Tornados infernales
146 pages
Español

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Tornados infernales , livre ebook

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Description

A causa del impacto destructivo de uno de estos fenómenos, Roland Eastwood de diecisiete años de edad y su hermana Suzan de dieciséis quedan huérfanos, sin familia, sin un hogar y sin recursos ecómicos.
Roland siendo el único hermano mayor de su hermanita tiene que esforzarse, ser valiente y no desmayar, hasta poder encontrar una luz de esperanza al final de ese túnel inimaginable oscuro y lleno de calamidades en que los puso ese infernal tornado.

Sujets

Informations

Publié par
Date de parution 11 juillet 2019
Nombre de lectures 0
EAN13 9781506513768
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0200€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

TORNADOS INFERNALES
 
 
 
 
 
Samuel M. Cifuentes
 
Copyright © 2019 por Samuel M. Cifuentes.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:
2019907783
ISBN:
Tapa Dura
978-1-5065-1375-1
 
Tapa Blanda
978-1-5065-1374-4
 
Libro Electrónico
978-1-5065-1376-8
 
 
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
 
Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.
 
Fecha de revisión: 18/07/2023
 
 
 
Palibrio
1663 Liberty Drive, Suite 200
Bloomington, IN 47403
602423
Contents
Prefacio
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
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34
Epilogo
 
Prefacio
Esta historia nos mostrará que nada puede detener el ánimo y el deseo de superar las calamidades que a veces nos sorprenden en la vida, y que después de la tormenta, y cuando viene la calma, todo vuelve a su normalidad y se vuelve a ser feliz. Especialmente cuando en medio de las tribulaciones, también se genera una bella historia de amor que pone fin al recuerdo de un oscuro pasado.
Al ir conociendo a los protagonistas a través de las páginas de este libro, podremos cautivar la atención en la valentía, la verdadera amistad y el amor verdadero en algunos, como también el odio y la maldad en el corazón de otros. En esta historia también notaremos que poner atención a los consejos de las personas mayores es muy sabio, y que al prestar oido y obedecerlas nos podrían llevar a mejores resultados.
Samuel M. Cifuentes

1
Roland estaba muy preocupado con la crisis económica que venía afectando a su familia en estos últimos meses. A pesar de su corta edad, siendo un joven de diez y siete años, sufría igual que sus padres, siempre pensando que hacer para solucionar los problemas económicos en el hogar. Además de ser conciente y responsable la naturaleza lo había premiado con atributos positivos, pues gozaba de buena estatura y buen parecer; delgado, de ojos verdes profundos, y de un cabello negro que lucía explendido en contraste a su tez blanca. Era muy de mañana y ahi parado frente a los cristales de la puerta corrediza que daba al patio de atrás de la casa, meditaba profundamente en lo que tendría que hacer en el futuro para ayudar mejor a su familia. Afuera llovía copiosamente. Pensativo veía los torrentes de agua que corrían hacia abajo sobre los tejados de las otras casas, sorprendiéndose de ver como la fuerza de la lluvia y el viento hacían un desastre las ramas de los árboles, “¿Hasta cuando dejará de llover asi?” Se preguntaba con cierto temor, alzando su vista hacia arriba observando el cielo ennegrecido, “¿Acaso no ha sido suficiente ya con toda el agua que ha caído en todos estos días?” Sus pensamientos fueron interrumpidos por Suzan su hermana menor de quince años, quien después de haberse arreglado hermosamente, venía a la cocina a prepararse un desayuno. Ella no tenía cabello negro como su hermano, más bien castaño, rizado igual al de su madre; de tez blanca, ojos azules, y tan bien de un parecer hermoso que cautivaba las miradas de todos los muchachos de su barrio, “Roland! ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan preocupado viendo hacia afuera?” Le gritó sorprendida, mientras extendía su brazo y prendía un pequeño televisor que se hallaba sobre el mueble de la cocina, “¿Qué te sucede? ¿Por qué estás tan pensativo viendo asi afuera? ¿Acaso le tienes miedo a la lluvia?” “No, no es nada de eso!” Contestó el sobándose su mejilla sin volverla a ver, “¿Entonces qué te sucede?” Insistió ella, “¿Por qué luces tan deprimido como si llevaras el mundo sobre tus hombros? Apenas acabas de cumplir diez y siete años, y ya pareces un anciano con esa cara que tienes!” “¿Y qué hay de malo con mi cara?” Respondió el ofuscado volviendola a ver. Suzan quitó su vista del televisor y la fijó en él, “Ni siquiera te has podido lavar bien la cara” Le reclamó viendo en sus mejillas coloradas unas manchas negras. Roland llevó su mano a su rostro y se sobó donde tenía estas, procurando desaparecerlas, “Son manchas fuertes de aceite negro” Explicó, “Tu lo has dicho, parece que no me lavé bien! Ayer después de la escuela ayudé a Mr. Daniels a bajar la transmisión de ese Ford Fairlane” “¿El automovil rojo del 62 que tanto te gusta?” Preguntó ella, “Si ese mismo” Contestó el con gran inspiración, “Como quisiera tener el dinero que él pide por este!” “Es mejor que no te hagas ilusiones” Le sugirió ella, “Asi como están las cosas hoy, más vale que no pienses en eso. Además estamos viviendo en los noventas, ¿no te gustaría al menos pensar en un carro de estos años?” “Nada de lo que hacen hoy me gusta tanto como ese Ford Fairlane!” Contestó el con seguridad, “Ayer mismo le supliqué a Mr. Daniels que no se lo vendiera a nadie, pensando que tal vez algún día nuestra situación económica cambiaría y se lo pudiera comprar en el futuro” Suzan hizo algunos gestos de mal modo, girando a la vez sus preciosos ojos azules. Se dio la vuelta y extendió su brazo para tomar de sobre el refrigerador, una caja de cereal que se hallaba en el centro del tope de este y muy fuera de su alcance, “Que chaparra eres!” Le dijo el notando que no la podía alcanzar, burlándose asi de su estatura. Enseguida se acercó al refrigerador, y tomando la caja de encima se la puso en sus manos, “Presumes mucho tan solo porque tienes cinco pulgadas más que yo!” Refunfuñó ella fingiendo enfadarse, “Si tuvieras mi estatura” Respondió el sonriendo sarcásticamente, “Pudieras alcanzar con facilidad todo lo que quisieras alrededor de esta casa” Suzan le hizo una cara fea, insinuándole con eso que no le incomodaban en nada sus bromas de mal gusto, “No me has contado ¿por qué te levantastes tan temprano, y por qué estabas tan preocupado hace un rato?” Volvió ella a preguntarle, mientras tomaba la botella de leche del interior del refrigerador, “Anoche escuché que papá y mamá discutían” Le informó el, volviendo su rostro preocupado a los cristales de la puerta corrediza, “Y después de eso me fue imposible conciliar el sueño” Suzan frunció su frente siguiéndolo con su mirada, “¿Por qué discutían?” Preguntó con sumo interés “Como hace ya varios días que no ha dejado de llover” Prosiguió el con la misma preocupación, “Papá ha perdido algunos contratos, y mamá está muy preocupada pues estamos muy atrasados con los pagos de la casa y ni siquiera tenemos lo suficiente para llevar a nuestra hermanita Sofhia con el doctor” Suzan se rascó su cabeza. Algunos truenos y rayos se oyeron en esos instantes como estallidos de bombas, “De verdad que se nos está poniendo dura la cosa!” Dijo sentándose a la mesa con su mirada asustada por los truenos, “Yo pienso” Prosiguió, “Que papá se va a tener que buscar otro trabajo!” “Hace ya varios días” Le informó el con un tono de lástima, “Que papá ha trabajado bajo la lluvia, pero le ha sido imposible terminar con esos contratos, y todo este mes hemos estado viviendo con lo poco que me ha pagado Mr. Daniels en ese taller de mecánica!” Suzan comenzó a comer poniéndose muy pensativa por sus palabras, “Siento como que voy a tener que dejar la escuela” Prosiguió Roland, “Y trabajar tiempo completo con Mr. Daniels!” Suzan meneó su cabeza negativamente, no aceptando lo que decía, “Me daría mucha pena que llegases a tomar esa decisión!” Le dijo, “Pues sería una lástima que te olvides de tus estudios ahora que vas tan bien, ¿por qué no te esperas hasta que te gradúes para hacer tal cosa?” “Tienes razón, pero por el momento tenemos que hacer algo!” Le respondió el mientras se acercaba al refrigerador, abría la puerta de este e inspeccionaba el interior, “Me preocupa mucho también nuestra hermana Sofhia” Prosiguió, “Tenemos que llevarla al doctor! Anoche tosió toda la noche. La pobre ya ha faltado muchos días a la escuela, y esa tos maligna y fiebre alta no se le quita!” “Si, también a mi me preocupa!” Dijo Suzan mientras comía sin ganas y veía el televisor, “Sabes que!” Continuó Roland viniendo a la mesa con una rodaja de jamón en su mano, “Yo creo que de verdad esta misma tarde hablaré con Mr. Daniels y le expondré lo que te he mencionado a ti!” “Es una locura Roland!” Le volvió a protestar ella, “Por favor hazme caso quieres! Quítate eso de tu mente! Te arrepentirás para toda tu vida de hacer algo asi! ¿Que no ves los problemas que tiene papá hoy por no haber terminado la escuela?”.
Estela la madre de ambos vino a la cocina interrumpiendo el diálogo que tenían, y mientras les daba los buenos días, veía la hora en el reloj que se hallaba en la pared, notando que poco faltaba para que ambos se apresuraran para irse a la escuela. Su fisonomía era casi exacta a la de Suzan. De su misma estatura, y de un rostro aunque avejentado pero con facciones en este que representaban a una madre dulce y amorosa. Siempre se levantaba más temprano que ellos para atenderlos, pero hoy se había quedado dormida, por haber atendido casi toda la noche a Sofhia, y al ver a Roland comiendo simplemente un

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