Atreverse a ser madre en el hogar
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Description

Hoy en día se cuentan millones de madres en el hogar, es decir, millones de mujeres «inactivas». Para muchas de ellas, que han encontrado demasiado acrobático acumular actividad profe-sional y vida familiar, se trata de una verdadera opción, de acuerdo con su cónyuge: dedicar más tiempo a la educación de sus hijos. Lejos de limitarse a una función de simples amas de casa, estas mujeres toman a su cargo numerosas actividades asociativas, paraescolares, sin las que algunas instituciones no funcionarían. Pese a ello, son víctimas de prejuicios. La sociedad a menudo les reprocha que son incorrectas:; - Desde el punto de vista ideológico, puesto que no están liberadas.; - Desde el punto de vista económico, porque con un solo sueldo una familia consume menos.; - Desde el punto de vista psicológico, puesto que están demasiado centradas en su hijo…

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Informations

Publié par
Date de parution 17 novembre 2017
Nombre de lectures 0
EAN13 9781683255321
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0272€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

Marie-Pascale
Delplancq-Nobécourt




Atreverse
a ser madre en el hogar





EDITORIAL DE VECCHI
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
Traducción de Nieves Nueno Cobas.
Ilustración de Jesús Gracia Sánchez.
Título original: Oser être mère au foyer.
© Éditions Albin Michel, S. A. - París 2001
© Editorial De Vecchi, S. A. 2017
© [2017] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-532-1
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
Índice
Introducción
1. Entre satisfacciones y frustraciones: una situación incómoda
Una decisión meditada
Carencias y frustraciones
◊   Sin espacio propio
Las delicias de la infancia compartida
2. Testimonios de madres
Confidencias y revelaciones
Una dev aluación constante
◊   La pérdida de la independencia económica, lamentada y asumida
◊   El sueldo como único valor social
La implicación ciudadana de las mad res dedicadas al hogar
◊   En el ámbito escolar
◊   Otras formas de actuar
◊   Un estatus ambiguo: una actividad voluntaria muy profesional
3. Espejito, espejito, ¿somos las más feas del reino?
El ama de casa bajo la pluma de un sociólogo
◊   Imágenes, palabras y males
◊   Dos campos enfrentados
Los cincuenta años de El segundo sexo
«Las mujeres enriquecen Francia»
4. Cuando las madres dedicadas a su familia se movilizan
Actuar a nivel nacional e internacional
Hacerse oír en Europa
Un movimiento reconocido como ONG
Argumentos de peso
La defensa de reivindicaciones concretas
La explotación de las mujeres a través del sistema de pensiones
5. El credo de moda
Un tema prohibido por considerarse de derechas
Entre trabajo y hogar, la madre tiene una historia
El final de la política familiar
«Menos hijos, menos parados»
Lo doméstico es «ingrato»
La mujer se amolda al patrón masculino
Una sociedad que culpa a las mujeres
La descalificación del tiempo parcial
«¿Quién cuidará de él?»
La soledad de la joven madre
«¿Son felices nuestros hijos en la guardería?»
La autonomía a los 11 años
El tiempo: cantidad o calidad
Conclusión
Bibliografía
Introducción
En este cambio de milenio en el que se celebran los avances femeninos del siglo —trabajo, igualdad, realización personal— y en el que se afirma que el trabajo femenino es fuente de empleo y prosperidad, es necesario reconocer públicamente que muchas mujeres nos sentimos como dinosaurios, como renegadas y traidoras a la causa femenina. En efecto, somos de esas mujeres que trabajan en casa, madres dedicadas al hogar, «amas de casa»… que nos repetimos: Mea culpa, mea maxima culpa … No hacemos mucho ruido y pasamos desapercibidas, hasta el punto de que se nos ignora en todas las estadísticas. En el censo se nos reserva amablemente la casilla «otro», al lado de las de pensión de invalidez o de viudedad, y ya no se nos considera más. Parece ser que esta casilla es suficiente para registrar una función social antediluviana y anterior a la existencia de Simone de Beauvoir.
Sin embargo, todas habíamos empezado con buen pie en la vida, ya que en otra época estudiamos y conseguimos títulos, trabajamos y asumimos nuestra independencia. Luchamos contra la suerte reservada a las mujeres y alimentamos nuestro feminismo en las mejores fuentes: La mística de la feminidad de Betty Friedan y Sexo y temperamento de Margaret Mead estaban en las mesitas de noche junto con libros editados por el Instituto de la mujer.
¿Debido a qué aberración un día caímos en esa trampa infamante de la que nuestras madres se habían apartado con grandes esfuerzos?
En realidad se trata de una larga una historia, y para cada mujer la historia es singular, y la misma a la vez.
Cuando los hijos están en casa, la mujer quiere estar allí. No quiere perderse ver cómo crecen ni que la echen de menos. Tiene la profunda convicción de que nadie podrá hacer igual de bien lo que haga por ellos. Así, la carrera profesional, el trabajo, pasa a un segundo plano; otra persona lo desempeñará igual de bien.
En la vida todo el mundo sigue su vocación. La nuestra, la de algunas mujeres, se inclinaba hacia los hijos de forma irresistible. Por eso, guardamos nuestro traje de Superwoman en el armario, aunque por poco tiempo, creímos al principio. En un primer momento nos arreglamos con la guardería y el jefe para trabajar a tiempo parcial; todo mejoraría cuando el niño fuese al parvulario, pensamos. Y luego quisimos tener uno o dos hijos más. Como las variables se multiplicaron, la ecuación familia/trabajo se volvió cada vez más difícil de resolver. Pusimos en la balanza la holgura económica y el placer del tiempo compartido con los niños, y «no había color»…
Así pues, nos regalamos el lujo de estar a la salida del colegio a la «hora de las madres», de mimar en casa a los niños enfermos, de escapar al estrés de la canguro que falla en el último momento y de evitar la preocupación por el niño «con llave» que vuelve solo a una casa vacía. Jugamos a La oca con entusiasmo, nos estropeamos las manos haciendo figuritas con engrudo, improvisamos disfraces de Carnaval o de Halloween, nunca dejamos de leer el cuento de la noche, asistimos sin protestar a las clases de natación en enero, a las salidas en días de viento a los monumentos de la zona, a los itinerarios de orientación en el bosque cercano, y atendimos bajo la lluvia los puestos en la fiesta de fin de curso del colegio. Y llevamos (a nuestros propios hijos y, a menudo, a los de las madres «activas») a judo, baloncesto, danza, piano, fútbol o solfeo, a los partidos, a los cumpleaños, al dentista, al ortodontista, al ortofonista, al podólogo, al psicólogo, al masajista, etc. La lista es interminable.
Al acudir con regularidad a la salida del colegio, fuimos reclutadas por las asociaciones de padres de alumnos y nos hicimos sus responsables, ya que no suele haber muchos voluntarios; encabezamos los consejos escolares, los de administración del instituto, las gestiones en la inspección académica o las manifestaciones ante el ayuntamiento o la rectoría. A veces aceptamos un cargo de administradora en una asociación local, para acabar siendo tesorera o presidenta, porque tampoco suele haber muchos voluntarios. «Tú tienes tiempo…», nos dijeron muchas veces.
Al optar por consagrar este tiempo a nuestros hijos, se lo dimos también a otros muchos sin hacer aspavientos ni esperar agradecimiento. La vida de una mujer o de un hombre es un recorrido que se burla de las etiquetas: durante varios años fuimos «mujeres trabajadoras», después decidimos estar con nuestros hijos, ya que consideramos insustituible nuestra presencia, y pronto lucharemos por volver a ser «activas»; es decir, por ser mujeres que cotizan, consumen y pagan impuestos. Mientras tanto, tenemos la pretensión de creer que la sociedad, que en el mejor de los casos nos ignora y en el peor nos considera apáticas y parásitas, tal vez gana más de lo que cree con nuestro esfuerzo; por supuesto, no en términos monetarios ni comerciales, sino en otros ámbitos más cualitativos y, quién sabe, más esenciales. El único objetivo de este libro es ofrecer otra mirada hacia estas madres de hoy dedicadas al hogar, que los economistas y los sociólogos clasifican como especie extinguida o en vías de extinción, pero que, en términos de rentabilidad social, asumen funciones útiles; asimismo, se intenta conseguir que se reconozca que en esta etapa de su vida estas mujeres han tomado una decisión respetable, relacionada más con las nuevas formas del humanismo contemporáneo que con una forma de vida anticuada, y que merecen ser consideradas con más atención, dado que ponen de relieve todas las disfunciones de nuestra sociedad.
No obstante, esta nueva mirada sólo puede existir si el lector deja de lado todo tipo de convencionalismos y se desprende de sus prejuicios ideológicos ante a un tema tan delicado y tan proclive a las reacciones tajantes.
A veces es importante aceptar la necesidad de confrontar los principios en los que creemos con la realidad en la que vivimos.
Así, el derecho al trabajo de las mujeres es un principio indiscutible. Y, sin embargo, a la vista de los hechos, cuando aparece el primer hijo, algunas mujeres que tienen la posibilidad de retirarse del mundo profesional deciden hacerlo parcial o totalmente. ¿Por qué?
En lugar de negar esta situación paradójica, vamos a tratar de descubrir sus causas. Lejos de querer convencer a las mujeres para que vuelvan al hogar, la cuestión se debe centrar en estudiar las decisiones que estas nuevas madres han tomado y poner de relieve los obstáculos que impiden a las madres y los padres un ejercicio armónico de la maternidad y la paternidad. El objetivo no es presentar a estas mujeres como modelos (con el riesgo de ser acusada de respaldar una regresión ant

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