Nombres & signos zodiacales
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Nombres & signos zodiacales , livre ebook

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Description

* La palabra es el mágico don que distingue al ser humano del resto de animales: no tener una palabra, un «nombre», es casi como no existir, o existir de una manera indefinida, incompleta.
* Una operación tan delicada como la elección de un nombre para un bebé que está a punto de nacer se convierte, a veces, en motivo de discusión o está sometida a «exigencias» familiares, que imponen nombres anticuados destinados a ser odiados por sus destinatarios o que acaban deformados en extraños diminutivos.
* Dar un nombre, sin embargo, es y debe ser un acto creativo, porque el propio nombre es un augurio, un presagio. El nombre es el primer regalo que se hace al hijo; así pues, conviene escogerlo bien, de modo que pueda ser desvelado con alegría y reconocimiento, y no ocultado con vergonzoso embarazo.
* Este libro habla de nombres y de su significado, y también de la astrología, y ofrece las informaciones esenciales de cada signo zodiacal «formato niño» acompañado de sus correspondientes ascendentes (además incluye una sencilla guía para saber calcular el de su pequeño)

Sujets

Informations

Publié par
Date de parution 25 avril 2016
Nombre de lectures 1
EAN13 9781683250012
Langue Español
Poids de l'ouvrage 2 Mo

Informations légales : prix de location à la page 0,0300€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

Chiara Bertrand



Nombres &
signos zodiacales
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.

Traducción de Mónica Monteys.
Diseño gráfico de la cubierta de Studio Tallarini.
Dibujos de Michela Ameli.

© Editorial De Vecchi, S. A. 2016
© [2016] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-001-2

El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
ÍNDICE


INTRODUCCIÓN
LA MAGIA DE LOS NOMBRES
LA MAGIA DE LOS NÚMEROS
LETRAS Y NÚMEROS: LOS SIGNIFICADOS
LOS SIGNOS ZODIACALES: SU NIÑO SERÁ...
LOS NOMBRES Y SU SIGNIFICADO
APÉNDICE
¿QUÉ SIGNO ES?
¿QUÉ ASCENDENTE ES?
INTRODUCCIÓN



Hace algún tiempo, vi en la televisión un documental sobre unas tribus de unas zonas remotas de África, que aún hoy viven como lo hacían nuestros antepasados. Una mujer que mostraba un enorme plato labial, ante la pregunta de cuántos hijos tenía y cómo se llamaban, respondió que dos, pero que no quería dar los nombres. Una particular discreción que, en el día de hoy, sólo se conserva en algunos pueblos que todavía no han entrado en contacto con la modernidad o que todavía se hallan muy vinculados a las tradiciones más ancestrales.
De los pueblos primitivos no se tienen noticias ciertas ni documentadas, pero se sabe, por ejemplo, que los egipcios imponían a los recién nacidos un nombre secreto que no debía ser revelado: pronunciarlo significaba descubrir su esencia, exponer su alma a las manipulaciones ocultas de magos y espíritus malignos. Y también en la actualidad, en muchas sociedades esotéricas, religiosas o tribales aún perdura el uso de imponer al neófito, que se dispone a entrar en el grupo, un nombre nuevo, que él estrena y que le marcará el inicio simbólico de una nueva vida. Por otro lado, también el bautismo, el sacramento que aprueba la entrada en la Iglesia católica, coincide con la imposición del nombre: si bien en la actualidad su inscripción en el registro civil se produce con notable rapidez, y un niño de pocos días posee ya su número de identificación fiscal, antiguamente el bautismo era la ceremonia más importante, que autorizaba el ingreso del recién nacido en la comunidad (no en balde aún se usa la expresión «nombre de bautismo» para indicar el nombre elegido por los padres). La palabra es el mágico don que diferencia al ser humano de los animales: no tener una palabra, un «nombre», es casi como no existir, o existir de una manera indefinida, incompleta. Dar y recibir un nombre, tener un nombre, es, por lo tanto, muy importante. Y nosotros, al contrario del prudente secreto de nuestros antepasados, proclamamos el nombre con orgullosa desenvoltura desde pequeños sobre cualquier objeto (por ejemplo, camisetas, zapatillas, mochila, etc.). Y todavía hay más: cuando conocemos a alguien, decimos nuestro nombre y esperamos saber cuál es el suyo, considerando su rechazo una descortesía. Llamar a alguien por su nombre es un signo de confidencialidad (verdadera o presunta), es como apropiarse del derecho de entrar en «su» mundo, de aproximarse a su intimidad (y para poder hacerlo debe haber un consentimiento por parte del otro, como si tuviéramos que entrar en su casa).
Sin embargo, en la actualidad, ya no estamos acostumbrados a considerar la palabra como una expresión de fuerza creativa: utilizamos y abusamos de nombres y adjetivos en una confusión de sonidos y lenguajes que no siempre son comprendidos. De modo que una operación tan delicada como es la elección de un nombre para una niña o un niño que está a punto de nacer es a menudo discutida o, por el contrario, exigida por familiares que imponen nombres anticuados —por no decir ridículos— destinados a ser odiados por sus destinatarios o deformados por absurdos diminutivos. Sin embargo, dar un nombre es y debe ser un acto creativo, porque el propio nombre es un augurio, un presagio. El nombre es el primer regalo que se hace al hijo: así pues, procure elegirlo adecuadamente para que pueda ser desvelado con alegría y reconocimiento y no ocultado por vergonzoso embarazo.
Para empezar, concédase un poco de silencio y tranquilidad en el que pueda sonar el nombre elegido o los nombres entre los que está indeciso: pronúncielo solo, y también junto a los apellidos, e intente evitar desagradables disonancias o desagradables combinaciones de sonidos o de significados. El buen gusto aconseja combinar un apellido largo con un nombre más breve, y al contrario.
A un apellido muy común se le debe añadir un nombre menos difundido para limitar los casos de homonimia, que pueden hacer sentir a la persona un poco turbada en su individualidad. Si, por el contrario, no quiere renunciar a la tradición, procure que el nombre no desentone con un apellido demasiado corriente (Ramón Pérez no es realmente muy original que digamos) y asegúrese de que lo sabe escribir de la manera correcta y pronunciarlo del modo adecuado. Un nombre extranjero puede ser de ayuda en el caso de que se sienta «obligado» a mantener una tradición familiar que no puede ser modificada: Giuseppina puede sonar mejor que Josefina, Jelsomina que Jazmín.
Cuando el nombre haya superado estos elementales test, habrá llegado el momento de profundizar en el significado y ver qué vibraciones transmitirá al recién nacido según las reglas de la numerología moderna derivada de las tradiciones ocultas. Si bien es cierto que ya no vivimos en la mágica caja de resonancia de la palabra sagrada, no conviene renunciar por completo a conocer parte de esta antigua sabiduría.
En este libro hablaremos de nombres y de su significado, pero también de astrología, y mostraremos las principales informaciones sobre cada signo zodiacal, formato baby , junto con sus correspondientes ascendentes (además de una sencilla guía para saber cuál es el de su hijo; ¡a propósito! cuando nazca acuérdese de apuntar la hora). De modo que, además de los significados y los «presagios» de los nombres, también puede descubrir cuáles serán las características más relevantes de su bebé en función del momento de su nacimiento, y escoger con anticipación un nombre adecuado a los vaticinios de su signo zodiacal.
LA MAGIA DE LOS NOMBRES



Dos son las metodologías que existen para quien desee explorar el sugestivo mundo de los nombres. La primera, la más común y sobre la que se apoyan numerosos textos, es la onomástica, que estudia el origen de los nombres, sus variantes, la frecuencia de uso y los motivos de su difusión. Una vez elegido el nombre que le gusta y que no desentona con el apellido al cual deberá ir unido, habrá que ir a buscar las raíces, el significado, el augurio, a veces evidente (Alba, Blanca), a veces distinto del que se puede suponer.
El segundo método de estudio, el más misterioso, es la onomancia, que a la etimología del nombre incorpora el análisis de sus valores más «sutiles» y que, a través de la numerología y la astrología onomástica, indaga los significados más recónditos y extrae conclusiones sobre el carácter y el destino de quien lo lleva, en correspondencia con su signo zodiacal.
Un nombre hermoso de por sí, pero que presenta unos valores del todo dispares con la naturaleza de aquel o aquella que lo lleva, puede condicionar a la persona, sonar en su interior como una orden, un reclamo a ser aquello que no se es y, por lo tanto, generar una contradicción; o bien puede ser «desechado» o sustituido por un diminutivo o por un nombre completamente distinto (un ejemplo es la vivencia bíblica de Noemí —que significa «alegría, delicia»—, que tras la muerte del marido y de sus hijos cambió el nombre por Mara, es decir, «amargada»).
Las vibraciones de los sonidos, del lenguaje, encuentran su correspondencia en los variados e infinitos elementos del cosmos, y la tentativa es descubrir estos vínculos secretos, hacerlos comprensibles y utilizables. Hemos dicho tentativa porque la moderna numerología, hija simplificada de la antigua Qabbalah hebraica, griega y árabe, además del pitagorismo, se aplica a alfabetos que ya han perdido del todo su originario valor sagrado. Actualmente, las letras y las palabras están privadas de ese contenido mágico que tuvieron una vez, y a nuestros ojos modernos y desencantados el redescubrimiento de los antiguos vínculos nos parece menos significativo, menos prodigioso, y es tratado como una simple curiosidad. Pero, de todas formas, vale la pena satisfacer esta curiosidad. Así pues, empecemos a hacerlo con una breve explicación de los tratados esenciales de la numerología.
LA MAGIA DE LOS NÚMEROS



La numerología procede de la Qabbalah y del pitagorismo (Pitágoras, filósofo y matemático griego, basándose en las enseñanzas de los sacerdotes egipcios afirmaba que en el número residía la esencia del universo y que en la base del cosmos había una relación armónica entre números, elementos, plan

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