Fortuna infernal
127 pages
Español

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Fortuna infernal , livre ebook

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Description

Una fortuna que pertenece a una organización de narcotraficantes, cae en las manos de un ranchero del sur de Texas, en un tiempo cuando él se encontraba en gran necesidad de fondos económicos para arreglar su hacienda. Tal fortuna provocó la destrucción de su propiedad, muertes en su familia y un largo tiempo de prisión en la penitenciaria del estado. Al terminar su condena, este ranchero marcha con indignación, y decidido a morir hacia la ciudad donde todavía operaba esa organización criminal que le había causado mucho daño.

Sujets

Informations

Publié par
Date de parution 27 octobre 2019
Nombre de lectures 0
EAN13 9781506530376
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0200€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

FORTUNA INFERNAL
Samuel M. Cifuentes


 
Copyright © 2019 por Samuel M. Cifuentes.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2019915357
ISBN:
Tapa Dura
978-1-5065-3039-0
 
Tapa Blanda
978-1-5065-3038-3
 
Libro Electrónico
978-1-5065-3037-6
 
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
 
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
 
 
 
Fecha de revisión: 28/11/2023
 
 
 
 
Palibrio
1663 Liberty Drive, Suite 200
Bloomington, IN 47403
803797

CONTENTS
Introdución
1
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Epílogo

INTRODUCIÓN
Cuando apenas era un jovencito de dieciséis años de edad, don Faustino Cavalier cruzó el Río Grande para ingresar a los Estados Unidos. Debido a que no pudo encontrar rapidamente un trabajo para sostenerse, decidió por algún tiempo trabajar en las cosechas de algodón, y por las tardes, lavar platos y vasijas en uno de los pocos restaurantes que habían en el pueblo donde había llegado. Como en esos tiempos el país estaba en guerra con Japón, le fue fácil meterse al ejército, siempre con la idea de servir y progresar en donde ahora habitaba. Años más tarde, dejó el servicio militar y se volvió a Texas. Ahí en un pueblo pequeño cercano a la frontera de México llamado Walnut Valley, se compró unas tierras, las cuales, con la ayuda de su hermano mayor Esteban Cavalier, y empleados indocumentados, logró construir su casa, y una hacienda que llegó a ser una de las más importantes del pueblo. Pero cuando se sentía muy feliz y orgulloso de su prosperidad, su preciosa esposa Helen falleció, trayendo esto a su alma mucha tristeza, desánimo y muy pocas ganas de seguir viviendo. Tristemente, además de haberse descuidado de la atención de la hacienda, don Faustino Cavalier ya había adoptado fuertemente el vicio del alcohol. La hacienda comenzó a producir menos, los trabajadores continuamente se quejaban por la falta de sus salarios y los impuestos anuales que debían de pagarse al gobierno federal, también habían quedado en el olvido. Finalmente, la hacienda que antes era muy importante en el pueblo, dejó de serlo viniéndose abajo poco a poco, quedando ésta después de la muerte de don Faustino en manos de sus dos hijos Daniel y Andrés Cavalier. Ellos dos juntamente con su tío Esteban, tuvieron que afrontar las calamidades que se amontonaron una detrás de la otra por falta de recursos económicos, y todo a causa del descuido de don Faustino Cavalier.

1
Algún tiempo después de la muerte de don Faustino Cavalier, Andrés su hijo menor de veinte años de edad, se levantó muy temprano de su cama y en sus ropas de dormir, vino al cuarto de Daniel. Deseaba charlar con él y decirle que en toda la noche no había pegado sus ojos por estar pensando en todos los problemas financieros que su padre les había dejado en esa hacienda. Este Andrés, era un poco más bajo de estatura que su hermano Daniel. Delgado y bien parecido, y por su madre había obtenido su cabello entre castaño y rubio, sus ojos verdes y su tez más blanca que la de su hermano. Este muchacho era más tranquilo que Daniel. Antes de emprender algo lo pensaba muy bien. Era más apegado a su tío Esteban y apreciaba muchos sus consejos. “¿Daniel estás despierto?” Llegó preguntando en alta voz mientras tocaba la puerta “Puedes pasar, la puerta está abierta” Le respondió el. Daniel tenía toda la apariencia fisica de su padre. Dos años mayor que su hermano, alto, delgado, apuesto, atrevido y valiente, de ojos cafés claros como la miel y de cabello castaño. Además de estas cualidades era muy esforzado en el trabajo de la hacienda y de un corazón noble con todos sus trabajadores. Pero también de todos estos buenos atributos, tenía otra cualidad negativa que lo metía en muchas dificultades, y esto era su terquedad. Era terco y testarudo, siempre tenía que salirse con lo que pensaba y decidía hacer. Andrés empujó la puerta y pasó al interior “¿Qué demonios te sucede Daniel? Pero, ¿qué haces?” Le preguntó sorprendido, al haber visto a su hermano despierto, ya vestido con sus ropas de cacería, y examinando su rifle, “Me voy de cacería!” Le dijo serio, e ignorando su asombro, “De cacería! Pero te has vuelto loco!” Exclamó Andrés, sin poder dar crédito a sus palabras, “Hace ya algún tiempo que no saboreamos uno de esos patos silvestres que abundan por estos tiempos alrededor del lago” Le respondió el, “Y hoy tú y el tío Esteban, se encargarán de preparar unos tres de ellos en el horno que usaba papá para hacer el pan” “Verdaderamente veo que has perdido tu cabeza, Daniel!” Le dijo Andrés, no pudiendo creer lo que él se proponía a hacer, “Sabes que nos quedan muy pocos días para encontrar alguna solución, para evitar la pérdida de nuestra propiedad, y todavía resolver otro rollo más de deudas pendientes! Además hoy, tenemos que ir a arreglar el problema que tenemos con la compañía que nos rentó el vehículo de dieciocho ruedas! ¿Qué es lo que pretendes ahora, adoptando esa actitud estúpida e irresponsable?” “He tenido muchos días que han sido los peores de mi vida!” Le contestó el mientras ponía algunas cosas más en su maleta “Y hoy no pienso volver a tener otro igual! Si tu quieres venir conmigo eres bienvenido, pues he preparado suficiente provisión para ambos!” “¿Pero es que te has vuelto loco?” Volvió a exclamar Andrés con mayor asombro, “¿Por qué no dejas esto para otro día, y nos ayudas hoy a conseguir un comprador que nos saque de esta situación?” “Tú y el tío Esteban deberían venir conmigo también” Le contestó el ignorando sus palabras “Todos hemos tenido ultimamente días demasiado duros, y si seguimos asi, vamos a perder la cabeza, y entonces si que terminaremos muy mal!” Al decirle esto, tomó su maleta y su rifle, se despidió de él y caminó afuera del cuarto. El tío Esteban lo detuvo antes de que llegase a la puerta principal de salida, asombrado asi como lo estaba Andrés. Él ya tenía una edad avanzada, y había sido el hermano mayor de don Faustino. Y como él, tenía la apariencia de un hombre de campo, siempre llevando sombrero sobre su cabeza, ropas vaqueras y botas en sus pies. Tenía un buen corazón y carácter noble y siempre había tenido muchas ganas de trabajar en la hacienda de su hermano. No era alto ni delgado como don Faustino, sino de más baja estatura y un poco más grueso que él. “¿Y a dónde diablos crees que vas, Daniel?” Le prosiguió preguntando mientras observaba su maleta y el rifle que llevaba consigo “¿No me digas que has dispuesto irte de cacería cuando más te necesitamos para resolver el tremendo problema que tenemos hoy?” “Tío Esteban!” Le respondió el, esquivándolo y prosiguiendo hacia la puerta, “Hoy no quiero volver a hablar de todos estos problemas que tenemos en esta bendita hacienda por el descuido de mi padre! Ni tampoco de encontrar un comprador! ¿A poco se les ha olvidado que los restos de él y de mi madre están enterrados en estas tierras?” “No! Nadie se ha olvidado de eso!” Le respondió, “Ya te hemos dicho que ese sitio lo respetaremos en el negocio con cualquier comprador!” Daniel no queriendo discutir más con él, abrió la puerta y salió afuera. El tío Esteban se le quedó viendo sorprendido “Este muchacho no entiende!” Exclamó con asombro volviendo a ver a Andrés quien se había acercado. Andrés meneó su cabeza positivamente, en respuesta a sus palabras, “Si tío!” Le dijo, “Tu lo has dicho, este hombre no entiende!” El tío Esteban se puso muy serio y siguió a Daniel afuera, “Nos quedan muy pocos días para buscar también una solución con el gobierno federal!” Le dijo muy cerca de su rostro, “Si a ti no te importa quedarte en la calle, a nosotros si, ¿por qué no nos concedes el permiso de buscar alguna solución? ¿Podríamos vender esta propiedad antes que el gobierno nos la quite, y acabar de una vez con todos estos problemas?” Daniel puso también un rostro muy serio al oir sus palabras, “Tío Esteban!” Le dijo “No hace mucho que me oistes decir, que no deseaba hablar más acerca de vender nuestra propiedad! Si vuelves a mencionar una palabra más al respecto, voy a tener que resentirte, aclarándote que muy poco derecho tienes en este lugar como para atreverte a sugerirme lo que debemos hacer!” “No te preocupes de tales derechos!” Le respondió el tío Esteban, con un tono de voz que demostró gran resentimiento al haber oido esas palabras “Porque dentro de poco, ni tu ni nadie de nosotros, tendrá ningún derecho en esta tu tierra que por el momento te pertenece! Y no hablo solo por mi hoy, sino también por tu hermano Andrés! ¿Acaso el no tiene derecho de conservar algo de lo que le pertenece, antes de que vengan a quitarselo, y se quede el también en la calle?” Daniel hizo algunos gestos, no pudiendo soportar más sus palabras, “Adiós tío Esteban!” Le dijo, dándole la espalda y alejándose de él. El tío Esteban quiso decirle algo más, pero la mano de Andrés, suavemente sobre de su hombro retuvieron sus palabras “Perdonalo tío!” Le dijo, notando que se había

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