El viaje de Ayrus
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El viaje de Ayrus , livre ebook

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Description

El viaje de Ayrus es un cuento filosófico para todos. Relata la historia de un hombre joven quien efectúa una búsqueda iniciática con miras a obtener los secretos del elixir de la vida y de la píldora de la inmortalidad.
En el transcurso de su periplo, Ayrus tratará de encontrar sus remotos orígenes al contacto con ciertas tradiciones ancestrales. Su recorrido lo llevará hasta varias regiones del mundo, incluyendo la América, el continente Negro, Villapayaso y Asia.
En una mezcla de ficción y realismo, este libro describe un recorrido posible para toda persona, vale decir, el de restablecer un enlace con su propria Luz interior.
Auque percibia la resplandeciente belleza de esa estrella, la distancia a años luz causaba una impresión de ruptura y de alejamiento. Elevando las manos hacia el cielo, él hubiese querido captar la luminosidad de esa estrella y absorberla para siempre, pero una incapacidad corporal y vibratoria se lo impedía. El deseo de unirse indefinidamente dio lugar a una grieta invisible.

Informations

Publié par
Date de parution 15 mai 2020
Nombre de lectures 9
EAN13 9782924835609
Langue Español

Extrait

El viaje de Ayrus
Martin Moisan
El viaje de Ayrus
Traducci n del franc s: Jaime Siles Otazo y Jimmy Siles
Ediciones Dakyil
T tulo original: Le voyage d Ayrus
Ediciones Dakyil
info@editionsdakyil.com
ISBN: 978-2-924835-59-3
ISBN EPUB: 978-2-924835-60-9
Segunda edici n revisada y corregida
Dep sito legal: 2 trimestre 2020
Biblioteca Nacional de Qu bec
Biblioteca Nacional de Canad
Copyright 2008
Copyright 2011 de la traducci n en espa ol
Todos los derechos de reproducci n, de traducci n y de adaptaci n reservados para todos los pa ses.
Impreso en Canad
Table des mati res
Agradecimientos
Pr logo
Ayrus
En direcci n de Gaia
Comienzo de la aventura terrestre
Una leyenda
La partida
En el castillo
El comienzo del periplo
Tebuzin
Los Onondagas
La gran traves a
Ketiyu
El rbol eterno
Pokar
Villapayaso
Rel mpago Negro
La traves a del desierto
Jaisalmer
El Himalaya
Tsurphu
Cambio de altitud
Ginzhou
Maestro Laozi
Cintemyle
Mucho m s tarde
Agradecimientos
A esa familia que me acogi :
Fernando, No lline, Sylvain, Line y Christian
En el pa s de los payasos
A Yueliang
"Antes, yo so aba mi vida, pero ahora vivo mis sue os.
Pierre Givrac
Pr logo
El texto de este libro naci en el transcurso de un a o sab tico. Yo sent a, por entonces, una gran necesidad de introspecci n para dar una orientaci n a mi vida. Necesitaba crear una historia para ayudarme a redescubrir una Luz, m s all de mi componente humano.
El apoyo que me ha procurado la creaci n de este libro en mi derrotero personal es inestimable. A veces ha sido una boya de salvataje viniendo a mi socorro en momentos dif ciles.
Este libro habla de la vida, de la muerte, y ciertos pasajes hacen alusi n a la existencia de vidas pasadas. No es el portavoz de ninguna filosof a o religi n.
Buena lectura!
El autor
Ayrus
En una zona del espacio sideral, aqu l vestido de varios nombres convoc a una asamblea donde seres luminosos se reunieron seg n su directiva. Algunos le llaman Creador o Padre. Otros le dieron el nombre de Sol Central. Una antigua tradici n en el planeta Gaia le identifica como el Gran Esp ritu. Otros todav a pretenden que l era Dios.
Es as que a trav s de las edades y de los milenios, diferentes vocablos fueron utilizados para designarlo. Sin jam s ceder, l supo hacer emanar la Luz de todo, y eso, desde tiempos remotos.
Una urgencia le motiv a reunir a la tropa que le segu a. Con un tono marcado de una fuerte resonancia, l dijo:
"Mis queridos Hijos, un planeta est actualmente en peligro y atraviesa por un periodo crucial. Se trata de Gaia la Tierra. Reina un importante desorden ya que aquellas y aquellos que la habitan tienen la dificultad de redescubrir su esencia interior. Me gustar a saber qui n de entre ustedes se siente llamado a partir en misi n a Gaia?
S lo el silencio reinaba en la asamblea. Cada silaba pronunciada por el orador vibraba intensamente en cada uno. El alcance sonoro de las palabras repercut a en toda la inmensidad de las galaxias.
Uno de los auditores se llamaba Ayrus. El pertenec a a la familia de las estrellas solares. Su gran pasi n era la de escuchar las palabras del Padre y cada vez eso le llevaba a un estado de escucha fusional. De esta manera, en todo tiempo pod a efectuarse una comunicaci n v a una l nea telep tica f cilmente audible.
Cuando Ayrus escuch la pregunta, una vigorosa descarga el ctrica provoc , de manera s bita, una muy alegre exaltaci n. Sin reflexionar nada m s, l respondi espont neamente:
" Yo!
Todos se volcaron en su direcci n. Ayrus nunca se hab a dado la pena de pensar en el por o el contra de esta aventura, solamente se hizo patente una intensa corriente de energ a. Le gustaba tanto los viajes y descubrir nuevos lugares todav a inexplorados. Una vez m s, ese vagabundo del espacio sent a un llamado que quer a propulsarlo a otra parte.
El Padre, que conoc a ntimamente a cada uno de sus Hijos, sab a con precisi n quienes deb an llegar al planeta Gaia.
"T has respondido bien, dijo l. Ven a encontrarme cuando termine esta reuni n.
Loco de alegr a, Ayrus giraba sobre l mismo y todo su ser se sacud a al ritmo de una gran efervescencia. Prosegu a la reuni n y otros respondieron afirmativamente. Cada uno, a su turno, tom debida nota del momento asignado para un encuentro con el Supremo. Luego, al son de una campana indicando el fin del encuentro, Ayrus se present solo, conforme a lo solicitado.
"Tengo cosas que decirte relativas a tu pr xima partida , dijo el Padre. Luego de una ligera pausa, ste continu :
"Escucha bien. T tienes necesidad de Gaia como Gaia necesita de ti. No es la primera vez que te diriges hacia este planeta.
" A no? , dijo Ayrus con un sobresalto.
"Has ido varias veces, pero ya no recuerdas nada de eso. Cuando un ser termina su estad a en Gaia su esp ritu vuelve a la luz. Pero antes de venir a encontrarme y de llegar aqu ahora, hay que cruzar una zona, la que llamamos la zona del olvido, y es ah donde t has dejado todas las vidas que has vivido en Gaia.
Ayrus, lleno de febrilidad, se ve a ahora compenetrado de cuestionamientos:
"Llegando all , debo atravesar esa zona otra vez? , preguntaba l.
"Evidentemente. Lo que quiere decir que vas a volver a tomar contacto con el bagaje de tus vidas anteriores. Adem s, eso te har olvidar tus or genes.
" Mis or genes?
"S , porque la zona del olvido te cubrir de densidades y de pesadez. Al llegar a Gaia t ya no te acordar s m s de ese lazo que nos une.
Trastornado, Ayrus s lo llegaba a darse cuenta de la falta de sentido de esas palabras. El expres su profunda incomprensi n:
"Pero, Padre, es imposible que yo te olvide!
"Tu fe te ser muy til. Ese paso por Gaia te llevar a vivir un periodo de profunda oscuridad. Pero si t sabes restablecer el orden al interior de ti, renacer s a la Luz y, de nuevo, volver s a escuchar mi voz.
Ayrus no sab a qu decir. El Creador prosegu a:
"Donde quiera que t est s, yo estar siempre contigo Anda, vete, ahora necesitas encontrar al coordinador.
Aunque en aparente desasosiego, aqu l que vino para esta discusi n salud divinamente al Padre y le agradeci de haberlo acogido. Pero en qu infierno se hab a embarcado?
Fue a encontrarse con el coordinador. As lo exig a el procedimiento antes de cada partida, sin que importe el destino elegido.
"Vengo por rdenes del Padre , dijo Ayrus.
"Yo te esperaba, mencion el de enfrente. Mi rol es el de organizar tu paso por Gaia para que puedas cumplir con tu misi n. Hice la lista de las etapas principales por donde deber s pasar. Tuve que entrar en contacto con una multitud de almas, algunas que ya est n en Gaia y otras que se encuentran entre nosotros. Ya han sido tomadas las citas. Esas almas se presentar n ante ti en el transcurso de tu existencia en Gaia y si sabes percibir bien lo que vienen a ense arte, incluso en los momentos m s dif ciles, ellas te ayudar n a reencontrarnos .
" Y qu pasar a si falto a una cita? , pregunt Ayrus.
"En efecto, es posible que t u otros no est n en el lugar previsto, pero no te preocupes, el Padre y yo nos ocuparemos de eso, y si fuere necesario nosotros trataremos de organizar otra cosa , dijo el coordinador.
Ayrus le agradeci y ambos se saludaron con mutuo respeto. A la salida de este encuentro se hicieron o r unas notas musicales. Muchos instrumentos con sonidos diferentes se expresaban alegremente. Se elev una exclamaci n en medio de la orquesta:
" Ayrus est ah !
" Ven querido amigo, hemos organizado un homenaje en tu honor! , contin o el otro.
" Para m ? , dijo Ayrus.
" S , para ti! Sabemos que partes muy pronto en un gran viaje y deseamos rendirte pleites a por esta decisi n que has tomado.
En un s lo haz de voluntades, todos los miembros presentes se pusieron a aplaudir calurosamente y le felicitaron. Visiblemente emocionado, Ayrus percib a ahora esta nueva aventura como un verdadero privilegio.
Un poco m s tarde, en las altas esferas del cosmos resonaba una voz repleta de sabidur a:
"Ha llegado la hora , dijo el Padre.
" Estoy listo! , afirm Ayrus.
"En ti arde una llama eterna que nos une. Nada importan las tinieblas que se presentaren, mant n siempre la llama encendida y de esa manera estar a tu lado.
"Prometido.
"He pedido a algunos de tus amigos de acompa arte hasta el planeta Gaia, t lo necesitar s. Ahora que se cumpla lo que est escrito en el Gran Libro de la vida. Vete Hijo, bendito seas.
Ayrus guard preciosamente estas ltimas palabras en l. Totalmente impregnado de la presencia del Creador, l parti con una seguridad victoriosa.
En direcci n de Gaia
Ayrus alz el vuelo escoltado por ocho ngeles provenientes de una regi n sideral muy luminosa. Se les reconoc a por su tipo de ala finamente tallada y de un blanco inmaculado. Ellos deb an asegurarse que su compatriota llegue bien hasta Gaia, la Tierra.
Al inicio del periplo todo se desarroll sin incidentes y la comunicaci n entre todos los miembros del equipaje se efectu perfectamente. Aunque l se alejaba, Ayrus mantuvo el contacto directo con el Padre. Ninguna distancia f sica pod a separarlos.
Feliz del viaje, munido de una confianza inquebrantable, saboreaba plenamente esta escapada. Muchos planetas se sucedieron uno tras otro. Atra do por el color naranja de una superficie redonda, Ayrus quiso parar sobre uno de ellos, pero

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