Átame: La trilogía Atrápame: segundo libro
136 pages
Español

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Átame: La trilogía Atrápame: segundo libro , livre ebook

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Description

Mi nueva prisionera es una contradicción que me vuelve loca: obediente pero desafiante, frágil pero fuerte. Tengo que descubrir sus secretos, pero hacerlo podría truncarlo todo.



Mi obsesión podría destruirnos a ambos.

Informations

Publié par
Date de parution 08 février 2021
Nombre de lectures 0
EAN13 9781631424731
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0012€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

Átame
La trilogía Atrápame: segundo libro


Anna Zaires

♠ Mozaika Publications ♠
Índice



I. Su Cautiva


Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

II. La Huida


Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

III. La Ruptura


Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34


Extracto de Secuestrada

Extracto de Contactos Peligrosos

Sobre la autora
Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes, y situaciones narrados son producto de la imaginación del autor o están utilizados de forma ficticia y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, establecimientos comerciales, acontecimientos o lugares es pura coincidencia.


Copyright © 2019 Anna Zaires
www.annazaires.com/book-series/espanol
Traducción de Scheherezade Surià
Todos los derechos reservados.
Salvo para su uso en reseñas, queda expresamente prohibida la reproducción, distribución o difusión total o parcial de este libro por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, sin contar con la autorización expresa de los titulares del copyright.
Publicado por Mozaika Publications, una marca de Mozaika LLC.
www.mozaikallc.com
Portada de Najla Qamber Designs
www.najlaqamberdesigns.com
ISBN: 978-1-63142-473-1
Print ISBN: 978-1-63142-474-8
I

Su Cautiva
1

Y ulia
Prisionera. Cautiva.
Con el cuerpo musculoso de Lucas aplastándome contra la cama, siento esa realidad más intensa que nunca. Tengo las muñecas inmovilizadas por encima de la cabeza, y el hombre que me acaba de mostrar el cielo y el infierno me está invadiendo. Puedo sentir la polla de Lucas ablandándose dentro de mí y me arden los ojos por las lágrimas no derramadas mientras estoy ahí tumbada, con la cara girada hacia un lado para evitar mirarlo.
Me ha follado y, una vez más, le he dejado hacerlo. No, no solo le he dejado, le he recibido con los brazos abiertos. Sabiendo cuánto me odia mi captor, le he besado por voluntad propia, cediendo a sueños y fantasías que no tienen lugar en mi vida.
He sucumbido al deseo por un hombre que va a destruirme.
No sé por qué Lucas no lo ha hecho todavía, por qué estoy en su cama en lugar de colgada en algún cobertizo de tortura, rota y sangrando. Esto no es lo que esperaba cuando los guardias de Esguerra me trajeron aquí ayer y me di cuenta de que el hombre cuya muerte creí haber causado estaba vivo.
Vivo y decidido a castigarme.
Lucas se agita sobre mí, su peso se reduce levemente, y siento la brisa fresca del aire acondicionado en la piel humedecida por el sudor. Se me encogen los músculos internos cuando desliza la polla fuera de mí y empiezo a ser consciente de un profundo dolor entre las piernas.
Se me contrae la garganta, y el picor tras los párpados se intensifica.
«No llores. No llores». Repito las palabras como un mantra, concentrándome en mantener las lágrimas bajo control. Es más difícil de lo que creía y sé que es debido a lo que acaba de ocurrir entre nosotros.
Dolor y placer. Miedo y lujuria. Nunca pensé que la combinación pudiera ser tan devastadora. Nunca hubiera sospechado que podría volar justo después de haber caído en el abismo de mi pasado.
Nunca había imaginado que podría correrme poco después de recordar a Kirill.
El simple hecho de pensar en el nombre de mi instructor hace que el nudo en la garganta se haga más grande y que los recuerdos oscuros amenacen con brotar de nuevo.
«No, para. No pienses en eso».
Lucas se mueve de nuevo, levanta la cabeza, y exhalo con alivio cuando me suelta las muñecas y se quita de encima. La sensación de picazón en los ojos se desvanece cuando respiro profundamente, llenando los pulmones con el aire que tanto necesitaba.
Sí, eso es. Solo necesito distanciarme un poco de él.
Inhalo de nuevo y vuelvo la cabeza para ver a Lucas levantarse y quitarse el condón. Nuestros ojos se encuentran y capto un indicio de confusión en la frialdad azul grisácea de su mirada. Justo después, sin embargo, la emoción desaparece, mostrando su habitual cara dura e inflexible de mandíbula cuadrada.
—Levántate. —Lucas estira la mano hacia mí y me agarra del brazo—. Vamos. —Me saca de la cama a rastras.
Estoy temblando demasiado como para resistirme, así que tropiezo mientras me lleva a la fuerza por el pasillo.
Segundos después, se detiene frente a la puerta del baño.
—¿Necesitas un minuto? —pregunta y yo asiento agradecida por la oferta.
Necesito más de un minuto, necesito una eternidad para recuperarme de esto, pero me conformaré con un minuto de privacidad si eso es todo lo que puedo conseguir.
—No intentes nada —dice mientras cierro la puerta. Me tomo en serio su advertencia, sin hacer nada más que ir al baño y lavarme las manos tan rápido como puedo. Incluso si encontrara algo para enfrentarme a él, no tendría fuerzas ahora mismo.
Estoy agotada tanto física como emocionalmente. Me duele el cuerpo casi tanto como el alma. Ha sido demasiado: la breve conexión que pensé que teníamos, la forma en la que de repente se volvió frío y cruel, los recuerdos combinados con el devastador placer, que Lucas me capturase a pesar de tener a esa otra chica, la morena que me espiaba desde la ventana…
Siento cómo la garganta se me estrecha de nuevo y tengo que contener un sollozo. No sé por qué este último pensamiento, de entre todas las cosas, es tan doloroso. No tengo que reclamarle nada a mi captor. Como mucho, soy su juguete, su posesión. Jugará conmigo hasta que se aburra y luego me romperá.
Me matará sin pensarlo dos veces.
—Eres mía —ha dicho mientras me estaba follando y, por un breve momento, pensé que lo decía en serio. Pensé que se sentía tan atraído por mí como yo por él.
Claramente, estaba equivocada.
Una delgada capa de humedad me cubre la visión y parpadeo para alejarla de los ojos. La cara que me devuelve la mirada desde el espejo del baño está demacrada y pálida. Dos meses en la prisión rusa han hecho mella en mi aspecto. Ni siquiera sé por qué Lucas me desea en este momento. Su novia es infinitamente más guapa, con esa cálida tez y esos rasgos tan vivos.
Un golpe fuerte me asusta.
—Se te acabó el minuto. —El tono de Lucas es severo, y sé que no puedo retrasar más el momento de hacerle frente. Tomo aire para calmarme y abro la puerta.
Está parado en la entrada, esperándome. Creía que me llevaría de vuelta, pero pasa al baño.
—Entra —dice, empujándome hacia la ducha—. Vamos a ducharnos.
¿Vamos? ¿Va a entrar conmigo? Se me encoge el estómago y noto el calor extendiéndose por la piel, pero obedezco. No tengo otra opción, pero, incluso si la tuviera, el recuerdo de las semanas sin ducha en la prisión de Moscú todavía está demasiado reciente en mi mente.
Si mi captor quiere que me dé cinco duchas al día, lo haré con gusto.
La cabina de la ducha es lo suficientemente grande como para que entremos los dos. La mampara de cristal está limpia y es moderna. En general, todo en la casa de Lucas está limpio y es moderno, muy diferente al pequeño apartamento de la etapa soviética en el que solía residir en Moscú.
—Tienes un baño bonito —le digo en un tono casual cuando abre el grifo. No sé por qué he elegido este tema entre todos, pero necesito distraerme de alguna manera. Estamos juntos en la ducha, desnudos, y, aunque nos acabamos de acostar, no puedo dejar de mirarlo. Sus músculos bien definidos se abultan con cada movimiento y le cuelgan los testículos entre las piernas, donde la polla medio dura brilla por los rastros de semen. No es el único hombre que he visto desnudo, pero es, con diferencia, el más impresionante.
—¿Te gusta el baño? —Lucas se vuelve hacia mí, dejando que el chorro de agua le golpee la ancha espalda y me doy cuenta de que no soy la única consciente de la tensión sexual que hay en el aire. Está ahí, en la mane

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