ten an ning n poder sobre m . Con eso les demostrar a que sus gritos no funcionaban.
Mientras bajaba las escaleras pude o r la voz de mi padre en la cocina.
-Ya no sabemos qu hacer con ella. No aguantamos ni un d a m s. Es como si todo lo hiciera expresamente para herirnos.
Me detuve y tragu en seco. Por qu no me compran un pul ver que diga Enemigo p blico ? Me lo pondr a todas las ma anas y as no tendr an que dirigirse a m en lo absoluto. Llevar a su opini n a todas partes.
Escuch la voz de mi hermano Darren.
-Denle una oportunidad. Est tratando de encontrarse a s misma -dijo.
-Pero t nunca fuiste as -dijo mi madre.
- Y eso qu tiene que ver?
-Todo lo que queremos es que triunfe en la vida. En este momento es un fracaso total.
Me qued de una pieza. Ni siquiera estaba en la misma habitaci n con ellos y ya quer a gritarles.
-Ella no es un fracaso. Ella es, sencillamente, diferente a m -dijo Darren.
-Ése es justamente el problema.
Ya hab a escuchado bastante. Entr pas ndome una mano por el pelo. El mes anterior me hab a pintado la mitad de rosado. Me ven a bien con los ojos verdes. Como lo tengo tan corto, se me eriza por las ma anas hasta que logro domarlo con un poco de agua. Mis padres pensaban que me hab a hecho un mohicano.
Habl lo m s alto posible:
-Buenos d as, Darren.
-Buenos d as, miherma -dijo.
Mis padres no dijeron una palabra. Se quedaron mudos, lo cual me agrad . Tom una de las tostadas de Darren, le di una mordida y le manch la cara de mermelada con un beso.
- Tienes una silla nueva? El modelo Rick Hansen? -le pregunt .
Mi hermano es tetrapl jico desde hace tres a os. Se fractur el cuello cuando ten a dieciocho.
Darren sonri y dijo:
-Alrededor del mundo en cuarenta d as.
La silla de ruedas era una sensaci n, pero el juego deportivo que llevaba puesto ten a definitivamente un problema. Casi tanto o igual que lo que llevaban pue

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