La polémica feminista medieval
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Colecciones : Tiempo de historia. Año IV, n. 44
Fecha de publicación : 1-jul-1978

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Publié le 01 juillet 1978
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Licence : En savoir +
Paternité, pas d'utilisation commerciale, partage des conditions initiales à l'identique
Langue Español
Poids de l'ouvrage 3 Mo

Extrait

La poléIllica
feIllinista Illedieval
Adeline Rucquoi Lepiney
ilustración de una obr. de
Bocacelo, Circe represanta
la perdición da lo.
I • ~~~~~~~~L.L!.l hombresalasqulI
_ convierte en puareol.
90

Romance de la Rosa, escrita por
lean de Meung, obra violentamente
antifeminista, a la cual respondió,
un siglo más tarde, la voz de Cristina
de Pisa, primera voz «feminista»
de la historia de la civilización occi­
dental.
Ames de dedicar nuestra atención al
debate en sí que dividió entonces a
adversarios y partidarios de la mu­
jer, conviene subrayar que se trala
en este caso de un debate sobre la
«imagen literaria» de la mujer; en
otros términos, que forma parte de la
historia de las ideas o de las menta­
lidades y no corresponde forzosa­
mente a la realidad cotidiana de la
época.
l.. ~.d ••• d. l. •• H .... Ig ... d. 8""go., en .. alglo XII prel.ndi.
em.nclp •••• 0.1. 1 ... 1.1a .pl.eop.I.lmp.r1I.I ..... e.l1.ti.,
(1} P. MF}'[R, el! Romanla, VI, p. 499.
ABLAR bien, y sobre todo,
mal de las mujeres, hablar H fue para el Medievo, como
para la Antigüedad, uno de los luga­
res comunes de la literatura. 1 mpo­
ten tes para captar los a <pectos va­
riados de un tema, incapaces de una
apreciación independiente y mati­
zada, los escritores medievales que
trataron tal lugar común, tomaron
decididamente partido por una ti
otra de las dos opiniones opuestas, y
sus obras son, o bien invectivas, o
bien panegíricas ... » (1).
Una breve ojeada a la producción
literaria de la Edad Media confir­
mará incluso una predominancia
indudable de la tendencia misógina
de los autores medievales sobre los
demás. La polémica en/re unos y
otros, entre adversarios y «campeo­
nes» de la mujer, notable desde los
principios de la literatura medieval,
culminó con la aparición, hacia los
Ev. , .... c ...... d. , • • lIp""llon del P".IIO pa •• el gene.o hum .no"
años 1265, de la segullda parte del PO' •• 0 ,"'. vilipendiad. por leologol , penl.do.el medlev.te •.
91

una larga línea de mujeres la muJer, opmlOn sacada del
combatientes, siendo, sin du­ - hecho de que tal problema
da, las más conocidas de ellas aparece entonces planteado
las que, en gran número, SL' por ciertos autures literarios.
«cruzaron» para ir a liberar la En rcalidad, esta época
tumba de Cristo y I1lUrieml1 presencia un movimiento ge­
ante Jerusalén, Antioquía o neral de represión y «ence­
Damasco. No hay que sacar, n-amiento»: en el sjglo XVI, la
por supuesto, la conclusión de mu,ier se ve poco a poco ex­
una «igualdad» entre el hom­ cluida del mundo de la educa­
bre y la mujer en la Edad Me­ clon y de la cultura. del
clia que, dentro del panorama mundo del trabajo producti­
genel-al de la civilización oc­ VO, de la vida activa, para ser
cidental patriarcal, reúne las encerrada en conventos «de
inlluencias celto-germánicas, clausura», o casada y ence­
clásicas -griegas y roma­ rrada en su casa. Las únicas
nas- y judea-cristianas. A la mujeres que, a partir de en­
.mujer no se la considera como tonces, podrán manifestarse
igual al varón, pero sí parti­ socialmente sel"án reinas. fa­
cipa de la vida social y está voritas o cortesanas: situacio­
presente en todo momento en nes que responden a los gustos
neoclásicos renacentistas y la n.~aJidad económico-social
POllada de una de las p"me,as eGlclones
de ese largo período llamado hacen revivir, copiándola, la del ~Roman de la Rose".
sociedad griega clásica con Edad Media.
Curiosamente, el Renaci­ sus hetairas y sus gineceos. faA Edad Media, a lravés de
miento rue presentado y sigue Teniendo, pues, en cuenta la l!!I su producción literaria
fa !La de sincronización entre siéndolo como una epoca de: aparece como una época esen­
principios de «liberación" de la malidad cotidiana y la ima-cialmente misógina y rotun­
damente antifeminista. Pero
hay que tener en cuenta que
entonces no escriben más que
Jos eclesiásticos y los juglares
que, según palabras de Léon
Abensour, son «los dos enemi­
gos de la mujer» en el medie­
vo, aunque por motivos dife­
rentes. La realidad medieval
de la vida de cada día no co­
rresponde a esa «superestruc­
tura» literaria, a esa imagen
ideal de sí misma que quiere
ofrecer la sociedad culta de
cada época. En la realidad
medieval, dentro de un marco
general de existencia brutal.
marcado por la violencia, las
catástrofes naturales y las
guerras, la muier no dejó de
desempeñar un papel impor­
tante: tiene acceso a la ins­
trucción en las escuelas co­
munales, tiene acceso al
mundo del trabajo, participa
en algunas ocasiones de la
vida comunal o de la adminis­
tración de su ciudad, toma i.n­
cluso parte en las expedicio­
nes guerreras: Juana de Arco.
a ese respecto, proviene de "El baile en el Jardin»: uno de los capitulos del lamoso .. Roman de la Rose".
92

gen Ji teraria de una misma
época, tampoco hay que des­
preciar esta última en el Me­
dievo. A medida que se exten­
dieron a una mayor parte de la
sociedad el arte y el acceso a la r
cultura, mayor fue su influen­ •
cia. En épocas que no conocen
la imprenta y cuyas tradicio­
nes suelen ser en gran parte
orales, la transmisión de ideas
se hace lentamente. Concep­
tos, teorías o ideas expresados
por ejemplo en el siglo XIII en
los medios intelectuales y
eclesiásticos. pueden tardar
un siglo o dos en aparecer en la
cultura popular. El invento de
la imprenta en los años 1440-
1450 fue decisivo en 'el fenó­
meno de transmisión de la
cultura.
Aquí también interviene otro
fenómeno, que subrayaba Ro­
berto S. López en unas confe­
rencias dadas en París hace
unos meses: cuando falla la
práctica, encuentra
obstáculos y desaparece. en­
tonces aparece la teoría. En el
caso concreto que nos ocupa,
cuando la mujer desaparece
del horizonte social y cultural
.. las Damas entrando en su C;udad,,~ ilustración de ta obra de Crlslina de Pisa.
como presencia activa, enton­
ces surge una ((teoría» artís~
tica y literaria que se interesa entonces, por boca de sus «Pa­ pu!sión o irrisión, ella se con­
por el «problema» y plantea la
dres», vilipendia a la mujer vierte ahora en objeto de
necesidad de una integración
por impura, aliada del demo­ amor, devoción y veneración
social de la mujer. Tal es el
nio, casi demonio ella misma, por parte del autor. Es la
caso del Renacil;liento y de la
y llega, con Tomás de Aquino, ((dama», la amada; colocada
época llamada Moderna.
a preguntarse la necesidad en una especie de plano (su­
¿Cuál es, pues, la imagen de la que tenía Dios de crear un ser perior», más cercano al divino
tan imperfecto al lado de ese que al humano, es el móvil de mujer transmitida por la lite­
ser perfecto que es el varón. las grandes acciones del hom­ratura medieval? Es una. ima­
Mientras tanto, la poesía y el bre. En cualquier caso, cuanto gen compleja. Por una parte,
teatro popular muestran las más lejana, menos asequible, la jerarquía eclesiástica) el
figuras ya tipificadas de la «intocable» es la dama, mundo de los juglares, goliar­
suegra. de [a mu.ier de mal ca· mayor es el "amor)) de su ca­dos y otros autores de cuentos
racter. de la esposa adúltera y ballero. Pero no nos debemos morales y obras teatrales pre­
mentirosa, de la coqueta que equivocar: la "dominación» sen tan a la mu jer como un sel"'
gasta la fortuna de su marido, de la mujer no puede ser sino esencialmente' débil, asequi·
o de la avariciosa de corazón espiritual. Si la dama accede a bIe por lo tanto a todo tipo de
de piedra. tener con su caballero rela­tentaciones a las cuales su­
ciones de tipo sexual, el pano­cumbe inevitablemente, y de Por otra parte. con la apari­
rama cambia radicalmente; a ción de la literatura cortesa­tentada se hace tentadora
lo peor, ella cae entonces en para que, a su vez, sucum ba el na. s.e desan'olla paralela.
los vicios que le suele atribuir varón. Hemos reconocido la mente una nueva imagen de la
figura típica de Eva. La Iglesia mu

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