Un trabajo sin futuro : (Dead End Job)
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Español

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Un trabajo sin futuro : (Dead End Job) , livre ebook

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Description

Frances trabaja en el turno de la noche en la tienda local de abarrotes, dividiendo su tiempo entre llenar los anaqueles y trabajar en su arte. Una noche, su rutina se rompe cuando Devin entra a la tienda. Devin le dice que es el hijo de un famoso artista local y le ofrece darle su opinión sobre sus dibujos. A pesar de que Devin parece saber demasiado de ella, Frances decide, contra los consejos de su novio, que Devin es raro pero inofensivo. Cuando Frances se da cuenta al fin de que está en peligro, Devin ya está completamente obsesionado con ella y convencido de que si él no puede tenerla, no será de nadie más. Frances se verá obligada a usar toda su fuerza para escapar de Devin.



Frances works the night shift at a local convenience store, dividing her time between restocking shelves and working on her art. Her routine is broken one night when Devin comes into the store. He claims to be the son of a famous local artist and offers her advice on her drawings. Although he seems to know way too much about her, Frances decides, against the advice of her boyfriend, that he is odd but harmless. By the time she realizes the danger she is in, Devin is completely obsessed with her and convinced that if he can't have her, no one will. Frances will be forced to use all her strength to escape from Devin.

Sujets

Informations

Publié par
Date de parution 01 novembre 2008
Nombre de lectures 7
EAN13 9781554695522
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0470€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

Un trabajo sin futuro
Un trabajo sin futuro
Vicki Grant
Traducido por Queta Fernandez orca soundings
Orca Book Publishers
Copyright 2008 Vicki Grant
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced or transmitted in any form or by any means, electronic or mechanical, including photocopying, recording or by any information storage and retrieval system now known or to be invented, without permission in writing from the publisher.
Library and Archives Canada Cataloguing in Publication
Grant, Vicki
[Dead-end job. Spanish] Un trabajo sin futuro / written by Vicki Grant; translated by Queta Fernandez.
(Orca soundings) Translation of Dead-end job. ISBN 978-1-55469-051-0
I. Title. II. Title: Dead-end job. Spanish. III. Series. PS8613.R367D4218 2008 jC813 .6 C2008-905999-9
Summary: When it turns out that a boy that Frances has met at her job working the nightshift is a stalker, she realizes she may be in serious danger.
First published in the United States, 2008 Library of Congress Control Numb er: 2008936902
Orca Book Publishers gratefully acknowledges the support for its publishing programs provided by the following agencies: the Government of Canada through the Book Publishing Industry Development Program and the Canada Council for the Arts, and the Province of British Columbia through the BC Arts Council and the Book Publishing Tax Credit.
Cover design by Lynn O Rourke Cover photography by Firstlight O RCA B OOK P UBLISHERS O RCA B OOK P UBLISHERS PO B OX 5626, S TN . B PO B OX 468 V ICTORIA , BC C ANADA C USTER , WA USA V8R 6S8 98240-0468
www.orcabook.com Printed and bound in Canada. Printed on 100% PCW recycled paper.
11 10 09 08 5 4 3 2 1
A la memoria de Meg Richardson, a quien le encantaba los cuentos y nos amaba a nosotros.
contenido
Cap tulo uno
Cap tulo dos
Cap tulo tres
Cap tulo cuatro
Cap tulo cinco
Cap tulo seis
Cap tulo siete
Cap tulo ocho
Cap tulo nueve
Cap tulo diez
Cap tulo once
Cap tulo doce
Cap tulo trece
Cap tulo catorce
Cap tulo quince
Cap tulo diecis is
Cap tulo diecisiete
Cap tulo dieciocho
Cap tulo diecinueve
Ep logo
Cap tulo uno
Hab a algo extra o con el paquete de papitas con queso. Estaba muy abultado en el fondo, ten a las esquinas muy puntiagudas o algo por el estilo. Me le qued mirando por no s cu nto tiempo, y no pod a darme cuenta de qu era lo que realmente ten a. Me estaba volviendo loca.
Me hal el pelo y grit .
Alguien me pregunt :
- Te pasa algo?
Pegu un salto del susto. No hab a escuchado entrar al chico. Trat disimuladamente de tapar mi dibujo con la mano. No quer a que lo viera.
-No, nada. Estoy bien. En qu le puedo servir?
Puso una barra de chocolate en el mostrador y dijo:
-S lo vine a comprar esto. -Entonces sonri , tratando de hacerse el simp tico, y luego dijo-, pero ahora lo que quiero es ver tu dibujo.
Hice como que le sonre a. Despu s de todo, era un cliente y no quer a ser grosera, pero tampoco quer a darle ilusiones, especialmente porque no era tan bien parecido como l cre a. Era normal. Un chico com n, de dieciocho a os, con capucha, jeans y los aud fonos alrededor del cuello. Era un poco p lido, medio flacucho, y necesitaba una buena afeitada (not todo eso porque estaba detr s del mostrador sin poder salir; normalmente no me hubiera fijado en l).
-Pooorfa -dijo con una sonrisa estudiada.
Me estaba haciendo pasar verg enza. Peor que cuando hab a gritado minutos antes.
-No. No quiero. -Puse una caja de chicles sobre el dibujo.
-Vamos, no seas t mida -dijo, tratando de ver algo por cima de la caja de chicles.
-Son 1.07 por el chocolate -dije, y cubr el resto del dibujo con una hoja de los n meros de la loter a de la semana.
-Est bien, est bien -dijo, quit ndole importancia al asunto-. Aqu tienes un d lar y una moneda de 25 centavos. Te puedes quedar con el cambio.
Huy, adem s de gal n da buenas propinas , pens . Puse el cambio en la caja y nos quedamos all parados sin hacer nada. Me pareci una situaci n inc moda, aunque l parec a estar muy a gusto. Le dio una mordida a su barra de Krispy Bits y dijo Qu rica est como si yo tuviera algo que ver con eso. Se apoy sobre el mostrador mientras terminaba de com rsela. Luego se limpi la mano en la chaqueta y dijo:
-Bueno, parece que debo irme.
No me digas?, pens .
-Gracias por su visita -dije.
Ya se iba. Pasaba por el estante de las revistas cuando son el tel fono. Qu alivio. Eran casi las doce de la noche y ten a que ser mi novio el que llamaba. Me agach detr s del estante de los cigarrillos y actu como toda una recepcionista.
- Parada en la Autopista . Le habla Frances. En qu puedo servirle?
Leo exig a hablar con el jefe de servicio al cliente, inmediatamente. Estaba enojad simo por la forma en que hab a sido tratado por una de nuestras vendedoras. No escuch el nombre, pero la describi claramente. Ten a el pelo rubio, usaba gafas de viejita y calzaba el n mero once de zapatos (se parec a mucho a m , pero yo no lo iba a admitir).
Seg n Leo, la vendedora se hab a negado a faltar a la clase de biolog a para pasar el d a con l, que hasta le hab a prometido darle la clase de biolog a en el asiento trasero de su magn fico Impala de 1985. Si la conducta de la vendedora no mejoraba, l se ver a obligado a reportar la tienda Parada en la Autopista al Better Business Bureau (una instituci n que vela por la tica en los negocios).
Estuvimos bromeando un rato cuando escuch que alguien estaba en la tienda. Pens que era el due o, que ven a a cubrir el turno de la madrugada. Dije bien bajito nos vemos a la hora de siempre y colgu . El se or Abdul era un hombre muy bueno, pero no le gustaba que estuviera hablando con mi novio en horas de trabajo.
Me par detr s del mostrador y dije Hola! con tono de animadora de equipo de deporte. Quer a sonar como una empleada modelo, como la persona que adora pasarse el viernes por la noche organizando cajas de cigarrillos en un estante.
- Hola otra vez!
De nuevo ten a frente a m al se or Krispy Bits . No!
- En qu puedo servirle? -dije.
- Te importa si me quedo aqu por unos minutos? Empez a llover.
S me importaba, pero, qu le iba a decir?
-Me imagino que no -dije, y comenc a alinear las cajas de cigarrillos.
-No tienes que sonar tan entusiasmada con la idea-dijo-. En realidad, podr a ayudarte.
Lo ltimo que me faltaba.
-No, gracias -le contest -. Esto s lo me toma unos segundos y ya casi termino el turno.
Emiti un ronquido y no estoy jugando cuando lo digo.
-No me refer a a ayudarte a arreglar los estantes.
Retorc los ojos. No me digas que eres demasiado importante como para hacer este trabajo , pens .
-Sino ayudarte con el dibujo.
O un ruido. Me volte justo para verlo sacar mi dibujo de debajo de la caja de chicles.
- Oye, dame ac ! -dije.
Ten a mi dibujo en las manos y lo observaba como si fuera un experto en arte.
-Es muy bueno -dijo, moviendo la cabeza de arriba a abajo.
Yo estaba furiosa.
- Qu sabes t ?
Trat de arrebatarle el dibujo, pero me esquiv .
- Has o do hablar de Tom Orser? -dijo.
-S . Y qu ? En un pueblo tan peque o como ste, qui n no lo conoce?
Trat otra vez de quitarle el dibujo.
-Es mi padre.
- No me digas!
Cre a que yo me iba a creer el cuento. Tom Orser es un artista riqu simo que pinta cuadros de la naturaleza. Vive en una casa fabulosa al lado de un precipicio en la bah a East Green. Tiene como sesenta a os y su esposa, treinta. Tienen dos ni as, Zorah, a la que le gustan las papitas con sal y vinagre, y Stella, que las prefiere con salsa.
-Él viene a la tienda muchas veces -dije-. Y no tiene ning n hijo.
-No con esta esposa -la cara le cambi por completo-. Yo soy el producto de la esposa n mero uno. La que tuvo que trabajar para mantener al artista muerto de hambre.
Hablaba con cara seria. No supe qu contestarle y no pod a ni enojarme con l. Qu situaci n tan desagradable. Para ser cort s le dije:
- Cu ndo se separaron?
-Yo ten a cerca de ocho a os. Tom comenz a ganar dinero y decidi cambiar el modelo viejo por uno nuevo. De hecho, una modelo de trajes de ba o. Tuvieron tres ni os. Luego, la dej por otra m s bonita. Margo engord con el segundo ni o, as que la dej por la mujer que tiene ahora.
Ten a la misma sonrisa forzada en la cara. Yo ten a la terrible impresi n de que iba a empezar a llorar a cualquier momento.
- Sab as que l hab a tenido otras esposas? -pregunt .
-Ay, no -dije, pensando que deb haberlo dejarlo ver el dibujo.
-Entonces, c mo pudiste estar tan segura de que no ten a un hijo?
En eso ten a raz n. Parec a un tema doloroso para l. Le dije algo a modo de disculpa. Pens que se ir a, pero s lo levant los hombros.
-Oye, no te sientas mal -me dijo-. La mayor parte del tiempo Tom act a como si no tuviera un hijo. Dile que Devin estuvo aqu y f jate c mo reacciona. Te dir qui n es Devin? Te lo aseguro. La pr xima vez que venga, hazlo.
Se ri y me dio el dibujo.
-Es muy bueno, Frances. Lo digo en serio -dijo-. Lo nico es que la bolsa te qued un poco corta en el lado izquierdo.
Mir el dibujo.
Rayos. Ten a raz n.
Le iba a dar las gracias cuando, de pronto, me di cuenta de algo. Lo mir .
- Oye, c mo es que sabes mi nombre?
No me contest . Se las arregl para desaparecer exactamente antes de que el se or Abdul entrara por la puerta.
Cap tulo dos
Cuando bamos en el carro en camino a la casa esa noche, le dije a Leo lo que hab a pasado. Él no pod a creer eso de que Tom hab a tenido tantas m

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