Meditaciones, Tomo 1
204 pages
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Meditaciones, Tomo 1 , livre ebook

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Description

El autor de este libro le ofrece al lector la oportunidad de vivir una experiencia espiritual de carácter m’stica y de aguda profundidad en medio del dolor y las dificultades causadas por la venganza de un ex-socio colombiano, por asuntos de su vida pasada, los cuales lo llevan a una experiencia drástica y dif’cil tras las rejas de una cárcel en el estado de California, Estados Unidos, por espacio de 7 meses.

En un lenguaje sencillo nos invita a escuchar la voz del Divino Maestro dirigiéndose a su siervo en un momento de prueba y dolor.

Sujets

Informations

Publié par
Date de parution 30 mai 2016
Nombre de lectures 0
EAN13 9781456604318
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0500€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

MEDITACIONES
Tomo I
 
 
Marino Restrepo
 


Copyright 2011 Marino Restrepo
 
Published in eBook format by eBookIt.com
http://www.eBookIt.com
 
 
Diseño de carátula:
Tejada Amador
Nora Amador
 
Diagramación:
Patricia Rodríguez
© Derechos reservados
Fundación Peregrinos del Amor
 
Todos los derechos están protegidos por las leyes internacionales de Derecho de Autor. Los contenidos y/o carátula no pueden ser reproducidos total ni parcialmente por sistemas de impresión, audiovisuales, grabaciones o cualquier otro medio creado o por crearse, ni traducidos a ningún idioma, sin permiso de la casa editora.
 
ISBN-13: 978-1-4566-0431-8
 
Pedidos a:
FUNDACIÓN PEREGRINOS DEL AMOR
Calle 134 No. 19-65
PBX: (571) 258 37 78/93
Visítenos en nuestra web: www.marinorestrepo.com
E-mail: peregrinosdelamor@gmail.com
Bogotá, D.C., Colombia
 
PRÓLOGO
Este es un documento sobre la experiencia de la Misericordia de Dios en la vida de Marino Restrepo a quien he conocido personalmente y con quien he compartido ampliamente diferentes reflexiones de su experiencia mística con Dios.
Marino goza de una estricta dirección espiritual firmemente alineada con las enseñanzas de la Iglesia Católica.
Considero que las reflexiones publicadas en este libro, son materia valiosa espiritual, que definitivamente contribuyen al enriquecimiento de la fe cristiana y que no presentan ningún rasgo que contradiga las enseñanzas de la doctrina de la Iglesia Católica.
Siendo este libro el producto de una revelación privada recomiendo siempre al lector recordar que estas revelaciones se deben tomar, no como cuerpo de materia teologal de la doctrina de la Iglesia, sino como expresiones del infinito lenguaje de Dios por medio de su Santo Espíritu, quien escoge a quien bien decide, sin ninguna discriminación. Las recomiendo como medio de profundización de la fe en Cristo resucitado.
He disfrutado de su lectura y he encontrado riqueza en ellas para introducirlas a todas las almas que buscan a Dios con sed de su Amor y un corazón sincero y contrito.
 
 
1 de diciembre de 2005
+ Monseñor Román Danylak
Obispo titular de Niza
 
INTRODUCCIÓN
Mi vida de misionero llega a un momento crucial el 17 de Enero del año 2002. Llevaba dos años continuos de misión por diferentes países del mundo y todo parecía indicar que esta decisión de ser misionero, de llevar las enseñanzas que recibí de nuestro Señor Jesucristo por medio de la experiencia mística que viví en Enero 11 de 1997, cuando estaba secuestrado por los guerrilleros colombianos, era la voluntad de Dios.
Pero el 17 de Enero del año 2002 siendo las 9:30 de la noche, cuando procedía a abandonar el parqueadero de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario en la ciudad Sun Valley, California, después de haber dado una charla sobre “El Silencio de la Cruz”, fui agredido violentamente por un ex -socio mío colombiano con quien había vivido un fracaso económico años atrás, antes de mi conversión.
Estando yo secuestrado por la guerrilla en Colombia en el año 1998, el asumió por información de terceros, que yo había sido asesinado ya por los rebeldes y utilizó esa oportunidad para evadir toda responsabilidad sobre las inversiones hechas con nosotros por parte de su familia y amigos. Alegando que yo había malgastado ese dinero. La verdad es que ambos éramos responsables de estas inversiones.
Esa noche me asaltó mientras yo estaba dentro de mi automóvil, la gente que salía de la iglesia llamo a la policía para defenderme pensando que estaba siendo agredido por un demente callejero.
A llegar la policía, él se acercó a ellos y les informó que yo tenía un cargo pendiente con la ley. Ellos procedieron a buscar mi nombre en el computador de la patrulla, y efectivamente tenía una orden de arresto por haber declarado falsamente en un documento federal que yo había nacido en los Estados Unidos, así que procedieron a arrestarme.
Al llegar a la cárcel y ser procesado, todo esto da vueltas por mi mente y mi corazón; yo no sabia que hacer, si denunciarlo u olvidarlo y aceptar el dolor de este momento con el amor que el Señor me había enseñado a conocer; además, acababa de predicar por dos horas sobre el “Silencio de la Cruz”, sobre perdonar, sobre amar a nuestros enemigos, sobre acostarnos en el madero de la Cruz y dejarnos clavar por el odio, la maldad, la envidia de nuestro prójimo para poder ser resucitados en el Amor del Señor Jesús, nuestro Redentor. ¿Qué hacer? Llamé a mucha gente desde mi celda en medio del dolor físico de las heridas que había recibido en el brutal asalto, todo me dolía, ya había recibido asistencia medica de parte de la enfermera de la cárcel y esto me había ayudado un poco. Mi caso no era grave, tenía una fianza de 500 dólares y ya iba a llegar uno de mis hijos en la mañana a cancelar esa fianza para darme mi libertad y atender este asunto legal desde afuera.
A la mañana siguiente cuando me dirigía a pagar mi fianza para salir, me encontré con la sorpresa que no podía pagarla, porque me la habían quitado.
Mi ex socio había madrugado a la oficina del fiscal federal que estaba a cargo de mi caso menor y se había presentado como informante del Departamento de Estado alegando que yo tenía vínculos con la guerrilla colombiana, lo cual obviamente era falso. Esta acusación apareció en un momento en que apenas habían pasado tres meses desde el acto terrorista a las Torres de New York. Unas semanas atrás, se había publicado una noticia especulando una vinculación de la guerrilla colombiana con el terrorista Bin Laden. Este ex socio sabía que cualquier persona que fuera acusada de algún movimiento sospechoso, de actividades terroristas, sería encarcelada inmediatamente y sometido a un penoso proceso penal que podría durar muchos meses. El nuevo estatuto de seguridad que el Congreso americano había pasado después del atentado del 11 de Septiembre, le daba poder a todas las agencias federales de investigación, de hacer arrestos indiscriminados como encontraran conveniente.
Todo lo anterior, sumado a una serie de falsas informaciones y calumnias difundidas en diversos medios de comunicación en Colombia, donde se me culpaba además de estafa a diversos personajes, y de vinculación a la guerrilla, crearon un cuadro oscuro en mi vida.
Mi vida misionera de dos años se encontraba desafiada por la más cruel persecución en Colombia. Mi lucha en esa celda aquella mañana del 18 de Enero del 2002 no podía ser más difícil y confusa. Todo parecía empujarme a un gran abismo de contradicciones, yo no quería consultar más a ninguna de las personas de confianza en mi nueva vida en Cristo. Cualquier decisión que yo tomara determinaría mi verdadera vida en Dios, o el verdadero descalabro de todo lo que había predicado hasta el momento. Había presentado en las últimas semanas en California, una serie de charlas sobre “El Silencio de la Cruz” y este tema desnudaba una realidad difícil y comprometedora con nuestra vida cristiana. Hablaba de perdonar, de aceptar la vida como se presentara como Voluntad Divina aunque las circunstancias presentes fueran el resultado de nuestras acciones pasadas; Dios permitía las pruebas para apartarnos de nuestros errores y traernos de regreso a la Gracia. Hablaba de ofrecer a Dios el dolor, la humillación, la traición, la violencia contra nosotros, y todo lo que representara flagelo a nuestra humanidad. De entregarlo en reparación por nuestros pecados, en purificación por toda nuestra maldad. Todas estas enseñanzas se presentaban ante mi realidad de ese momento, como un testigo que reclamaba la verdad que yo tanto predicaba. Era el momento de realizar quien era yo verdaderamente ante Dios, ante mí mismo y ante los hombres. No podía escaparme de esto por mucho que lo tratara.
El día continuó ardiendo a las mas altas temperaturas emocionales y espirituales, unas pocas horas después de saber que no podía salir bajo fianza me trasladaron al edificio federal de la Corte del centro de Los Ángeles y me leyeron la acusación del Departamento de Estado contra mí, sobre el intento de falsificar un documento de identidad. El juez federal me explicó que mi cargo era menor pero que le habían presentado acusaciones muy sensibles las cuales lo obligaban a mantenerme bajo las rejas y sin fianza hasta aclarar todo lo que aparecía en mi contra fuera del cargo original. Mi vida misionera me había retirado completamente del mundo de las finanzas y yo no tenía dinero para pagar un abogado. Muchas personas que respaldaban la misión de diferentes países, me ofrecieron pagar un abogado privado, pero yo decidí que si era verdad que yo trabajaba para el Señor Jesús, entonces dejaría que El mismo me defendiera con los medios proveídos gratuitamente por la Corte. La Corte inmediatamente ofreció un abogado para aquel que no puede pagar, y esa mañana me asignaron un abogado (que atendía 22 casos más, y por lo tanto no tenía suficiente tiempo para enterarse de mi proceso) y quien me explicó las circunstancias de mi caso y la presencia de mi ex socio como informante del Departamento de Estado, quienes me querían procesar como narcoterrorista con las acusaciones presentadas. La situación no podía ser más complicada y peligrosa, pues según él, el Departamento de Estado me podía mantener bajo rejas investigando las acusaciones de mi ex socio por un buen tiempo, por lo que las acusaciones de terrorismo eran en un país extranjero y todas se debían hacer por la vía diplomática.
Podría extenderme por páginas y páginas para contarles todas las cosas que sucedieron en el campo legal, pero no es en esto donde quiero sustentar este libro. Quiero presentar la transición entre una circunstancia donde todo parecía haber llegado a un callejón sin salida y el plan de Dios para mi nueva vida. Era la mano del Señor que permitía todo esto para utilizarlo a mi favor, si yo llegaba a pasar la prueba de la misma manera que había estado enseñándoles a todos los demás por intermedio de mis cha

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