Iglesia de Niños
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Iglesia de Niños , livre ebook

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Description

[CDATA[[CDATA[Prepare a los niños para el servicio de los adultos. Cubre los elementos clave del servicio, la verdadera adoración y su práctica, cómo enseñar el concepto de dar, cómo tener un servicio con llamado al altar sin interrupciones, por qué los títeres y otros “entretenimientos” deben considerarse secundarios, y cómo envolver a los niños en el ministerio. Prepare children for the adult service. Covers key service elements, true worship and its practice, how to teach the concept of giving, how to have an uninterrupted altar service, why puppets and other "entertainment" should be considered secondary, and involving children in ministry.]]

Sujets

Informations

Publié par
Date de parution 01 janvier 2006
Nombre de lectures 0
EAN13 9781607313915
Langue Español

Informations légales : prix de location à la page 0,0450€. Cette information est donnée uniquement à titre indicatif conformément à la législation en vigueur.

Extrait

IGLESIA
DE NIÑOS
CONVIERTA SU CIRCO
EN UN CULTO
A DARLENE, MI ESPOSA Y AMIGA
Este libro fue publicado en inglés con el título
CHILDREN’S CHURCH: Turning Your Circus into a Service
© 1992 por Gospel Publishing House
Texto bíblico marcado NVI tomado de la Santa Biblia
Nueva Versión Internacional © 1999 por la Sociedad
Bíblica Internacional. Usado con permiso.
Traducción: Marcela Robaina
Edición en idioma español
©2006 por Gospel Publishing House, 1445 N. Boonville
Avenue, Springfield, Missouri 65802. Todos los derechos
reservados. Ninguna parte de este libro puede ser
reproducida, almacenada en un sistema de recuperación,
o transmitida de ninguna manera o por ningún medio
—electrónico, mecánico, de fotocopia, grabación, o de
cualquier otra manera—sin previo permiso del dueño de
los derechos de copia, con la excepción de breve citas que
se usen en comentarios, en revistas, o en periódicos.
Impreso en los Estados Unidos de América
ÍNDICE
Comienzo de nuestro ministerio
1. Puedes dirigir un culto y no un circo
2. El liderazgo: ¿cuál es el mejor estilo?
3. De un acto de equilibristas a un servicio equilibrado
4. Adoración de corazón
5. Entrégalo todo a Jesús
6. Primero el mensaje, luego los títeres (tal vez)
7. Más que hablar un poco con Jesús
8. La integración de los padres a la experiencia de la iglesia de niños
9. Diversas ideas
10. Adoración en familia: Los niños deben ser visto y oídos
11. Ya lo mencione, pero…
COMIENZO DE NUESTRO MINISTERIO

 
Mi novia, Darlene, y yo nos bajamos del autobús detrás de los niños, cruzamos el estacionamiento, y entramos al templo. Hacía ya varias semanas que veníamos ayudando como líderes de canto en un autobús de la iglesia. (En aquel tiempo ni siquiera sabíamos que eso se llamaba un ministerio. Nuestro deseo era servir a Dios de la mejor manera.) Pero aquel domingo en particular los acompañaríamos al templo.
Aquel día en la primavera de 1975 parecía una mañana como cualquier otra. La gente iba a la escuela dominical, sacaba a pasear a su perro, se levantaba un poco más tarde, rezongaba a sus hijos. El cielo estaba cubierto, pero ya quedaba muy poca nieve, anunciando el próximo reverdecer. Sin embargo, cuando recuerdo aquel día, reconozco la importancia que ese domingo tuvo en la revelación del plan de Dios para mi vida, para quien sería mi esposa, y para los niños que tendríamos en casa y en la iglesia.
Los niños subieron por las escalinatas, atravesaron la puerta, y entraron en el templo. Se sentaron entre risas, emoción, y algunas melodías provenientes del piano de cola. La señora Walter se puso de pie y comenzó el culto con una oración. Esa oración, más que dar comienzo al culto, fue mi introducción a la iglesia de niños.
No era mi primera vez; ya había asistido antes, pero había sido por accidente. O tal vez fue uno de esos momentos encantadores y asombrosos en que Dios entra en la vida de uno de sus hijos. Mi primer domingo en el templo Las Buenas Nuevas había llegado temprano, me había sentado en la balconada, y por primera vez había sido testigo de un culto de la iglesia de niños. Quedé sorprendido de lo mucho que a los niños les complacía la adoración, la predicación de la Palabra a su propio nivel, y el momento de oración. ¡Esto es para mí!, decidí ese día. En su momento, y cuando me lo ofrecieron, me convertí en colaborador oficial.
Sin embargo, mi primer día como colaborador en la iglesia de niños no tuvo nada de particular. No recuerdo el tema de la predicación ni los coros que cantamos. Sí recuerdo la presencia de Dios y el gozo de ser parte de un ministerio tan importante de la iglesia. Dios, en su infinita sabiduría, me había destinado a la iglesia de niños.
Durante casi un año y medio, Darlene y yo servimos en esa iglesia de niños. Al final, el líder aun nos dejó pasar al frente a ministrar. Durante ese año, nos casamos, tuvimos nuestro primer hijo, y aprendimos a manejar los títeres. (Dios es muy bueno.)
Desde aquel humilde comienzo, hemos servido en cuatro iglesias en tres estados de nuestra patria. Cada iglesia nos presentó nuevas oportunidades, tradiciones, y amigos. Cada estado fue testigo del nacimiento de otro Gruber. (Por el momento, no pensamos volver a mudarnos.)
Los grupos de niños en las iglesias de niños en que Darlene y yo hemos servido en estos años han diferido en la asistencia como en los diversos estilos. En una iglesia teníamos un grupo de 12. En otra, un grupo que iba de 70 a 120, según de qué domingo se tratara y si contábamos también a los títeres. La iglesia más grande promediaba entre 150 y 175, con una asistencia extraordinaria de 317 la mañana de un domingo de Semana Santa.
Hemos trabajado con diversas edades, además de hacerlo con diversos grupos. En una de estas iglesias, se animaba a asistir a los niños de 4 a 11 años. En otra, teníamos desde preescolares hasta niños de sexto grado. Ahora servimos a los de cuarto, quinto, y sexto grado.
He escrito esta reseña de nuestro ministerio en la iglesia de niños para que sepas que soy una persona como cualquier otra. Tengo una educación formal, pero la verdadera educación la obtuve ministrando a los pequeños de Dios, llorando y orando con ellos.
Nombres como los de Dan Hines, Elaine Walter, Dan Rector, Bob Hahn, Jim Wideman, y George Edgerly, estarán para siempre grabados en mi memoria como aportes al Dick Gruber que escribe este libro.
Más que al apoyo de buenos amigos y mentores, debo también reconocer la contribución de los niños: los de Eden Prairie y de Farmington, en Minnesota; los de Salem, Oregon; los de Springfield, Missouri; y, por supuesto, los que viven en mi hogar y me enseñan diariamente cómo debería ser y vivir un buen líder de la iglesia de niños. Sara, Aarón, Raquel, y Timoteo han definido y redefinido mis ideas acerca de la adoración, de cómo mantener la atención de los niños, y del ministerio.
Por último, agradezco también a mi esposa, Darlene. Su apoyo y tino editorial han contribuido en gran manera al producto final.
Soy un líder en la iglesia de niños que quiere compartir lo que sabe con líderes de otras iglesias de niños. Quiera Dios que todos disfruten y se beneficien de esta obra.
Captíulo 1

PUEDES DIRIGIR UN CULTO Y NO UN CIRCO

  CIRCO VERSUS CULTO … algarabía       … calma, serenidad … confusión       … todo en orden … público y artistas       … participación de todos … sin tema       … tema central … diversión, temporal       … emoción, gozo eterno … maestro de ceremonias       … pastor … golosinas       … la Palabra de Dios … espectáculo       … música, ofrenda, cantos
Todos tenemos unas normas básicas que gobiernan nuestra vida. Comienzan con reglas, eso es, órdenes simples como: “¡No!” o “¡no molestes al perro!” Los cristianos tenemos los Diez Mandamientos. Al procurar producir el fruto del Espíritu, cada uno desea ser más semejante a Jesús. Cada uno desea hacer lo que agrada a los ojos de Dios.
La iglesia de niños, ¿es un circo o un culto? Ese es el asunto. ¿A qué te dedicas todos los domingos por la mañana?
Con demasiada frecuencia, los niños participan semana a semana, año tras año, de algo que se asemeja más a un circo que a una iglesia. Cuando llega el momento de que egresen del departamento de niños, se encuentran con la dura realidad de que los adultos no tienen títeres y premios todas las semanas. Cuando comienzan a adorar con los adultos, esos niños sufren un tipo de desencanto cultural y abandonan la participación en el culto.
La iglesia de niños debería planearse sin perder de vista esta digna meta: todo cuanto se demuestre, y se cante, y se diga, y todas las oraciones deben ser para la gloria de Dios. Todos los elementos del programa deben concurrir a aquel día en que el niño se gradúe a sesenta o setenta años de adoración de adulto.
La iglesia de niños debería ser lo que su nombre implica: un campo de entrenamiento para aquellos santos de Dios que, por su edad, se llaman niños.
Por lo dicho, la experiencia de adoración en la iglesia de niños debería estimular a los niños a ser Iglesia. Todos los niños pueden animarse a participar. La Iglesia, el cuerpo de Cristo, en su forma preadolescente debe ser instruida, inspirada, e inculcada con la idea de ser semejante a Cristo.
En términos más simples, es hora de que los niños se levanten de sus asientos y comiencen su ministerio. “Instruye al niño en el buen camino…”. Esto evoca imágenes de pequeños bien educados, que cumplen todas las reglas, con atuendos dignos de imitaciones en miniatura de los ministros, y capaz de recitar extensos pasajes de las Escrituras; cuando, en realidad, ser fiel a este proverbio requiere un intrépido discipulado. Es un llamado a cultivar con diligencia la semejanza de Cristo en los niños que tal vez no luzcan ropa de marca. El maestro debe aprender a dejar que los niños vengan a Jesús en la iglesia de niños para que luego se enseñen unos a otros.
Pensemos ahora en el culto de adultos. En los bancos hay una increíble abundancia de talento que quizá nunca se despeguen de sus asientos espirituales. Estos creyentes aprendieron en la escuela dominical y en la iglesia de niños de otros tiempos a quedarse quietesitos y en silencio, y a escuchar la lección. Nunca se les permitió sostener el objeto en la lección gráfica, contar la historia, o dirigir el coro.
Tuvieron maestros modelo en todo sentido. Cada clase era un estudio en el arte de la disciplina. Sin embargo, estos alumnos se convirtieron en adultos letárgicos. Ahora se sientan en sereno reposo dominical semana tras semana tras semana. Estos adultos hacen lo que les obligaron a hacer de niños. Los instruyeron en el camino por el que no debían ir, y ahora en su vejez no lo abandonarán.
Quisiera animarte a fomentar la participación de los niños en el ministerio, con el fin de que la iglesia de niños sea el campo de entrenamiento para los más jóvenes de la Iglesia de hoy, para que el culto cumpla el sencillo anhelo de todo el pueblo de Dios, que sólo s

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