El derecho de los jóvenes a “no leer” El Quijote
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Description

El trabajo aborda el reto que supone
ofrecer El Quijote a los jóvenes de una manera
atractiva a la vez que respetuosa con el texto
clásico y propone vías de acercamiento a partir del
reconocimiento en el joven lector de su derecho
a no leer, pero también la posibilidad de llegar a
la obra cervantina por cauces no convencionales,
fijando como línea directriz la libertad del lector
como condición inexcusable para la adecuada
animación a la lectura.

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Publié le 01 janvier 2005
Nombre de lectures 11
Langue Español

Extrait

ortiz ballesteros, antonia mª. El derecho de los jóvenes“El derecho de los jóvenes a “no leer”
El Quijote”, en Revista OCNOS
nº 1, 2005, p. 61 - 74. a “no leer” ElQuijote
Antonia Mª Ortiz Ballesteros
U n i v e rs i d a dd eC a s t i l l a - L aM an c h a
PALABRAS CLAVE: RESUMEN: El trabajo aborda el reto que supone ABSTRACT: The essay takes the challenge which is
Didáctica de la Literatura. Literatura ofrecer El Quijote a los jóvenes de una manera to offer El Quijote to young people in a way at the
juvenil. El Quijote. atractiva a la vez que respetuosa con el texto same time attractive and respectful of the classic
clásico y propone vías de acercamiento a partir del text and proposes jeans to approach it from the
reconocimiento en el joven lector de su derecho recognition of the right of the young reader to
a no leer, pero también la posibilidad de llegar a not to read, but it also deals with the possibility to
KEYWORDS: la obra cervantina por cauces no convencionales, reach the works of Cervantes in unconventional
Didactics of Literature. Literature to fjando como línea directriz la libertad del lector ways, taking into account as a necessary condition
young people. El Quijote. como condición inexcusable para la adecuada the freedom of the reader in order to encourage
animación a la lectura. reading appropriately.
Una de las máximas en que insisti- —pongamos por caso—, ya que la culpa
mos una y otra vez quienes amamos la no sería suya, sino de quien no les ha
lectura y nos dedicamos a su didáctica y facilitado el acceso a esos cuentos, bien
promoción es la que afrma que la lec - sea por vía oral o escrita.
tura es un hecho personal y libre, que No sucede lo mismo con los jóvenes de
cuando se impone genera recelo y las Secundaria, y no digamos del
Bachillemás de las veces, rechazo, que el verbo rato. Los programas ofciales imponen
l e e r no admite imperativos. Entonces, de forma cada vez más estrecha y taxativa
y sabemos que en este debate no está aquello que debe leerse y por demás
indicha la última palabra, ¿por qué nos dican como un criterio de evaluación el
empeñamos en que todos debemos leer “disfrute”, ¡como si el verbo d i s f r u t a r no
lo mismo? Que las editoriales tengan se comportase ante el imperativo igual
este interés tiene su lógica, pero esto que l e e r! Parten, sin duda de manera
sucede también de forma habitual ingenua y bien intencionada, de la
precuando, en la nómina de clásicos im- misa de que adolescentes y jóvenes han
prescindibles, incluimos alguna obra y sido ya sufcientemente adiestrados en
nos extrañamos si alguien nos dice que el gusto por las buenas letras, tanto, que
no la ha leído, acusándole de inculto y pueden acercarse a lo más elevado de
éscasi analfabeto, en vez de contarle las tas. La realidad, sin embargo, sabemos
excelencias de esa obra que nosotros que es bien distinta. En primer lugar,
tanto encomiamos, tal vez, —para qué porque nunca se termina de aprender a
vamos a engañarnos—, porque el que leer, sino que se sigue en el proceso de
acusa acaso también la desconoce. aprendizaje mientras sigamos leyendo,
De forma similar sucede en los ámbi- y en segunda instancia, porque los
retos académicos. Se libran los niños de la quisitos que permiten acercarse a las
enseñanza primaria, a los que se acerca grandes obras de nuestra literatura no
la lectura de forma placentera, variada se cumplen en la misma medida en que
y enriquecedora las más de las veces y a posibilitaron el acceso a las obras que,
los que nadie pone en evidencia por no al parecer, sólo sirvieron de
“entrenahaber leído C a p e r u c i t a o L os t r e s c e r d i t os, miento” para éstas.Por atrevido que resulte, queremos 4.- El derecho a releer.
en el presente trabajo reivindicar el de- 5.- El derecho a leer cualquier cosa. nº 1. 2005
recho de los jóvenes a no leer E l Q u i j o t e 6.- El derecho al bovarismo.
en un momento en que, por celebrarse 7.- El derecho a leer en
el cuarto centenario de su publicación, cualquier sitio.
62parece que nos vamos a quedar, si es 8.- El derecho a hojear.
que existía, sin disculpa alguna para 9.- El derecho a leer en voz alta.
no hacerlo, dada la difusión, variedad 10.- El derecho a callarnos.
y alcance de todo lo relacionado con En este trabajo, en el que no
pretendicha obra. demos la exhaustividad, hemos optado
Después de semejante afrmación, por centrarnos en los seis primeros
deno dejará de haber quien piense que, rechos, dejando los cuatro últimos tan
al igual que el héroe cervantino, quien sólo esbozados, estableciendo la
separasuscribe estas líneas también ha per- ción en el hecho de que, si observamos
dido la razón, siendo como es —de esto la mera enunciación de los mismos, los
damos fe—, admiradora incondicional primeros abordarían aspectos
relaciode la obra de don Miguel e infatigable nados de forma directa con la lectura
docente cuando se trata de trabajar desde su vertiente interna, el libro
con ella. Aunque las palabras iniciales mismo (“no leer”, “páginas”, “libro”,
pudieran llevarnos a tal conclusión, “releer”, “leer cualquier cosa”,
“bovanada más alejado de la realidad. Se rismo” son palabras fundamentales en
trata, sencillamente, de que el lector, y su formulación) mientras que los
últinos centramos como ya hemos dicho en mos se trasladan más bien a aspectos
el lector adolescente/joven –sin duda que rodean a éste (el lugar o “cualquier
el más difícil en el trabajo de promo- sitio”, la manera en “hojear”o “en voz
ción de la lectura– tiene sus derechos alta”) e incluso la ausencia del factor
y, cuando éstos no son respetados, no comunicativo que el hecho lector puede
duda en rebelarse, haciendo gala de esa llevar consigo (“callarnos”).
actitud inherente a su edad.
Ahora bien, ¿cuáles son esos 1. El derecho a no leer
derechos? ¿Acaso es posible acercar Muchas veces, cuando ofrecemos un
a los jóvenes a la buena literatura, E l libro a alguien, lo hacemos con nuestra
Q u i j o t e en nuestro caso, sin obligarles, mejor voluntad, llevados por el hecho
respetando esos derechos que “deci- de la experiencia satisfactoria que
mos” que tienen? Si creyésemos que su lectura nos ha reportado. Al
recono, pararíamos de escribir estas líneas. mendarlo, deseamos “regalar” esas
Partamos pues de los derechos que los sensaciones a la otra persona, y por eso
adolescentes y jóvenes tienen, como solemos elegir a quienes apreciamos.
cualquier otro lector, e intentemos También queremos compartir, y no
olrespetarlos. Nos serviremos, por cono- vidamos –a menudo con demasiada
incidos y tras una década aún sugerentes, sistencia–, preguntarle su impresión,
de los derechos que formula D. Pennac si le está gustando…, por qué página
(2001:141) en C o m o u n a n o v e l a, enume- va…, qué le pareció este o aquel
párados a continuación: rrafo…, deseando entablar comentario
1.- El derecho a no leer. sobre algún pasaje. Pero hay veces que
2.- El derecho a saltarnos la persona escogida decide “no leer”
las páginas. ese libro tan elogiado y, en principio,
3.- El derecho a no terminar esto nos produce una sensación de des-
un libro. agrado; es como si alguien rechazase
nuestro regalo.Sin embargo, esa primera sensación 2. El derecho a
suele desaparecer, porque entendemos saltarnos las páginas nº 1. 2005
que cada potencial lector tiene sus Hay quienes afrman, lo mismo lec -
razones para leer o dejar de hacerlo y tores que escritores, que las grandes
eso forma parte de su libertad. No se obras son siempre voluminosas. Se
63 nos ocurre, si de verdad apreciamos cumple en nuestras letras con E l Q u i -
al otro, obligarle a que se lea la obra y, j o t e, con el G u z m án d e Al f ar a c h e, con
ni tan siquiera, preguntarle las razo- F o r t u n a t a y J a c i n t a, con L a R e g e n t a… Sin
nes si éste no nos las ofrece de forma embargo, esa inmensidad a unos les
voluntaria. Simplemente, esperamos. seduce y a otros les atemoriza.
SeguraSabemos que puede que no sea un buen mente, si la decisión ha sido nuestra, no
momento y que, una vez hecha la reco- nos importará el número de páginas,
mendación, la guardará para un futuro porque hemos elegido empezar e
igualmás propicio. mente podemos optar por concluir. No
De la misma manera, pensamos que, ocurre lo mismo cuando la lectura es
aunque como admiradores y lectores “recomendada” por otros, y no digamos
gozosos de la obra de Cervantes nuestra si es impuesta. Cada página se
convierobligación sea “recomendar”

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