Doctor Gerald - 30 Días De Agonía
86 pages
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Doctor Gerald - 30 Días De Agonía , livre ebook

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Description

Cuando la doctora Olga Lattarulo a quien conocí hace muchos años haciendo periodismo en Perú, me pidió en un lúgubre mortuorio infectado de COVID-19 y frente al cuerpo sin vida de su hermano, el doctor Gerald, que la ayudara a escribir la historia de su vida, me sentí halagado, pero al mismo tiempo triste. Porque jamás podría olvidar el rostro de mi amigo Gerald en una camilla, envuelto en una bolsa negra, atrapado por el COVID-19. Con su hermana Olga lo vimos cara a cara en medio de la desesperación y el llanto.
Este libro es un testimonio fiel del día a día de esa interminable agonía con una narrativa propia del periodista, pero va más allá por la vida misma del doctor Gerald que salió del Perú para traspasar fronteras con el único afán de transmitir sus conocimientos a la humanidad. Gerald era uno de los pocos médicos peruanos que logró abrazar 3 especialidades graduándose en 3 países y en 3 idiomas diferentes, Perú, Estados Unidos y Brasil.

Sujets

Informations

Publié par
Date de parution 31 janvier 2023
Nombre de lectures 0
EAN13 9781506549651
Langue Español
Poids de l'ouvrage 1 Mo

Informations légales : prix de location à la page 0,0300€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

DOCTOR GERALD
30 días de agonía
Héroe de la medicina
OLGA LATTARULO & MAX TORRES

Copyright © 2023 por Olga Lattarulo & Max Torres.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:3901809
ISBN:
Tapa Dura
978-1-5065-4964-4

Tapa Blanda
978-1-5065-4963-7

Libro Electrónico
978-1-5065-4965-1




Libro electronico: $5.99


Tapa blanda: $25.00


Tapa Dura: $29.99

 
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
 
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coin-cidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido uti-lizados en esta obra de manera ficticia.
 
Las personas que aparecen en las imágenes de archivo proporcionadas por Getty Images son modelos. Este tipo de imágenes se utilizan únicamente con fines ilustrativos.
Ciertas imágenes de archivo © Getty Images.
 
 
 
Fecha de revisión: 08/02/2023
 
 
Palibrio
1663 Liberty Drive, Suite 200
Bloomington, IN 47403
849521
Índice
Prólogo
Dedicatoria
Introducción
 
Doctor Gerald 30 días de agonía Héroe de la medicina
El drama comienza antes
Los miedos al virus
Calles de espanto
El encuentro con mi hermano
Los laberintos de un hospital
Los milagros existen
Llamados a la Oración
El día más inesperado llegó
El encuentro con Gerald
Aferrados a la oración
Los llantos de un hospital
El último adiós de sus sobrinos
Los mejores años de su vida
Carta al cielo
El niño médico
Gerald de vendedor
Carta al cielo
Voces del recuerdo
Gerardo en la televisión
Los estudios primero
Con su propia clínica
Sus cruzadas humanitarias
Sirvió de gran inspiración
Las quejas de una muerte
De entre los muertos
Prólogo
Aún con el dolor en el alma, con el sufrimiento que cada día me quita la respiración, el sueño, la vida misma y en lo que mis amistades y familia dicen que “vivo cargando la cruz de la agonía” por lo que le ocurrió a mi hermano, el doctor Gerald, decidí escribir este libro con mi amigo del alma Max no solo por el COVID-19 que ha apagado la vida de millones de personas en todos los países del globo terráqueo sino para dar a conocer al mundo la vida de un médico peruano que salió de abajo, de un pueblo de la serranía de Cerro de Pasco, para estudiar en Lima venciendo barreras, discriminación, racismo para graduarse de médico en la Universidad Nacional Federico Villarreal con notas sobresalientes, trabajar en hospitales, incorporarse a la Marina de Guerra del Perú como capitán de navío para luego salir al mundo llevando sus conocimientos.
Mi hermano Gerardo Asdrubal Yanayaco Benavides o "doctor Gerald" como lo llamaban sus pacientes va dejando toda una historia y ejemplo de vida como médico errante, como médico sin fronteras o como “médico de los humildes y más necesitados”.
El doctor Gerald se fue en ese viaje sin retorno y jamás podría olvidar la última vez que lo vi metido dentro de una bolsa de plástico negro en el mortuorio del hospital Tramandai, en Porto Alegre.
En una vetusta camilla su cuerpecito yacía rígido, inerte, pálido con una úlcera grande en el lado izquierdo de su cara. Con Max ingresamos a verlo tras una larga y penosa discusión con los médicos que no querían permitirnos el ingreso por el COVID-19.
Pero al fin lo logramos, ver a mi adorado hermano me rompía el alma, quería abrazarlo, besarle la frente y pedirle que se despertara de esa terrible pesadilla, pero eso era imposible.
Estabas allí frente a mi sin vida y él solo pensar que nunca más lo vería, me desgarraba, el dolor me calaba los huesos y la pena explotaba mi corazón en pedazos. Nunca imaginé que él se iría primero. Siempre decía que era una lástima que ningún sobrino haya seguido la carrera de medicina, por lo que debía cuidarse mucho por nosotros, por mis hijos y nietos, más el destino le tenía una sorpresa y se lo llevaría primero.
En ese momento pensé en mi hijo Daniel, mi anciana madre y me preguntaba ¿Quién va a cuidar de la salud de ellos?, ¿Quién va a cuidar de Danielito quien nació a los 5 meses de gestación?
El dolor y la desesperación eran tan grandes que me sentí morir una y mil veces. Muchas veces quise tocar a Gerald, pero no me permitieron, era un lugar altamente contagioso y debía salir. Lo único que hice fue dejarle la medalla de la Virgen de Guadalupe sobre su cuerpo frío y tieso y casi arrastrándome me fui sabiendo que nunca más lo vería. El dolor me cegaba terriblemente y en ese momento nos dijeron que solo teníamos 3 horas para hacer los trámites, de lo contrario irían sus restos a la fosa común por ser un paciente COVID-19, logramos hacer todos los trámites en tiempo récord para luego traer sus restos a Boston.
El doctor Gerald como lo llamaban sus pacientes era un apasionado de lo que hacía, se hizo médico para salvar vidas, para ayudar a la gente que más lo necesitaba y siempre viviré con la pena y la certeza de que mi hermano pudo salvarse si se hubiera vacunado y los médicos que lo atendieron hubieran sido menos arrogantes y más profesionales. Como muestra de lo que digo recuerdo que lo mantuvieron con el mismo antibiótico durante 13 días, sabiendo que no funcionaba y generando una septicemia generalizada, entre tantos otros errores. Esa es nuestra denuncia pública, Pero ¿Cómo reclamar por la muerte de mi hermano?
Su vida y sus 30 días de agonía dieron la vuelta al mundo, se fue amando lo que más quería: ser médico y lo hizo desde antes de salir de su pueblo con una mochila cargada de libros cuando tenía la edad de 11 años para estudiar secundaria en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, uno de los más prestigiados centros de estudio de la época en Lima. Con su estatura bajita quería volar alto, ganarle al mundo y como siempre repetía mi madre “desde el vientre me decía que iba a ser médico de los pobres”.
Gerardo fue un sietemesino muy estudioso, desde muy niño pegado a los libros, pero mientras cursaba sus estudios secundarios sintió el racismo de sus compañeros de clase, limeñitos que los llamaban “queso” de manera despectiva a todos los internos de la Promoción 1972 A. Todos ellos venían de provincias y mi hermano venía de Tápuc, un distrito de Cerro de Pasco, y los apelativos que les daban por ese entonces era de “serranos”, "quesos, pero a mi hermano nunca le preocupó los tonos discriminatorios y racistas. “Estudiando les voy a ganar y le voy hacer tragar sus palabras”, decía.
Con su carácter de buen amigo, jovial, chistoso, Gerardo se ganó muy buenos amigos, terminó la secundaria para luego postular a la Universidad Nacional Federico Villarreal que estaba en el centro de Lima para seguir la carrera de medicina que siempre había soñado. Mis padres saltaron de felicidad cuando ingresó y yo estaba en el medio de los dos también saltando de alegría.
Su carrera de médico fue una de las más brillantes, trascendió fronteras, pero nunca, jamás olvidó sus raíces. Vivía para contar y transmitir sus luchas y sacrificios con valores que le permitieron salir adelante rompiendo barreras y obstáculos para luego convertirse en un inspirador, en un motivador para muchos jóvenes con sueños de abrirse mundo en la medicina u otras carreras profesionales. Lo hizo con sus propios sobrinos, Andrew, Danny y Carlitos que son tres abogados jóvenes que quieren seguir los valores de su tío.
Gerald deja muchas enseñanzas, testimonios de vida que nos pueden ayudar a crecer, a mejorar nuestras vidas. Nunca voy a olvidar todas sus enseñanzas, sus luchas y en este libro trato de transmitir todos sus valores no solo como médico sino como ser humano, como persona entregada a la fe y al sacrificio por los demás.
Es uno de los pocos médicos en el mundo que logró abrazar 3 especialidades en 3 países y en 3 idiomas diferentes, en Perú, Estados Unidos y en Brasil.
Pero sobre todo su vida lo llevó a servir a la humanidad a cambio de nada, en Lima y en Porto Alegre no sólo curaba a los enfermos, sino que les regalaba la medicina comprándolas de su propio dinero porque, según decía, “para que los examino si no van a tener dinero para comprar la medicina”. Por eso, en muchos lugares lo llamaban “el médico de los pobres y menesterosos”.
Mi padre en vida decía “este mi hijo ha nacido para ser santo” y no se equivocó.
Dedicatoria
A todos los hermanos guadalupanos y de manera muy especial a la promoción 1972 A que celebra sus Bodas de Oro.
Introducción
Cuando la doctora Olga Lattarulo a quien conocí hace muchos años haciendo periodismo en Perú, me pidió en un lúgubre mortuorio infectado de COVID-19 y frente al cuerpo sin vida de su hermano, el doctor Gerald, que la ayudara a escribir la historia de su vida, me sentí halagado, pero al mismo tiempo triste. Porque jamás podría olvidar el rostro de mi amigo Gerald en una camilla, envuelto en una bolsa negra, atrapado por el COVID-19. Con su hermana Olga lo vimo

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