El Juego de los ayllus y el amaru - article ; n°1 ; vol.56, pg 41-51
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Description

Journal de la Société des Américanistes - Année 1967 - Volume 56 - Numéro 1 - Pages 41-51
11 pages
Source : Persée ; Ministère de la jeunesse, de l’éducation nationale et de la recherche, Direction de l’enseignement supérieur, Sous-direction des bibliothèques et de la documentation.

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Publié le 01 janvier 1967
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Langue Español

Extrait

R. Tom zuidema
El Juego de los ayllus y el amaru
In: Journal de la Société des Américanistes. Tome 56 n°1, 1967. pp. 41-51.
Citer ce document / Cite this document :
zuidema R. Tom. El Juego de los ayllus y el amaru. In: Journal de la Société des Américanistes. Tome 56 n°1, 1967. pp. 41-51.
doi : 10.3406/jsa.1967.2270
http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/jsa_0037-9174_1967_num_56_1_2270EL JUEGO DE LOS AYLLUS Y EL AMARU
рог R. Том ZUIDEMA
Muchos datos en el documento de Cristobal de Albornoz no son solamente
de gran importancia para el estudio de la religion de los pueblos andinos
prehispánicos, sino también para el de su organización social y politica :
asi рог ejemplo los datos sobre el pacto por medio de las dos alas del halcón,
sobre illapa, sobre pacarisca, sobre « uzno », y toda la Memoria sobre las
« guacas générales que hay desdel Guzco hasta Quito ».
Uno de estos datos referentes a la organización social y politica quiero
estudiar aqui, principalmente porque révéla la importancia de una série
de otros datos que ya habia estudiado anteriormente. Albornoz dice lo si-
guiente :
« Del machacuay (= serpiente) usan el dla de hoy en sus fiestas y taquies, haziendo
un juego de ayllar que antiguamente jugara el inga, echando en alto esta figura de
culebra y hecha de lana ; y los que apostavan echavan sus illos (debe ser : ayllus), que
son très ramales de soga hecha de niervos de animales о de cueros dellos, y a los ca-
vos unas pelotas de plomo. A este juego ganó el inga muchas provincias a las guacas que
ya se las havia(n) dado y los camayos de las guacas, permitîa el inga que jugasen
las taies provincias con él por otras y se hazian perdedizos y despues de ganados por
el inga con este medio de juego, le satisfazia el inga a las guacas y camayos con dalles
tierras y ganados y otros servicios. Son muchas las tierras que ganó a este juego de
ayllar el machacuay. »
Este juego encontramos descrito también en la Historia del nuevo mundo
de Bernabé Gobo, aunque en otro contexto. Cobo editó su crónica en el aňo
de 1653, muy posterior a Albornoz. Hay, sin embargo, razones para pensar
que él tomó su version de una fuente mucho más antigua : 1) Su texto se
encuentra dentro de un con junto de leyendas que forman una unidad or-
gánica y estructural que él mismo no parece haber notado. 2) Su version
es parcialmente confirmada por un dato histórico de 1571 ; por los mismos
aňos, pues, en que escribió Albornoz. SOCIÉTÉ DES AMÉRÏCANISTES 42
Como la version de Cobo hay que entenderla, y se explica mejor dentro
de su contexte», la relataré toda. En el Libro 12, Capítulo XV intitulado « De
los demás sucesos de Tupa Inca Yupanqui (el décimo rey incaico en el Cuzco) >'
Cobo reflere très historias bastante legendáricas. La segunda viene a nues-
tro caso, pero como dije, no se puede entender su importanem sin conocer
también las otras. Dice Cobo en cuanto a la primera historia :
« Entre las mujeres deste Inca habia una de nación Guayro, de extremada hermo-
sura, a la cual él amaba y favorecia mas que a su légitima mujer, y ténia en ella un
hijo igualmente amado que su madré ; y no habia fiestas y regocijos adonde no llevase
consigo a madré e hijo. Viendo, pues, sus vasallos que esta mujer era la que más pre-
ciaba y más cabida ténia con el rey, le procuraban todos agradar y servir, por el con-
tento y gusto que dello recebia el rey. Sucedio una vez que estando el Inca holgàn-
dose en el valle de Yucay, se puso a jugar con ciertos Senores a la pichea, que esalgo
a modo de dados, y habiendo va el Inca ganado с asi todo elju ego, sólo le faltaba un
punto, que era el as, y si no lo echaba, no ganaba nada, y echándolo, ganaba yre-
mataba el juego. Dijo entonces a la Seiïora Guayro, que estaba présente : « Hermana,
un punto me falta para ganar el juego i que haremos ? Si quieres que se vuelva al
principio, se volverà, y si no, vaya en tu nombre, si gustas dello. » Ella, aunque viô
que la presea que se jugaba era de mucho valor, le respondiô : « Ea, Seňor, echa el
dado ед mi nombre, y di Guayro, que Guayro sera el as. » Dijo el Inca : « Pues en
tu nombre vaya, que se gane о se pierda. » Y echando el dado el rey, dijeron a voces
todos los présentes : « Guayro, Guayro. » Y cuando cayo la suerte, fué el as, que era
todo lo que se pedia. El Inca con todos los demás quedaron mu y contentos, y mu
cho más la Seňora, a quien dió luego el Inca la joya que gano ; y desde este juego
mando el Inca que el numero imo se llamase guayro en toda la tierra. en memoria de
la suerte y ganancia que con él hizo en nombre desta Seňora ; y asï, hasta el dia de
hoy, en la mayor parte del reino llaman el numero uno guayro, al modo que entre
nosotros se dice as. »
La segunda historia dice asi :
« El amor grande que ténia el Inca a esta Sefíora Guayro, solicitaba su ánímo para
que buscase trazas cómo dejar a su hijo bien remediado. Pues con este fin, siendo ya
el mozo de edad para ser armádo caballero, introdujo entre los seňores de su corte e
juego de los ayllos (16), que antes era sólo de las naciones del Gollao ; y asi, llegada
la fiesta del Guarachico, en que su hijo se habia de armar caballero con otros hijos
de grandes senores, pidio el Inca a los de su consejo que, para más solemnizar la fiesta,
queria jugar con su hijo algunos pueblos de su senorio. Ellos, por complacerle, consin-
tieron con lo que pedia y la respondieron que jugase Su Alteza en hora buena todo
lo que fuese servido. Senalaronse jueces y padrinos para los juegos, y para mas auto-
ridad de la fiesta, dio licencia el rey para que entrasen en ellos Ios senores que qui-
siesen ; y era ley que se habia de jugar joya о presea de mucho valor, о cierta can-
tidad de oro o plata. LIegado el dia seňalado. dieron principio a Ios juegos los s
enores de la corte, y iritimamente entraron en ellos el rey y su hijo. El rey. como vale-
roso y diestro en este juego, hacia maravillas de sus ayllos, y el mozo no se descui-
daba, antes jugaba con tanta destreza, que en muy brève tiempo gano la apuesta a
su padre y pidiô a Ios jueces se la diesen. Ellos, maravillados desto y sospechando no
fuese cautela el haber perdido el rey, fueron de parecer que volviesen al juego ; pero JUEGO DK LOS .VYLLUS Y EL AMARU 43 KL
el hijo lo renusaba, si priraero no te daban lo que habia ganado. Viendo los jueces que
team razon, le promet ieron dar lo que pedia con que prosiguiese el juego. Volvieron
a jugar padre e hijo, y fué tau venturoso el hijo, que torno a ganar par segunda vez.
No eonsintieron los del consejo que pasase adelante el juego, porque llevaba el mozo
talle de ganar a su padre todo el reino. Preguntaronle los jueces que queria por la ga-
nancia, y el mozo pidio la provincia de Urcosuyu, y asi le fueron dados los einco pue
blos délia : Nunoa. Oruro. Asillo, Asangaro y Pucará ; y cstos son los pueblos que Ha
inan Aylluscas, en memoria des ta historia. »
Y la tercera historia es :
« Mucho tiempo se le paso al Inca sin salir de su corte, ocupado en ilustrarla con
grandes edifîcios ; porque por su orden se prosiguio el soberbio edificio de la fortaleza,
que su padre habia dejado coinenzado, y se edifiVaron los palacios de Tambo, cuyas
ruinas durau todavia, y otras casas de placer en la comarca del Cuzco ; y jugando
que convema salir a visitar a sus vasallos, apercibiô su partida, y bien aeompanada
de seňores y geate de guerra, salio del Cuzco por el camino de Chinchaysuyu, llevando
consigo a la Coya su mujer, que gusto ver su reino en compania del rev su marido.
Llegados a un lugar llamado Yanayacu, en los términos de Vilcas, nombro el Inca
por visitador do las provincias de la costa de la mar a un hermano suyo que se de-
cia Apu Achachť, hombre de mucho valor y consojo ; el cual se partíó delante a en-
tender en su visita, por haber deterniinado el Inca hacer su camino por el valle de
Jauja, a pedimento de los caciques dél. Llegado el visitador al Guarco, la seňora dél,
que era viuda, se puso a impedirle la visita y que empadronase sus vasallos, diciendo
que tio habia de consentir que el Inca senorease sus estados. Diô cuenta el visitador al
Inca de lo que pasaba, preguntandole lo que habia de hacer en aquel caso. El Inca,
recebida esta nueva, se rió y dijo que las mujeres le seguian. Preguntóle la Coya que
que mujeres ; y él le respondio : « Tu y esta viuda. que si no fuera por ti, yo le hi-
ciera que no tuviera tantos brios. » La Goya erttonces pidió al Inca que le dièse licen
cia, que ella se proponia de sujetarle aquella mujer sin que le costase un soldado ; res-
pondióle el Inca, que en hora buena, que hiciese lo que quisiese. Tomô a su cargo
la Coya este negocio y despaeho al visitador, dándole parte del camino donde pen-
saba guiarlo, y mandà

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