CULTURA & POLÍTICA @ CIBERESPACIO
1er Congreso ONLINE del Observatorio para la
CiberSociedad
Comunicaciones – Grupo 15
Identidad y género en línea
Coordinación: Agnès Vayreda y Francesc Núñez
(fnunez@uoc.edu)
http://cibersociedad.rediris.es/congreso
Internet y educación:
La gestión de la identidad cultural de género
Rocío Jiménez Cortés
21 Universidad de Sevilla
Resumen
Esta comunicación presenta una reflexión sobre la configuración de la identidad de
género desde los fundamentos de la Teoría Sociocultural como referente clave que
se proyecta en el estudio de las relaciones entre cultura, contexto y cognición.
Desde esta perspectiva se desvelan las funciones de los instrumentos culturales en
el estudio de los procesos educativos. Partiendo de este planteamiento se realiza
un análisis de Internet como herramienta cultural y espacio privilegiado para la
construcción de identidades culturales de género.
Abstract
This paper presents a reflection on configuration of gender identity as contributed
by the foundations of Sociocultural Theory. This theory is a basic reference for
study in culture, context and cognition. From this perspective, the functions of
cultural instruments are shown in study of the educational processes. From this
starting point, this paper analyses Internet as a cultural instrument and a privileged
space for the construction of cultural gendered identities.
1. CONSIDERACIONES INICIALES.
La pluralidad de fenómenos sociales que acontecen en la actualidad (como los
debates públicos sobre los movimientos migratorios, la globalización, las quiebras
familiares, las funciones sociales de la escuela, la revolución de las nuevas
tecnologías o la violencia hacia la mujer, etc.) inciden en el ámbito científico-
educativo. La atención cada vez más generalizada hacia los estudios de género y la
construcción de la identidad es un buen ejemplo de la necesidad de respuestas por
parte de la educación a la reivindicación de la diversidad a nivel social.
Fruto de estos acontecimientos se acentúa la mirada sobre el campo
educativo impulsando el desarrollo de propuestas globales y ambiciosas sobre la
formación de la ciudadanía. En este sentido, los cambios asociados a la transición de
la sociedad del bienestar a la sociedad de la información, al fenómeno social de la
emigración o a la persistencia de una desigualdad jurídica, social, política y cultural
entre los géneros promueven, según BARTOLOMÉ Y COLS. (2000), nuevas
conceptualizaciones de ciudadanía que repercuten en el ámbito educativo.
Para COLÁS (2001) estos aspectos están determinados por la emergencia de
movimientos sociales y enfoques epistemológicos como el Postmodernismo y/o el
Feminismo. A lo cual hay que añadir el Movimiento de Ciencia, Tecnología y
Sociedad (CTS). Por su parte, PÉREZ (1997) considera el feminismo como una de las
perspectivas que más ha contribuido a la reflexión y análisis crítico de las relaciones
entre la tecnociencia y la sociedad.
Esta dinámica entre el plano social y el científico plantea nuevos retos a la
investigación educativa abocándola hacia la apertura a nuevas influencias. Estas
determinan tanto los contenidos de la investigación educativa como sus patrones
metodológicos y fundamentos disciplinarios (CONSTANS, 1998ª).
La incidencia de corrientes teóricas como el Enfoque Sociocultural, la Teoría
Feminista o el Postestructuralismo impacta en la temática objeto de estudio de las
investigaciones educativas. Así, la construcción de la identidad constituye hoy una
temática emergente en los ámbitos académicos y científicos en multitud de campos
disciplinares, como la psicología, la sociología, la antropología, etc. Específicamente
en educación, el abordaje de ésta define toda una línea de trabajos, como muestra
la numerosa y variada producción de los últimos años (SORIANO, 2001; BUTLER, 2001;
REBOLLO, 2001; BARTOLOMÉ Y COLS., 2000; MCDOWELL, 2000; AGUADO, 1999; DE
PABLOS, 1999; HOLLAND, Y OTRAS, 1998).
Por otra parte, asistimos en la actualidad a una revolución tecnológica en la
que se producen cambios rápidos y bruscos en la forma en que la gente vive,
trabaja, etc. estos cambios han propiciado convulsiones radicales en la organización
del conocimiento, en las formas de organización social y, por ende, en el propio
sistema cognitivo humano; dentro de este aspecto lo que atañe a la subjetividad y a
la formación de la identidad. En este sentido, la sociedad de la información ha
situado las tecnologías y los nuevos medios de comunicación (entre los que forma
parte Internet) en una posición privilegiada en referencia al estudio de la identidad.
Dan cuenta de ello numerosos trabajos (WOLMARK, 2002; IRAIN, 2001; MACDOUGALL,
2000; GOVER, 1997).
Siguiendo en esta línea, esta aportación se basa en el Enfoque Sociocultural
como sistema teórico estructurador. Esta teoría constituye un referente clave, tanto
conceptual como metodológico, que se proyecta en el estudio de las relaciones entre
cultura, contexto y cognición, desvelando las funciones de los instrumentos
culturales en el estudio de los procesos educativos. Desde esta perspectiva, las
personas quedamos definidas socialmente por rasgos como el género, la etnia, la
clase, etc. Estos órdenes sociales afectan potencialmente a la visión de cada persona
sobre las instituciones culturales y condicionan su disposición a asumir los valores e
interpretaciones generados en diversas actividades culturales. Por su parte, DE
PABLOS (1996) considera que este enfoque proporciona un soporte epistemológico
para concebir el desarrollo de la Tecnología Educativa en la que el marco social y los
contextos culturales cobran relevancia para la explicación de determinados procesos
de enseñanza-aprendizaje.
2. CULTURA, TECNOLOGÍA E IDENTIDAD CULTURAL DE GÉNERO.
Uno de los principales cometidos que nos planteamos al abordar la construcción de
la identidad cultural de género a través de medios tecnológicos es su delimitación
conceptual y el tratamiento terminológico de las nociones implicadas.
Los criterios fundamentales tenidos en cuenta para conceptuar la cultura en
los últimos años han sido múltiples y diversos. Aquí presentamos algunas
definiciones que se ajustan al modelo teórico-conceptual de partida. En este sentido
y de acuerdo con REBOLLO (2001) la cultura asume dos características inherentes, la
estabilidad y la emergencia. La primera de ellas hace referencia al reconocimiento
por parte del grupo de significados dominantes y la posesión de conocimientos
compartidos (como las estructuras de participación social o las finalidades que
presiden las relaciones sociales particulares, entre otras). La segunda alude a la
reconstrucción cultural que tiene lugar en procesos interactivos. Este último aspecto
nos aproxima al concepto de ciudadanía evocado anteriormente, en tanto que, recae
sobre las personas la posibilidad de participar activamente en la creación de
significados.
Coherentemente con esta perspectiva DE PABLOS (1996) hace hincapié en la
importancia de los logros tecnológicos (como la televisión, la radio, la informática o
la prensa escrita) en la culturización de los grupos sociales.
En esta misma línea, entendemos la cultura desde la interconexión de dos
dimensiones esenciales, la ideológica (compuesta por valores, creencias,
conocimientos y significados compartidos) y la praxiológica (forman parte de ella los
modelos de acción e interacción acordes con el patrón de comprensión del mundo).
Desde el análisis antropológico de la cultura emprendido por LAGARDE (1996,
1998) adquiere vital importancia el reconocimiento de la multiplicidad de
cosmovisiones sobre los géneros mantenidas por todas las culturas, en este sentido
cada sociedad, cada pueblo, posee su propio concepto de género. Esta cosmovisión
de género actúa como estructura y como contenido de la autoidentidad de cada cual.
Para LAGARDE (2002) la formación cultural de las mujeres se basa en una cultura
dominante que privilegia las acciones y los hechos masculinos y legitima el
patriarcalismo, no es equitativa al rechazar las aportaciones de las mujeres a la vida
social.
Para entender las relaciones entre tecnología y género, entre Internet e
identidad cultural, entre dimensión social e individual hemos de delimitar la
conceptualización de género y de tecnología. En este sentido, la tecnología es algo
más que un conjunto de artefactos u objetos físicos ya que incluye una cultura, un
conjunto de relaciones sociales legitimadas. Por ello, Internet se convierte en un
terreno privilegiado para la articulación y el mantenimiento del poder.
Como apunta VARELA (2000) en su análisis sobre las relaciones entre
cultura, tecnología y poder, la tecnología es producto de una cultura, su
imposibilidad para compartirla con otros radica en el hecho de no compartir
conocimientos e información, valoraciones, emociones, sentimientos, ilusiones y
utopías, en definitiva, en el hecho de no compartir la cultura. Esto a su vez, implica
un uso diferenciado de la tecnología en tanto que las personas que interaccionan
(por ejemplo con y a través de Internet) parten de significados y valoraciones
diferenciales fruto de los contextos culturales de referencia.
De acuerdo con MCDOWELL (2000) el género se define a través de las
interacciones sociales que tienen lugar en una gran diversidad de contextos y
situaciones (en el trabajo, en la casa, etc.). Asimismo, las distintas formas de
pensar y representar el lugar y el género se relacionan entre sí y se crean unas a
otras. A través de estos procesos interactivos se gestiona la propia identidad de
género. Esta es el fruto de la dialéctica continua entre los sujetos y los mundos
culturales con las identidades que nos ofrecen.
Los procesos de interacción que tienen lugar en los diversos contextos, entre
los que i